Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, November 29, 2013

The Boy in the Striped Pyjamas (Mark Herman, 2008) – 5.5 /10

Melodramática y con errores históricos, una cinta que quiere mostrar la atrocidad de los campos de concentración por el lado infantilizado y simplificado. Todo parece reducirse a una amistad de vacaciones y un padre autoritario. 

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Bruno (Asa Butterfield ), un niño alemán de ocho años durante el régimen nazi en la Segunda Guerra Mundial, es hijo de un estricto comandante Ralph (David Thewlis), que acaba de ser asignado a su nuevo puesto. Esto no parece gustarle mucho a su madre Elsa (Vera Farmiga) ni a su abuela (Sheila Hancock  ) pero llena de orgullo al padre, al abuelo (Richard Johnson)  y todos los amigos elegantes. Bruno, que convive junto con su hermana mayor Gretel  (Amber Beattie) en un barrio acomodado de Berlín, se ve obligado a mudarse, y a dejar a sus queridos amigos de la escuela.

En la nueva casa, con un pequeño jardín y muchas zonas prohibidas, bajo la custodia permanente del chofer el Teniente Kotler (Rupert Friend ), Bruno se siente encerrado. Vio por la ventana a unos extraños granjeros vestidos con piyamas de rayas. Cuando se lo comentó a su madre, esta mandó tapar la ventana. 

Bruno se aburre y como buen explorador que quiere ser, se escapa un buen día y conoce a un niño, llamado Shmuel (Jack Scanlon): el nombre le parece extraño pero tienen la misma edad. Empiezan a platicar, a jugar, Bruno le lleva comida. Se hacen amigos. Paralelamente, uno delos “granjeros” trabaja en la casa. Le instala a Bruno un columpio y un día le cuida una herida. El niño no entiende porque todos lo tratan tan mal. 

Todo avanza, con pequeñas peripecias y pleitos cada vez mas grandes entre padre y madre. Porque la madre sabe la gran verdad que esta amenazando a su hijo. El final es muy melodramático a la vez que inverosímil cuando se conoce un poco el funcionamiento de los campos de concentración y la perfecta (y abominable) organización nazi. Véase la autobiografía de Primo Levi. 

Es cierto que se trata de la visión inocente de un niño de ocho años. Y que nosotros espectadores no tenemos esta visión, porque sabemos desde la llegada a la nueva casa, de que se trata. Aún más, lo sabemos desde el póster y el título de la película. 

Pero toda la estructura de la película, la forma de filmar, las interpretaciones, todo es cursi, bonito, convencionalmente cuidado. Como la tiernamente dramática historia de una familia disfuncional, que limita las libertades de su niño. Niño cuya lindura rubia y grandes ojos enternecen. Todos los personajes son estereotipados : el padre orgulloso de su misión, la madre preocupada por sus hijos, la hermana adolescente que se enamora del chófer guapo, el chófer, joven nazi no muy seguro de la pureza racial de su familia. 

Es una película superficial, efectista, simplona. Y esto es triste porque un tema de este nivel no merece que lo rebajen a tal nivel. ¿O está hecha para espectadores juveniles? Pero esto no les va enseñar nada ni ayudar a enfrentar la verdad del horror real. Como no ayudaba La vida es bella de Benigni (1997). El horror real no debe ser disfrazado. Debe ser mostrado como fue. Es el mínimo respeto para los que los vivieron. Y que no tenían cara y dedos llenitos como los de Shmuel.

Monday, November 18, 2013

Le dernier jour d’un condamné (Michel Andrieu, 2002) – 6/10

Cortometraje adaptado de la novela, corta también de Víctor Hugo. No tiene, ni de lejos las cualidades de la obra original. 

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Veinticinco minutos son poco pero se podían tomar decisiones narrativas que le hubieran dado más fuerza a la película. Da una impresión poco profesional, como el trabajo de unos estudiantes al final de curso.

Se decidió usar una película blanco y negro, lo que va perfectamente bien con el ambiente claustrofóbico de la novela, haciendo contraste con las interrupciones en colorea alegres del mundo exterior: campo de trigo, árboles. 

