Adaptación de la novela de Philippe Claudel, que no tiene la complejidad desencantada ni el ambiente de culpabilidad del texto. Extraña que el autor, (tambien director de Il y a longtemps que je t'aime y Avant l'hiver ) como guionista haya permitido alteraciones que cambian, no tanto la historia en sí, sino el sentido de su obra. Sin embargo, es una cinta muy merecedora, sobre todo con las interpretaciones de Jacques Villeret y Jean-Pierre Marielle.
Ficha IMDb
En el invierno de 1917,en el nordeste de Francia, mientras ruge la Primera Guerra Mundial, una pequeña ciudad es trastornada por un crimen odioso : una niña con nombre de flor, Belle de Jour (Joséphine Japy), hija del restaurantero Bourrache ( Serge Riaboukine) es encontrada muerta en la nieve gris de lodo, a la orilla del canal. Muy cerca de allí vive el procurador Destinat (Jean Rochefort), viudo desde años, que vive solitario en su”castillo”, con una pareja de viejos sirvientes. Es un hombre íntegro, austero y dedicado a su trabajo, a punto de provocar un respecto atemorizado. Su gran enemigo es el juez encargado de la instrucción, Mierck (Jacques Villeret), un personaje odioso que no duda en pedir huevos tibios en el lugar del crimen.
El policía del pueblo, Aimé Lafaille (Denis Podalydès),y narrador, trata de hacer su investigacion, pero parece que el juez y el coronel Matziev (Franck Manzoni),juez militar, arogante, en su uniforme ajustado que vive entre su puro y un único disco repetido sin cesar, llamado para apoyar y acelerar el proceso, ya tienen todas las respuestas.
Lafaille recorre el pueblo, observa a todos, acumula las impresiones, casi siempre silencioso. Es igual de sombrío que todos, sin poder expresar los sentimientos que lo invaden: culpabilidad de quedarse lejos del frente, mientras su hermano tuvo que ir a pelar, y felicidad de su amor por su esposa Clémence (Camille Panonacle) quien espera un bebe.
Como todos los habitantes del pueblo, los humildes, los normales, Lafaille tiene recuerdos que, tal vez, pueden ayudar a entender lo que ha pasado y a encontrar el culpable. Meses antes, el institutor, apodado Le Contre (Francois Loriquet) se volvió de repente loco durante en presencia de sus alumnos. Para sustituirlo se presentó una joven, Lysia Verhareine (Marina Hands) y, como el departamento del institutor estaba en una estado de suciedad indescriptible, el alcalde (Michel Vuillermoz) le preguntó al procurador si aceptaría rentar la casita en el parque del “castillo”. Fascinado por la joven, el procurador aceptó. Empezó una extraña relación de silencios. El solitario, volviéndose casi un voyeur, supo del secreto de la institutriz que se parecía a una heroína de novela: antes de entregárselas, leía las cartas que recibía de su prometido. La proximidad con el campo de batalla era el motivo de su decisión de venir a ese pueblo perdido. En un afán de protección o de dominación, Destinat tardó mucho tiempo en entregar la carta que anunciaba la muerte del joven soldado, o tal vez porque sabía la dramática decisión que iba a tomar este ser finalmente tan solitario como él.
Y tiempo después, aparece este cadáver de niña. ¿Será el procurador el punto común entre las dos muertes? ¿Un anciano que mata a las jóvenes para evitarles ser alcanzados por el mal y la vejez? Sobre todo que una testigo, Joséphine (Agnès Sourdillon ) vio a Destinat con Flor de Marie poco antes del crimen.
La guerra está cerca, se oye el ruido de los obuses, los soldados atraviesan la ciudad, heridos, desfigurados, asustados o ebrios. La violencia es latente, en cualquier momento estallan peleas, la vida del pueblo se ve alterada por el cierre de las carreteras.
Hay que apresurar la investigación. Merck, convencido de la separación entre la gente bien y la chusma, convencido de su poder, piensa dominar al procurador al “encontrar” los culpables, dos soldados desertores .Los acusa en lugar del que piensa proteger, por fidelidad de clase, como si no pudiera en ningún momento destruir a alguien que pertenece a la misma clase que él. Así Destinat le debería el favor. Mierck encierra a Joséphine en lugar de tomar en cuenta su testimonio, Matziev expone al soldado desnudo en la noche helada. Así se fabrica un culpable.
Todo eso hace de la cinta una clásica historia policiaca, nada más que con fondo de guerra, de angustia, y con personajes extraños, encerrados en sus secretos. Los guionistas quitaron muchos personajes de la novela para concentrarse sobre esos pocos caracteres, singulares y ambiguos. Pero sobre todo, simplificaron la narración, dándole un funcionamiento cronológico, salvo el claro flash back relacionado con Lysia. También redujeron el tiempo, concentrando toda la acción en pocos meses, lo que produce algunas incoherencias con la realidad de la época.
En la novela, la posición del narrador, de quien se entiende muy tarde que es un policía, y que nunca tiene nombre, es la de un hombre que se siente culpable y relata la historia de sus dudas antes de suicidarse, veinte años después de los hechos. Porque solo veinte años después entiende lo que ha pasado. Destinat está muerto y el policía encontró entre sus cajones las cartas y el diario de Lysia, y vio el retrato de la joven esposa del procurador, con extraña semejanza con Lysia, con Belle de Jour. Y con Clémence. Clémence que murió después de dar a luz un bebe que el joven padre no pudo aceptar y asfixió con su almohada.
¿Quién es culpable? ¿El que mata (un policía de una ciudad lejana escribió confirmando que el joven soldado ya había matado a un joven con el mismo modus operandi), o él que desea matar? ¿Él que no sabe decir las palabras necesarias? ¿el país que manda los jóvenes a una guerra absurda?
Con un ritmo demasiado monótono, la cinta aclara demasiado hechos y personajes, quita las sombras de las motivaciones, las almas ya no son grises. En la novela, todos tienen su faceta mala como su faceta buena. Nadie es blanco o negro. Todo es sutil como los recovecos de la memoria. Todos son “almas grises”, en referencias a las “Almas Muertas “de Gogol. Todos en el pueblo han perdido las esperanzas de felicidad. Todos son fantasmas perdidos en una niebla que envide el paisaje, las mentes, los sentimientos.
Al entregarle a Aimé su bebe al final dela cinta, se abre una puerta a la esperanza, al futuro. Tal vez tome en sus brazos a esta criatura inocente que tiende las manos. Y eso es contrario a todo el ambiente de la novela.
Pero permanece una belleza triste, mórbida, de días de frío inverno, de pueblo pobre, de soledad. Quien mejor la encarna es Jean-Pierre Marielle encontrando aquí un papel a la altura de los más fuertes en su larga carrera actoral: un hombre viejo, destruido, aferrado al pasado y su joven esposa muerta, un hombre que vive en la muerte, una silueta opaca, obsesionada, como lo son los personajes de las grandes novelas rusas. Crimen y castigo son las obsesiones del personaje y del narrador, que en un momento de encuentro entienden que son iguales.
Pero, definitivamente, esto se siente más en la novela que en la cinta.
No comments:
Post a Comment