Con los defectos y las cualidades de Claude Lelouch, desde el sentimentalismo, las escenas demasiado largas, la mezcla de géneros, hasta un casting extraordinario. Una parte de la historia de Francia, Europa y Estados unidos , en torno a la Segunda Guerra Mundial, y a una presentación extraordinaria del Bolero de Ravel. Tal vez la más ambiciosa de las cintas de Lelouch, cubre decenas de años, cuatro países, decenas de personajes. La historia sigue tres generaciones, lo que significa bastantes complicaciones para el pobre espectador, que se ve sin embargo ayudado por el hecho de que un mismo actor interpreta padre hijo, o padre e nieto.
Ficha IMDb
Tres horas de película resultan un poco largas, aunque haya un intermedio como en las antiguas proyecciones. Pero el principio de la segunda parte sea tal vez inútil. Y no se hable de algunas escenas demasiado largas, muy a la Lelouch, quien gustaba mucho de dejar a sus actores improvisando hasta que se le termine el rollo (de película), o de hacer escenas “históricas” con mucha gente.
Es cierto que se puede aprender en esta cinta mucho de la historia de Europa en el siglo veinte, con Francia en el centro de los acontecimientos.
Todo empieza unos años antes de la segunda guerra mundial, lo que corresponde a la vida del propio Lelouch. Cuatro familias se están formando. Lelouch las toma en el momento del encuentro de la pareja o del nacimiento del primer hijo. En todas, el amor a la música es central. Música clásica en la familia alemana, danza en la familia rusa, grandes bandas en la familia gringa, música popular (music-hall) en la familia francesa. Por eso todos se encontrarán al final en una gran presentación: el Bolero de Ravel, bailado, cantado, tocado, admirado por miembros de la segunda generación y la tercera generación.
Pero volvamos al principio.
En 1936 en Moscou, Tatiana (Rita Poelvoorde) baila una versión bastante clásica del Boléro de Ravel frente al jurado que busca la nueva primera bailarina para el Bolchoï.. Boris Itovitch (Jorge Donn), un membro del jurado, se enamora de ella. Ella no es escogida pero se casan. Boris muere en la guerra pero su hijo, Sergei (Jorge Donn) será un extraordinario bailarín quien pasará al mundo libre en los años sesenta.
En Francia, se forma la familia Meyer. Simon, pianista /Robert Hossein) llega a trabajar a las Folies Bergères, donde Anne (Nicole Garcia) es violinista. Se casan, tienen un bebe. Pero son judíos. Durante el viaje en tren hacia el campo de concentración, deciden abandonar al bebe en las vías, con una tarjeta con dinero, su nombre y una dirección. Simon muere en las cámaras de gas. Después de la guerra, Anne busca a su hijo pero nadie sabe nada en el pueblo. Seguirá volviendo cada año. El pequeño David ha sido recogido con un hombre que pasaba, quien tomó el dinero y la tarjeta y fue a dejar al bebe a la puerta del sacerdote de un pueblo, alejado varios kilómetros. El padre Antoine (Jean-Pierre Kalfon) educó al niño con su hermana.
En Alemania, el joven pianista Karl Kremer (Daniel Olbrychski) toca en presencia del Führer quien lo felicita y le asegura una carrera exitosa. Se le confía En particular la dirección de la música de ocupación en Francia. Ahí conoce a Edith (Evelyne Bouix) , cantande de music hall con quien tiene una relación amorosa. Años más tarde, en una gira a Estados Unidos administrada por su esposa Magda (Macha Méril), como toda su vida pública, tocará en Nueva York frente a una sala vacía, ya que los judíos de la ciudad comprarán todos los boletos, como venganza por su pasado “pro-nazi”.
En Estados Unidos, Jack Glenn (James Caan) dirige una orquesta de jazz, estilo Big Band .Es casado con una francesa, Suzanne (Géraldine Chaplin). Van a tener dos hijos, Sarah.Cuando Estados Unidos decide intervenir en los combates, Va a Francia donde sigue dirigiendo.
El primer momento en qué se cruzan miembros de varias familias es cuando Jack dirige su orquestra para un baile popular celebrando la liberación. El padre Antoine, su hijo adoptivo Robert y Edith bailan en la alegría general. Pero unas amargadas se organizan para castigar a las que practicaron le “colaboración horizontal” con el ocupante. Edith es desvestida, rapada y arrastrada en las calles.
Cada personaje es inspirado por un artista real: Sergei nos remite a Rudolf Nuryev, este bailarín prodigioso quien “escogió la libertad “en el aeropuerto de Orly durante una gira, y después se quedó trabajando en Europa, hasta llegar a ser director de la Danza en la Opera e Paris, hasta su muerte en 1993. Karl Kremer es una alusión a Herbert von Karajan. Jack Glenn es obviamente Glenn Miller. Los no famosos representan a las diferentes categoriasdel pueblo francés y las distintas actitudes o sufrimientos durante la guerra.
La generación siguiente se encontrará casi veinte años después (y después del intermedio) en un tren de vuelta de la guerra de Argel. Evelyn, hija de Edith sube en Dijon al tren donde viajan exsoldados. Ahí están Francis (Francis Huster) hijo del director y jefe de Anna y Simón, Robert Prat, hijo de estos…. Y la historia sigue hasta la organización de la gran Gala para una causa humanitaria donde cada uno de la nueva generación tendrá un puesto que ocupar: cantar, bailar, presentar, dirigir la orquestra ….
El reparto es de lujo, la música, sobre todo clásica es magnífica y Jorge Donn en el Bolero es algo indescriptible.
Pero la historia es un poco larga aunque pueda servir de lección de historia para los que no tienen conocimientos de esos años.
Pero Lelouch no puede dejar de lado las costumbres y tics de Lelouch: la famosa cámara que da vueltas, como en Un homme et une homme (1966) y muchas más. Lelouch dice que aprendió eso cuando vio a Mikhaïl Kalatozov filmando Cuando pasan las cigüeñas en Moscú en 1957. No puede prescindir de escenas musicales, haciendo un filme que no es completamente pero casi una comedia musical, aunque sin un estilo determinado. Es cierto que los temas de Francis Lai y Michel Legrand son bastante pegajosos, pero llegan a cansar. Y las escenas con Nicole Croisille de vedette y Evelyne Bouix entre los bailarines acompañantes saben a pretexto.
Pero sobre todo se le puede reprochar a Lelouch su gusto por el sentimentalismo, casi sin pudor, insistente sobre los momentos más delicados, como los campos de concentración, la epuración, el suicidio de Jasón…. (Se le agradece que el reencuentro de David con su madre en la casa de ancianos sea filmado de lejos y de espalda). Lelouch insiste, avanza con sus pies de elefante en una tienda de porcelana china. Nos quiere a fuerza hacer llorar.
Pero eso ha sido una de las claves para su éxito popular, y el éxito en particular de esta cinta, contra la crítica. Lelouch sabe tocar las fibras íntimas. Habla al corazón, no a la cabeza.
A pesar de todas las reservas, hay que reconocerle que tiene talento y que Les uns et les autres merece sus tres horas de atención, con la ayuda de que los mismos actores interpreten los papeles de padres e hijos: Geraldine Chaplin y James Caan en la familia Gringa, Evelyne Bouix y Robert Hossein en Francia, Jorge Donn y Rita Poelvoorde en la familia rusa. Esto facilita el trabajo de memoria en tan complicada población.
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