Pero la decisión de hacer pronunciar el texto por el actor da una sensación de teatro, de espectáculo. Al mismo tiempo que la voz de Aymeric Demarigny es muy monótona, sin emoción a parte una tristeza siempre igual. 

No hay cambio de lugar cuando, en la novela, los tres lugares permiten establecer el ritmo de tres actos, cada uno con su final dramático. y acercarse geográficamente al lugar de la ejecución. 

No se siente ella paso del tiempo, cuando la escritura de Victor Hugo permite sentir como se distorsionan los días, las horas, los minutos conforme se acerca la hora fatal. 

En la película se decidió dejar al hombre siempre solo. Los diversos encuentros en la novela permiten entender la sensibilidad del prisionero al contacto con los demás, sean gente insensible, malvada o su hija de tres años  que no lo reconoce porque su papa era más guapo, y además le dijeron que ya se murió. Los demás lo rechazan o lo horrorizan. Sin hablar de los espectáculos abominables que ofrecen como el aherrojamiento de los condenados a los trabajos forzados o la canción en argot. 

Temas que anuncian lo que serán Los Miserables, treinta años después. 

En verdad esta película no tiene ninguna fuerza, ninguna emoción, cuando la brevedad hubiera podido ser una forma de hacer pasar la tragedia del condenado. No transmite el horror, la angustia que Victor Hugo transmite en el diario íntimo de su condenado anónimo. 

Lo único que se salva es la música que acompaña los momentos a color, compuesta por René-Marc Bini y Xavier Desandre- Navarre . Es a la vez intensa, extraña y harmoniosa. Es lo más fuerte de la cinta.

The Godfather I (Francis Ford Coppola, 1972) – 8.5/10

Primera parte, tres horas, grandes actores y grandes momentos. Lo que sobresale son las estrategias de grupos de poder y la fuerza del jefe. Con todos los rituales alrededor de él, obediencia, respeto. Todo llevado por un Marlon Brando monumental. 

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Todo empieza por una fiesta, el matrimonio de la hija, Connie ( Talia Shire) a finales del verano 1945 en Nueva York. Tal circunstancia permite la presencia de aliados y sujetos, permite en la sombra del despacho tomar decisiones, escuchar peticiones, concretar acuerdos. La voz apagada, las mandíbulas bajas, la mano lenta de don Vito Corleone (Marlon Brando) son memorables. Uno sueña con tener tal poder con tal economía de medios. Estar en la cima, darse a entender y obedecer con una sola mirada. 

Un partido de ajedrez se está jugando alrededor de él, en los negocios y en la familia. Los hijos, Connie y.Sonny (James Caan) están presentados rápidamente. El consigliere Tom Hagen, (Robert Duvall), hijo adoptivo, los empleados y sicarios, los protegidos. Y el hijo menor, discreto y aislado de los demás, de regreso de la guerra, Michael (Al PAcino) con su novia estadounidense Kay (Diane Keaton) .

Se definen los principios: no mesclar las drogas, y los medios: hacer una oferta que no se puede rechazar. La vida parece a veces simplemente familiar: escenas de comidas, juegos con los niños. 

Hay grandes escenas: el caballo en la cama, la muerte de Carlo Rizzi (Gianni Russo) esposo de Connie y traidor. Y sobre todo, la toma del poder por Michael, el día en que se vuelve padrino en el sentido católico, se vuelve padrino en sentido mafioso y elimina a la competencia. El montaje de esta secuencia es impresionante y, tal vez, el momento cima de la cinta. 

Hay un ritmo relativamente lento, como de algo que se está preparando, de una rutina, aunque con sus momentos fuertes en violencia, antes de un gran momento. Porque es también el fin de una época y de un estilo. Este padrino Vito tiene valores que ya van a desaparecer en el mundo moderno. Como se verá en la segunda parte.

Es un gusto ver a al pacimos joven, a Diane Keaton aunque horriblemente vestida, como niña grande. 

De la música de Nino Rota ni se habla: ha logrado permanecer en las memorias durante cuarenta años.

