Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Saturday, September 19, 2015

The International (Tom Tykwer, 2009) - 6/10

I
Inspirado en hechos reales, tiene el ritmo y el ambiente de las películas de espías de la Guerra Fría, aunque se desarrolle en la época actual, en un mundo de fronteras abiertas y negocios internacionales.

Ficha IMDb 

Louis Salinger (Clive Owen), agente de Interpol, persigue a os asesinos de uno de sus agentes. Poco a poco llegará a la conclusión que uno de los bancos más poderosos del mundo, IBBC, anda en tráficos ilegales. La estrategia es crear conflictos para después administrar el retorno a la paz, haciendo préstamos comprometedores a los nuevos gobiernos que deben   financiar la reconstrucción. Para conseguir los testimonios que necesita, pide la ayuda de la asistente fiscal del distrito de Manhattan, Eleanor Witman (Naomi Watts). Poco a poco remontará al director del banco, Jonas Skarssen (Ulrich Thomsen)

La historia se basa en eventos reales: en los setentas, el Banco Internacional de Credito y Comercio se implicó en tráfico de armas, inteligencia y administración de mercenarios.

La cinta usa de medios tal vez fáciles, como una tensión erótica latente entre los dos protagonistas, opuestos en sus caracteres, sus modos de actuar, y su aspecto físico. Mientras Salinger es desaliñado, sin peinar ni rasurar, siempre en movimiento, y finalmente poco empático, Eleanor es simplemente elegante, discreta, y apegada  a las reglas. 

Algunas escenas recuerdan a Hitchcock en El hombre que sabía demasiado , o a la trilogía Bourne. Como esta, la cinta respecta las nuevas líneas cinematográficas, impuestas por la evolución de la política, principalmente europea, y de la economía. Muchas cintas gringas deben ahora tener escenas en Europa, con una preferencia hacia la ex Europa socialista (tal vez porque cobran menos por las locaciones). Berlín es de las ciudades preferidas, con su connotación de Alemania Democrática, espías de la Stasi, y ambiente turbio. 

Las ramificaciones del complot internacional mezclan nacionalidades y ambientes (también imposición de las coproducciones internacionales): política, negocios, mafia. La preparación meticulosa del asesinato en Milán, además de ser muy bien llevada, recuerda al asesinato de Kennedy. Esta secuencia, con su precisión y su uso del espacio, es meramente un aperitivo para la gran escena del Museo Guggenheim, una persecución mortal, que aprovecha todas las características dela arquitectura de Frank Lloyd Wright, donde la espiral descendente, blanca, perfecta, enmarca un enfrentamiento fatal para ambos lados. La caída del gigantesco luminario del techo, al mismo tiempo que destruye el museo y señala el fin de la batalla, significa la caída de las esperanzas del protagonista. 

Porque esta cinta es, además de un suspenso policiaco-económico-político, la historia del fracaso de un hombre. Salinger, a lo largo de la historia, se crea una esperanza, una causa por la cual vivir, a pesar de las opiniones de sus superiores, y va progresivamente perdiendo todo. Pierde a la mujer, pierde a los testigos, pierde a los enemigos. Hasta le arrebatan al final (sobre los techos de Estambul que se volverán a utilizar en varias películas de acción), la posibilidad de ejecutar a su gran enemigo. Tal vez signifique la perdida de ideales, de ideologías. Años antes, era mucho más fácil posicionarse en un mundo divido en dos grandes bloques. Cada bloque tenía claro quiénes eran los buenos, quienes los malos. Ahora los malos se han desplazado a ambientes sofisticados, elegantes, las peleas se hacen en oficinas lujosas, entre hombres vestidos a la medida. Y lo que buscan es el poder del dinero. 

Esta desilusión se refleja muy bien en el personaje de Wexler (Armin Mueller-Stahl), ex agente dela Stasi, que ya no encuentra su lugar en este mundo post-caída del comunismo. Vende su inteligencia y experiencia al que mejor le paga. Pero su mirada cansada, más allá de sus palabras, dice muy bien su resignación: ya no cree en nada porque ya no hay ideología en la que basar su vida y sus acciones. Por eso puede pasar sin remordimientos a la causa opuesta. Es la versión vieja de Salinger, es el futuro desencantado del agente gringo. La escena del interrogatorio, brillante, dominada por la intensidad del viejo actor alemán, es sin duda clave para la comprensión del personaje protagónico. 

 Hay que recordar que el director, Tom Tykwer, realizó una gran adaptación de la novela de Suskind, El perfume: historia de un asesino (2006), donde supo construir con  las imagines el equivalente a los olores y perfumes, y volvernos tan sensibles por la vista como lo es el personajes con el olfato. Fue también realizador de la fantástica, divertida y acelerada Corre Lola, corre (1998) .

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