Melodramática y con errores históricos, una cinta que quiere mostrar la atrocidad de los campos de concentración por el lado infantilizado y simplificado. Todo parece reducirse a una amistad de vacaciones y un padre autoritario.
Ficha IMDb
Bruno (Asa Butterfield ), un niño alemán de ocho años durante el régimen nazi en la Segunda Guerra Mundial, es hijo de un estricto comandante Ralph (David Thewlis), que acaba de ser asignado a su nuevo puesto. Esto no parece gustarle mucho a su madre Elsa (Vera Farmiga) ni a su abuela (Sheila Hancock ) pero llena de orgullo al padre, al abuelo (Richard Johnson) y todos los amigos elegantes. Bruno, que convive junto con su hermana mayor Gretel (Amber Beattie) en un barrio acomodado de Berlín, se ve obligado a mudarse, y a dejar a sus queridos amigos de la escuela.
En la nueva casa, con un pequeño jardín y muchas zonas prohibidas, bajo la custodia permanente del chofer el Teniente Kotler (Rupert Friend ), Bruno se siente encerrado. Vio por la ventana a unos extraños granjeros vestidos con piyamas de rayas. Cuando se lo comentó a su madre, esta mandó tapar la ventana.
Bruno se aburre y como buen explorador que quiere ser, se escapa un buen día y conoce a un niño, llamado Shmuel (Jack Scanlon): el nombre le parece extraño pero tienen la misma edad. Empiezan a platicar, a jugar, Bruno le lleva comida. Se hacen amigos. Paralelamente, uno delos “granjeros” trabaja en la casa. Le instala a Bruno un columpio y un día le cuida una herida. El niño no entiende porque todos lo tratan tan mal.
Todo avanza, con pequeñas peripecias y pleitos cada vez mas grandes entre padre y madre. Porque la madre sabe la gran verdad que esta amenazando a su hijo. El final es muy melodramático a la vez que inverosímil cuando se conoce un poco el funcionamiento de los campos de concentración y la perfecta (y abominable) organización nazi. Véase la autobiografía de Primo Levi.
Es cierto que se trata de la visión inocente de un niño de ocho años. Y que nosotros espectadores no tenemos esta visión, porque sabemos desde la llegada a la nueva casa, de que se trata. Aún más, lo sabemos desde el póster y el título de la película.
Pero toda la estructura de la película, la forma de filmar, las interpretaciones, todo es cursi, bonito, convencionalmente cuidado. Como la tiernamente dramática historia de una familia disfuncional, que limita las libertades de su niño. Niño cuya lindura rubia y grandes ojos enternecen. Todos los personajes son estereotipados : el padre orgulloso de su misión, la madre preocupada por sus hijos, la hermana adolescente que se enamora del chófer guapo, el chófer, joven nazi no muy seguro de la pureza racial de su familia.
Es una película superficial, efectista, simplona. Y esto es triste porque un tema de este nivel no merece que lo rebajen a tal nivel. ¿O está hecha para espectadores juveniles? Pero esto no les va enseñar nada ni ayudar a enfrentar la verdad del horror real. Como no ayudaba La vida es bella de Benigni (1997). El horror real no debe ser disfrazado. Debe ser mostrado como fue. Es el mínimo respeto para los que los vivieron. Y que no tenían cara y dedos llenitos como los de Shmuel.
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