Entre ciencia ficción y abuso matrimonial, esta cinta funciona sobre todo como historia de suspenso y miedo. La cámara sabe provocar el miedo y la protagonista se defiende con valor y talento.
Ficha IMDb
En una noche silenciosa, Cecilia Kass (Elisabeth Moss) huye de su magnifica casa aislada a la orilla del Pacifico y de su esposo Adrian Griffin (Oliver Jackson-Cohen) después de darle algunas pastillas para mantenerlo sedado. Logra escapar gracias a la ayuda de su hermana Emily (Harriet Dyer) quien la lleva a vivir a casa de un amigo policía, James Lanier (Aldis Hodge) y su hija adolescente Sydney (Storm Reid). Durante días Cecilia debe luchar contra la agorafobia, pero poco a poco se recupera, sobre todo cuando aprende el suicidio de su esposo. Su cuñado Tom (Michael Dorman) la pone al tanto de las condiciones de la herencia. La vida puede volver.
Pero Cecilia empieza a percibir una extraña presencia en la casa y se convence de que su esposo, genio en óptica, ha encontrado la manera de volverse invisible. Objetos aparecen o desaparecen. Extraños incidentes se multiplican, explicables solamente si el esposo sigue vivo. Sin embargo, nadie cree a la viuda y se empieza a pensar que se vuelto loca, lo que permitiría al hermano del muerto recuperar la fortuna del muerto.
En un ritmo que no decae en ningún momento, la película nos lleva de los indicios sutil a la visión cada vez más clara del cuerpo del hombre invisible. Si, en las primeras apariciones sabemos y vemos más que la protagonista, poco a poco nuestras visiones se van emparejando hasta el momento en que ella ve más que nosotros, ya que ha aprendido a esconderse tal y como lo hacia su acosador. En la secunda parte, la visibilidad de la ficción le quita algo de terror y la cinta se vuelve más tradicional.
Historia de acoso, de mujer victima, encerrada , que organiza su escape como en Durmiendo con su enemigo (Joseph Ruben - 1991), la cinta funciona como muchas narraciones sobre venganzas o empoderamientos de mujeres que luchan para deshacerse de sus esposos depredadores. Esta temática propicia en sí ya bastante suspenso, que puede transformarse en terror ya que los señores en cuestión no aceptan fácilmente sentirse desafiados por la que quieren a sus ordenes.
Pero, a esta temática feminista y tristemente realista, Whannell sobrepone la temática de ciencia-ficción de la novela de Herbert George Wells, publicada en 1897, adaptándola a una situación social actual. Lo que era una invención química es ahora un progreso de la física, más precisamente la óptica. El personaje dotado de este poder lo usa a fines meramente egoístas y malvados, como en la novela y las adaptaciones anteriores.
Sin embargo, a pesar del titulo, la historia contada en esta cinta no es la del hombre invisible, sino la de la mujer, en su camino de resurrección, de recuperación personal. Como todas las víctimas de un esposo abusivo, debe primero encontrar la fuerza y los medios de escapar, y después la fuerza para superar su propia historia y construirse una nueva vida. Con la anexión de la novela de Wells, se le dificulta aun más a Cecilia todo este trabajo de reconstrucción. La “reaparición invisible” del esposo es real, pero es también la metáfora del miedo, del dominio y la subyugación , tan profundos que ejercen los esposos abusivos sobre sus esposas, y siguen ejerciendo como una huella marcada en ellas. Permite también que se prolongue esta situación vivida por las víctimas de no ser escuchadas , porque se les considera como locas, o simplemente mentirosas.
El esposo de Cecilia es dotado de una inteligencia superior. No se ve invadido por un extraño talento que lo vaya transformando poco a poco en una criatura medio humana, medio monstruo, y al que no puede escapar mientras lo va destruyendo o, al contrario, le permite ejercer su melomanía de científico loco. El ha desarrollado su talento sobrehumano, y lo usa voluntariamente para destruir, para acabar de destruir la que ya era su víctima y trató de escapar. La persigue con su violencia física y psicológica, ahora mucho más implacable gracias a la invisibilidad.
La dirección de actores y las decisiones de fotografía llevan al espectador a observar con atención la pantalla , buscando como la protagonista donde está la amenaza . Planos fijos que se mantienen mucho tiempo sobre un espacio vacío, un rincón, una ventana . ¿Hay alguien ahí? Lo peor puede saltarnos encima. Las escenas filmadas desde el punto de vista del acosador , del voyeur, nos han dicho que sí existe, que sí actúa. ¿Dónde está? Una de las escenas más espeluznantes es el imperceptible vaho junto a la oreja de Cecilia…. Lo vemos, ella no, pero algo en ella le dice que algo la amenaza.
La casa, forma moderna del castillo gótico, en la cual empieza y acaba la cinta es una extensión del talento de su dueño, Con un diseño minimalista, impersonal, deja todo el lugar a la tecnología de automatización domestica. Es uno de los medios que le permiten a un esposo controlar a su esposa. Los planos fijos de la primera secuencia, oscuros, con encuadres sorprendentes que no dejan distinguir los lugares, crean espacios de vigilancia, presencias invisibles. En esta casa, Big Brother observa sin descanso. Al final de la historia, esta misma tecnología es usada para la protagonista para vencer definitivamente a su verdugo.
Una novela clásica del terror, un poco simplista en las adaptaciones anteriores, se ve ahora modernizada y utilizada con maestría para expresar el miedo en que viven muchas mujeres. Servido por una gran actriz, extraordinariamente real y autentica en su expresión del miedo insidioso que toma posesión de alguien al saberse sin recursos frente a un poder masculino que usa de todas sus armas y con toda su mala fe.
El hombre invisible cobra un nuevo sentido, es el mal machista que la sociedad no quiere reconocer. Pavor justificado o paranoia, Elisabeth Moss lo transmite con un talento enorme y nos hace temblar de empatía con ella. El acoso se siente aun cuando no se ve.
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