Sin ser aburrida, no es tampoco apasionante. Varias vidas se entrecruzan en el mundo de las apuestas. En el casino, en la cancha de básquet. Con grandes actores que esta vez no se muestran a la altura de sus talentos.
Ficha IMDb
Carolyn Carver (Kim Bassinger) pasa su tiempo tronándose los dedos frente a una máquina de monedas en un casino, en lugar de teclear sobre su laptop para escribir su última novela. Claro, su esposo Tom (Ray Liotta) y su hija Nicole (Carson Brown) creen que pasó el día en uno de los cafés de la ciudad.
Clyde Snow (Forest Whitaker) debe mucho dinero al misterioso Iván y anima-regaña a su hermanito Godfrey (Nick Cannon) porque no logra hacer ganar el equipo universitario de San Francis.
Augustin (Jay Mohr) el entrenador de box, no solo entrena a Murphy (Grant Sullivan) sino que también reciben apuestas de todo tipo. Mientras Murphy sueña con la linda pelirroja Veronika Cruz (Carla Gugino) quien le pide dejar este trabajo.
Pero, mientras tanto, asesinaron a un famoso cobrador de apuestas y el inspector Brunner (Kelsey Grammer) está convencido que eso fue obra de Iván el misterioso. Todo mundo se pregunta si este de verdad existe, o si su asistente, Victor (Tim Roth) es el verdadero Iván.
No se sabe muy bien quien ordena a quien, quien manipula a quien. O quien ayuda a quien, como en la nueva relación de Carolyn con Walter Abraham el mago (Dany de Vito) caído en el olvido, pero quien la ayuda o trata de ayudar a recuperar el dinero de los ahorros familiares que gastó en su adicción.
Poco a poco se van tejiendo las relaciones entre los personajes aunque muchos nunca se crucen.
Algunos encontraran la muerte al final; otros la felicidad, tal vez, después de la tristeza. Iván seguirá jalando los hilos desde su magnífica terraza a la orilla del mar.
Uno se deja llevar por una historia bien contada, bien organizada, por la curiosidad de saber cómo las distintas tramas podrán encontrarse. Pero las actuaciones o las personalidades no tienen nada extraordinario, salvo tal vez la de Tim Roth como el malvado Victor.
Queda la moraleja: cuidado con lo que desea. Y calcule bien cuanto está dispuesto a pagar por lo que desea.
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