Película exitosa, hecha con la colaboración de Serge Klarsfeld, a iniciativa del exitoso productor Ilan Goldman, originario de este grupo de judíos del barrio de Montmartre, cuya historia cuanta, y dirigida por la esposa del productor. Relata un episodio muy sombrío de la segunda guerra mundial, muestra de la colaboración atenta del gobierno de la Francia ocupada con su ocupante alemán.
Ficha IMDb
El 16 de Julio de 1942, 4000 policías franceses van de casa en casa a sacar familias enteras (incluyendo mujeres, ancianos y niños), en total 13 000 personas, los llevan en los autobús verdes parisinos hasta el Velódromo de Invierno, llamado familiarmente Vel’ d’Hiv’, situado en una callecita atrás de la Torre Eiffel. Ahí quedarán durante cinco días en condiciones de higiene espantosas, antes de ser dirigidos los solteros o parejas sin hijos a Drancy, y de ahí a Auschwitz, las familias a los campos de transito del Loiret, unos cien kilómetros al sur de Paris. De ahí, después de separar a los niños más chicos de sus madres, y ellas de los hombres, todos irán a acabar en los campos de concentración de Polonia.
La cinta empieza con los juegos de unos niños en su barrio de Montmartre. Los que llevan la estrella amarilla en el pecho no pueden entrar a los parques públicos, no pueden subirse a los carruseles, pero encuentran forma de divertirse. En la escuela, al institutor Monsieur Jouyeux (François Bureloup)no le importa el insignia infamante. En la calle, es otra cosa, porque la panadera (Catherine Hosmalin) los desprecia en voz alta, pero el anticuario los anima. En el edificio se hace más clara la situación: los padres, todos muy trabajadores y serios, no hablan muy bien el francés, las madres menos. Porque no son franceses de raíces. Son familias recién llegadas de Europa central: húngaros, polacos, rusos…
La cinta sigue en paralelo las vivencias de las víctimas y las negociaciones que llevaron a las decisiones. Por un lado, la familia Weismann, el padre Shmuel Weisman (Gad Elmaleh), su esposa Sura ( Raphaëlle Agogué ), su hija Rachel (Rebecca Marder), y su hijo Joseph (Hugo Leverdez ). Los vecinos, los Zygler, los Traube los amigos. En particular el pequeño Noe, Nono de cariño ( Mathieu y Romain Di Concetto), hermanito de su mejor amigo Simon Zygler ( Olivier Cywie).
Del lado de las vcitimas están ,a partir de la llegada al Vel’ d’Hiv’, el medico judío, el Docteur David Scheinbaum (Jean Reno) , encargado de un precario puesto de auxilios, se vuelve figura preponderante con su ayudante la enfermera protestante Annette Monod (Mélanie Laurent) .
Por otro lado, los políticos en Francia y en Alemania. Pétain ( Roland Copé) y Laval (Jean –Michel Noirey) negocian con los altos mandos alemanes. René Bousquet ( Frédéric Moulin) , director de la policía francesa, organiza los detalles: fecha (originalmente prevista para el 14 de Julio, pero se pensó el día de la fiesta nacional tal vez no era políticamente la mejor opción), listas, direcciones, inclusión de los niños a pesar del rechazo alemán. Hitler ( Udo Schenk) discurre en el radio, escucha los planes de Himmler (Thomas Darchinger) en su casa de Berchtesgaden, en compañía de Eva Braun (Franziska Schubert).
Es difícil criticar esta cinta porque tiene buenas intenciones, porque es un deber moral e histórico relatar este evento abominable, tratar de explicarlo, y sobre todo sentir el dolor, la miseria, el abandono que sufrieron las víctimas. Las nuevas generaciones deben saber y, ahora que los testigos de la guerra se han muerto casi todos, y no se pueden oír relatos, el relevo debe ser tomado por los libros, las películas, y los libros de historia.
