Entre Hitchcock, Lynch y Haneke, una historia de venganza pacientemente esperada y elaborada, donde el malo no es quien parece. En ambientes de lujo y de luz, con una fotografía muy cuidada y unas interpretaciones convincentes.
Ficha IMDb
Simon (Jason Bateman) es un joven ejecutivo de ventas en auge; cuando se le ofrece un magnifico puesto, con oportunidades de futuro glorioso, en Los Ángeles, está feliz de volver a su ciudad natal. Eso le permite dejar Chicago y algunos malos recuerdos que parecen haber afectado más a su esposa, Robyn (Rebecca Hall).
Visitan una hermosa casa en las colinas que dominan la ciudad, en medio de jardines, de vecinos amables, y con un estilo arquitectónico muy moderno, con grandes ventanales, sin postigos ni cortinas, para disfrutar al máximo de la luz.
Al hacer las primeras compras de decoración en una tienda bastante “chic”, se topan con un excompañero adolescente de Simon. Se llama Gordon Mosley (Joel Edgerton, el también director), y no se ve tan elegante y desenvuelto como ellos. Como Simon no lo recuerda para nada, Gordon tiene que precisarle quien es, o fue. En realidad, según Simon le explica después a Robyn, Gordon, o “Gordo el raro” nunca fue su amigo. A penas si se conocían.
Pero, al día siguiente, aparece una botella de vino sobre el tapete de la entrada, acompañada con una tarjeta de bienvenida en un sobre rojo. Después aparece Gordon, siempre cuando Robyn está sola. Siempre dispuesto a ayudar, a hacer trabajitos. Se adelanta a los proyectos de la joven esposa que parece un poco abandonada, un poco triste. Y, ya que está en la casa, se queda a cenar. Y se queda platicando aun cuando los temas de conversación se han agotado.
Siguen los regalos, siguen las ayudas, siguen las visitas. Simon empieza a molestarse. Y explota después de una extraña invitación a cenar en casa de Gordon.
En ese momento, la narración, de extraña, se vuelve angustiante. Los incidentes se suceden, Robyn tiene miedo, la casa se vuelve hostil. Abierta a las miradas exteriores, ya no puede ser un lugar de protección. Y la explicación a todos los problemas parece ser obvia: Gordon.
Las aclaraciones de Simon ya no le parecen suficientes a Robyn. Sospecha que algo hubo entre los dos hombres. Tiene pesadillas.
En paralelo, Simon escala peldaños en el trabajo. Como por milagro, el ejecutivo que pudiera hacerle competencia se ve envuelto en acusaciones que lo hacen descartar. Y Simon triunfa.
Hasta el día en que Robyn, embarazada, recibe la visita de su cuñada, quien le revela la verdad sobre la relación entre Simon y Gordon. Ella tratará de intervenir para componer la situación y conseguir la paz, pero se enfrentará al verdadero carácter de su esposo.
La última etapa de la venganza es terrible. Simon recibe al fin el regalo merecido.
La progresión de la narración es bastante eficaz, sabe hacerse lenta para destilar la inquietud. La fotografía es muy bien cuidada, con perspectivas y encuadras en el departamento, pasillos, cuartos, muy bien construidos, dando la idea de un equilibrio perfecto que, en realidad, está a punto de romperse. Como diciéndonos que hay que disfrutar esta belleza porque la amenaza ya está dentro de la casa.
La fragilidad de Robyn, su necesidad de compañía, y de complacer a su esposo la llevan a aceptar las intrusiones de Gordon, como acepta ser relegada en la casa, sin tener un espacio para ella. Pero esta fragilidad, perceptible en la delgadez de Rebecca hall) se transforma poco a poco en una fortaleza interior que le ayuda a buscar la verdad y, finalmente, su libertad.
Simon el guapo seguro de sí, se transforma sutilmente en un guapo hostigador, El “bully” mentiroso que en realidad nunca ha dejado de ser.
Las escenas, muy bien construidas y el suspenso bien llevado provocan en los espectadores nerviosos algunos sobresaltos. Aunque uno no puede dejar de lado algunas incoherencias: ¿porque el perro aparece solo después de varios días de narración? ¿Porque la familia de Simon es invisible durante meses, aunque el joven matrimonio este en la ciudad natal del esposo? Eso sueña a truco burdo para alargar un suspenso que podía resolverse mucho más rápido.
Pero son minucias, cuando la cinta propone un conjunto de medios: decorativos, interpretativos, visuales y sonoros (excelente música de Danny Bensi y Saunder Jurriaans ) que cumplen muy bien con su propósito.
No comments:
Post a Comment