Parte de la vida de Billy Beane quien trató de cambiar el destino de los Atlantics, equipo de baseball de Oakland. Brad Pitt es perfecto en el papel del gerente que nunca asiste a los juegos y toma decisiones frías, basadas en estadísticas.
Ficha IMDb
Postemporada de 2001: otra vez los Atlantics son derrotados por los Yankees de Nueva York. La situación se vuelve delicada para el equipo y su gerente Billy Beane (Brad Pitt). Los Atlantics tienen poco dinero y no pueden impedir que sus jugadores estrella, Damon, Giambi, Isringhausen, se vayan a otros equipos que pagan mejor. El que fue un niño prodigio del baseball en los años 80 está en una encrucijada. Podría perder a su trabajo como perdió a su esposa Sharon (Robin Wright Penn) quien se volvió a casar y se cambió de ciudad con su hija Casey (Kerris Dorsey).
Beane es un hombre solitario, pasa mucho tiempo pensando, recordando su niñez y su adolescencia, y como lo obligaron a escoger entre una carrera universitaria y un destino de deportista. Quería estudiar en Stanford pero la fama beisbolera fue más fuerte.
Cuando visita a los directivos de Los Indios de Cleveland para proponerles un intercambio de jugadores, observa que un joven silencioso reacciona y opina en forma diferente a los demás. Se trata de Peter Brand (Jonah Hill), licenciado en economía y dueño de una memoria infalible en cuestión de estadísticas de jugadores. Beane decide proponerle trabajo en la administración de los Atlantics.
Juntos, van a delinear un plan de reestructuración del equipo. En lugar de jugadores aparentemente brillantes, van a contratar jugadores desconocidos y sobre todo ponerlos en posiciones donde sean eficientes, todo en base a las estadísticas de sus juegos pasados.
Esta estrategia está muy mal recibida por los buscadores de talento del equipo, y por el entrenador en persona Art Howe (Philip Seymour Hoffman). Pero poco a poco, los Atlantics empiezan a ganar, hasta lograr una racha de veinte victorias seguidas, estableciendo el record de la Liga Americana.
A Beane se le critica por no apoyar en la intuición del terreno, en el aspecto humano de la observación de los jugadores. Y los que dirigen al modo antiguo se regocijan cuando los Atlantics son finalmente derrotados por los Mellizos de Minnesota.
Después de este juego decepcionante, se le propondrá a Beane la gerencia de los Red Sox de Boston, equipo perseguido por una maldición desde 1918. Él rechazará un salario muy superior al de los Atlántics. Y los Red Sox, aplicando el nuevo metido, saldrán victorioso dos años después.
El solitario Billy Beane, hombre de que casi nunca sonríe, casi nunca habla con los jugadores, y nunca asiste a un juego, parece, en la interpretación de Brad Pitt, cargado con un peso venido de su adolescencia, que le impide realizarse. Vive en una constante frustración. Fue un jugador genial, admirado, celebrado, fotografiado, pero esta imagen recurrente del niño beisbolista no es sinónimo de realización o felicidad. Su relación con su hija es empañada por una distancia, en la geografía pero también en la expresión de un amor real, de una atención y comprensión mutua. El talento musical de la joven y una hermosa canción serán el medio que permitirá abrir púdicamente la puerta de los sentimientos.
La cinta resulta interesante y hasta cargada de suspenso aun para quien no entiende nada de este juego sumamente complicado y cargado de números que es el baseball. Mucho hacen para eso las interpretaciones, no solo de Brad Pitt pero también de Jonah Hill y Kerris Dorsey.
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