La película cumple con ese deber de información, se sustituye a la escuela, y por cierto, fue mostrada a decenas de maestros de la Educación Pública francesa antes de salir para el público. Pero a nivel de obra de arte, no la hace. Roselyn Bosch no tiene mucha experiencia como directora, realizó una sola película, Animal en 2006, que pasó desapercibida, y escribió algunos guiones, en particular el 1492:Conquest of Paradise de Ridley Scott (1992), que tampoco fue una maravilla. Así que no sorprende mucho la falta de originalidad frente a un tema múltiples veces tratado de la segunda guerra, la ocupación, la colaboración. Sus imágenes suena falsas al querer ser demasiado explicitas. Molestan por querer ser demasiado emotivas. Quiere transmitir la imagen de un Paris globalmente resistente : gente que avisa (la conserje del edificio, Catherine Allégret), que da comida, los bomberos que desobedecen las ordenes de la policía y abren las llaves del agua para dar a la gente ,que aceptan transmitir cartas (¿la gente se lleva papel , pluma y estampillas , pensando en escribir correspondencia, cuando se les viene a sacar de su cama al alba y tienen cinco minutos para hacer una maleta?) , el Capitan Pierret ( Thierry Frémont) que se atreve a usar de su grado superior a oponerse a los policías y gendarmes. Parece que el país entero fue resistente en menor o mayor medida, así como se quiso ver a Francia después de la Liberación, sueño de grandeza y moralidad que se vino abajo en los años setenta con las revelaciones lucidas de Le chagrín et la Pitié (Marcel Ophüls – 1969) , o las novelas de Patrick Modiano .
El centro de la acción siendo los niños, la cinta cae en el truco de La vida es bella: ternura exacerbada, pelo rubio desordenado, espontaneidad, astucias infantiles, falsa inocencia. Provocar lastima en el espectador e interesar a los niños de la misma edad, los alumnos de los escuelas (y es cierto que ya no tienen conocimientos de estos hechos, me consta como maestra de secundaria).
Los personajes adultos constituyen un muestreo de las diversas opiniones políticas o religiosas: Weisman es trotskista, su esposa es judía fundamentalista, el médico es sionista, la enfermera es protestante.
EL campo de Beaune La Rolande es demasiado limpio, amplio, ordenado. Hay demasiadas escenas clichés: los cuidados de las enfermeras a los niños, los pastelillos que consiguió la enfermera, las mentiras piadosas…. Se busca a fuerza la emoción del espectador, con apoyo de la música de Philip Glass, violines tocando en el momento adecuado.
Por otro lado, los malos son a veces grotescos: Hitler es un payaso loco, atraído por las niñas, y que habla de crematorios junto a un asador. Sus discursos son risibles. No se debe olvidar que ese hombre fascinó a millones de hombres. Algún talento debía de tener para que se le creyera. Hasta Chaplin en The great Dictator (1940) supo caricaturizarlo en forma más sutil e inteligente.
La película está bien hecha, muy cuidada: 70 personajes, unos 10 000 figurantes, entre ellos 600 niños, vestimenta fiel a la época, los autobuses de la TCRP, el Velódromo fue reconstruido en Budapest, y es realmente impresionante. Un gran número de actores famosos ocupan papeles muy secundarios: Catherine Allégret, Sylvie Testut, Anne Brochet. La reconstrucción histórica se basa sobre un trabajo de investigación preciso supervisado por Serge Klarsfeld, quien, con su esposa Beate se ha dedicado a perpetrar la memoria del holocausto judío y la persecución de los culpables a través del mundo. Pero el resultado es demasiado hollywoodense, demasiado limpio y bonito, como la vestimenta y los peinados de época.
El final de la cinta usa de la lágrima fácil: Joseph logró seguir con su evasión (el guion se basa en su relato), y Noe fue adoptado por una familia. Pero ¿Cómo no llorar? Este episodio, y tantos más durante la guerra, la resistencia, los campos, es literalmente insoportable. Pone en evidencia la ausencia de límites en la maldad humana, así como la inmensa bondad de algunos. Lo único que nos queda esperar es que ya no se vuelvan a presentar semejantes circunstancias. Aunque, la actualidad no da buenas señales de esperanza.
Así que, para aprender algo sobre el episodio del Vel’ d’Hiv’ si no se sabe nada, se vale verla. Pero para disfrutar una buena película, mejor Monsieur Klein (Losey - 1976) o inclusive Elle s’appelait Sarah (Gilles Paquet-Brenner – 2011) , más accesible, menos perturbadora pero igual de bien documentada.