Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Thursday, July 3, 2014

Pater (Alain Cavalier, 2011) – 7/10

Una película un poco extraña, que parece más juego o ensayo de arte. El director y su actor, Vincent Lindon, juegan a interpretar el papel de un presidente de la republica y su futuro ministro, quienes van a promover una ley totalmente innovadora. Sin diálogos escritos, sin locaciones. Podría ser aburrido.  Pero el espectador queda prendido, sin saber exactamente por qué.

Ficha IMDb

El presidente de Francia (Alain Cavalier) llama, desde su departamento personal, donde vive con su gato, a un empresario (Vincent Lindon ) para ser su Primer ministro. Este empresario ha implementado una extraña regla en su empresa. Ninguno de sus empleados puede ganar menos de la décima parte de su propio salario. O sea, él, dueño y presidente, gana solamente diez veces más que el peor pagado de su empresa. El presidente de la república quiere que esta regla de salarios se vuelva ley en Francia. El nuevo Primer ministro será el encargado de presentar la iniciativa frente a las cámaras para su votación.

Para empezar, la idea fascina. Conocemos, en parte al menos, los estratosféricos salarios de la aristocracia de los negocios. Salarios que van mucho más allá de la imaginación del trabajador honesto que somos. Que se reduzca la amplitud de los salarios es el sueño de cada trabajador.

Pero esta idea para un guion es solo el pretexto para el juego de director que se propone Alain Cavalier , director de Thérèse cinta galardonada en 1986 con la Palma de Oro en Cannes. El director llama a Vincent Lindon ; los dos aparecen bajo su nombre y los dos son conocidos del público. Y los dos van a jugar a interpretar al presidente y su ministro, frente a una cámara que ellos mismos parecen manejar, en espacios reales de sus respectivos departamentos; cocina, recamara, vestidor, comedor… Hasta Cavalier le cuenta a Lindon como se compró un traje para la carpeta roja en Cannes….

 Vincent Lindon le da a Alain Cavalier la dirección de su sastre, y consejos para escoger corbata, antes de que filmen la sala del discurso del presidente. Pero la filmación de este dialogo entre actores aparece en la película, no es ignorada del público. O sean que se filman filmando. Es una historia dentro de la historia. Pero no es abiertamente la historia de una filmación, como por ejemplo en La Nuit américaine (Truffaut - 1973) porque no hay distinción entre actor y personaje.

Cavalier sin embargo parece ser él que decide de todo, el “padre” del título, él que escogió al actor que consideró digno de ser su compañero en la aventura. Por su carácter imponente, su voz, su edad, se ve que él lleva la batuta. Sin embargo, el padre verá poco a poco a su hijo tomar más fuerza, hablar a parte con los empleados de seguridad (¿del personaje-presidente o del director-actor?), con los técnicos de filmación. Empezará a discutir los planes del presidente que le otorgó poder ministerial. Hasta el punto en que presidente y ministro entraran en competencia y el presidente, hasta entonces decidido a dejar el poder, pensará volverse a presentar a elecciones.

Un juego complejo, hasta confuso, un teatro sin trajes o maquillajes, o locaciones que permitan distinguir entre realidad y ficción. Con partes abiertamente de no-ficción, como la visita a un panadero real o las escenas filmadas en un café con los clientes habituales. Con un lugar cotidiano y simbólico: la cocina. Ahí se preparan las comidas reales que van a consumir los actores-personajes. Pero también ahí se prepara la filmación, se discute el contenido de la historia y se evalúa la actuación de cada actor, de cada personaje. ¿Forma encubierta de darnos a entender que las decisiones políticas se guisan y se sazonan en las trastiendas.

Sin embargo, la total convicción de los dos actores, en sus dobles juegos-interpretaciones, la fuerza, muy diferente de cada uno, hace sentir la profundidad y la seriedad del asunto. Es un juego de actores pero al mismo tiempo es un ensayo sobre lo que podría ser un proyecto utópico de sociedad. 

Y resulta fascinante. Aunque el espectador sepa que no es una verdadera  ficción, tiene ganas de quedar hasta el final para saber quién va a ganar, padre o hijo político, director o actor, Alain Cavalier, o Vincent Lindon.

Un ejercicio de cine que vale la pena.

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