Friday, November 1, 2013

Dans la maison (François Ozon, 2012 ) - 7.5/10

Empezando con el realismo: un maestro de literatura en prepa y su alumno dotado, llega a lo angustiante del voyerismo. Un extraño caso de seducción-posesión por medio de la escritura.

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Libre adaptación de la obra El chico de la última fila del dramaturgo español Juan Mayorga, parece al principio otra historia de maestro decepcionado por sus alumnos y para evaluar el nivel de su grupo de Primero de Prepa , el Profesor Germain Germain (Fabrice Luchini) dio . Como tema de primera redacción del año: Cuente su último fin de semana. El tema no es espectacular pero los resultados son deprimentes. Salvo uno. El chico de la última fila, Claude Garcia (Ernst Umhauer), que no habla mucho, le entrega lo que parece ser el primer episodio de una serie intrigante, acabando su trabajo por un sugestivo "continuará" .
 
La vida del profesor Germain no es muy divertida, su esposa, Jeanne (Kristin Scott Thomas) se preocupa más por la galería que administra y que, tal vez le van a quitar las dos gemelas dueñas Rosalie et Eugénie (Yolande Moreau). Sus alumnos son unos "becerros" y las nuevas reglas de la Educación Pública llevan directamente a la mediocridad, con la aceptación sumisa del director (Jean-François Balmer). Nada para hacer vibrar a un enamorado de las letras y, tal vez, escritor fracasado.
 
Esta historia de observación obsesiva de una casa está escrita con talento y una voz sarcástica muy extraña para esa edad: la crítica es dura hacia su compañero de clase Raphael Artole (Bastien Ughetto), su padre Raphael también (Denis Ménochet), apasionado de básquet y su madre Esther ( Emmanuelle Seigner) con su "perfume de mujer de la clase media" . En resumen y con algo de desprecio "los Rapha". Pero lo que cuenta ¿es cierto? Es imaginario? En todo caso, tiende algo de enfermizo. Y el maestro se deja atrapar.
 
¿Cuál es exactamente su motivación? Ni el mismo lo sabe. ¿Es la felicidad tardía del maestro quien finalmente encuentra a un alumno talentoso, creativo, y quien toma en cuenta sus consejos? ¿O es la curiosidad, el deseo de entrar a la vida de su alumno, y con él, entrar a la vida de una familia perfecta?
 
¿Dónde está el límite entre realidad y ficción? Cuando el maestro sugiere cambios en la escritura, la escena se repite. ¿Significa que todo fue imaginario? Hasta ocurre que el maestro se encuentra con García en la escena contada, en la casa de los Rapha.
Es un juego dentro de la película, dentro de la escritura del chico. Pero el final será muy real en la vida del maestro, porque el alumno, en realidad hijo único de un padre enfermo, prisionero en una vida nada glamorosa, entrará a su vida, seducirá a su esposa. Y el maestro acabará en una clínica de reposo, totalmente deshecho. Volverá a la vida y la esperanza sólo con la visita del chico, al proponerle este observar juntos las vidas detrás de las ventanas del edificio de enfrente.
 
El alumno se volvió maestro. Peor aún, se volvió titiritero, le quitó toda voluntad y todo libre albedrio a hombre maduro e inteligente.
 
En realidad, todo eso no es más que la ilustración del poema de Baudelaire:     Quien desde fuera mira a través de una ventana abierta, jamás ve tantas cosas como quien mira una ventana cerrada. No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, tenebroso y deslumbrante que una ventana tenuemente iluminada por un candil. Lo que la luz del sol nos muestra siempre es menos interesante que cuanto acontece tras unos cristales. En esa oquedad radiante o sombría, la vida sueña, sufre, vive.

La dirección y el guión intrigantes están muy bien servidos por un Fabrice Lucchini razonable en su dicción y actuación, que no se deja llevar a su tendencia natural a sobreactuar, una Kristin Scott Thomas, primero comprensivamente distante para acabar completamente perdida, y un joven Ernst Umhauer, seductoramente malvado, carácter que acentúa el uso del uniforme, tipo internado ingles, totalmente inusual en Francia.