Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, October 1, 2018

Fleuve noir (Erick Zonca ,2018) - 6/10


Con el antiguo título de la famosa colección de novelas populares, en particular policiacas, esta cinta es la adaptación de la novela del israelí Dror Misrahi Una desaparición inquietante. El cambio de título puede verse como un indicio de una pretensión a aparentar más de lo que es realmente. El resultado, d3 ansiado largo y cargado llega a cansar.

Ficha IMDb

Tiempos actuales, en París y un suburbio boscoso, se desarrollan dos dramas paralelos cuyo elemento común es la fuerte personalidad del comandante de policía François Visconti (Vincent Cassel). Este tiene que investigar la desaparición de un adolescente, Dany Arnault, reportado por su madre angustiada, Solange (Sandrine Kimberlain); al mismo tiempo, tiene que lidiar con su propio hijo Denis (Félix Back) quien se ha dejado atraer por un grupo de traficantes de droga. Visconti manifiesta al extremo las características del inspector de policía: soledad, alcoholismo, desprecio hacia los demás, y una amplia gabardina beige. Sin olvidar una intuición fuera de serie y métodos a veces poco ortodoxos.

En el transcurso de su investigación, Visconti se topa con un vecino de la familia Arnault, Yann Bellaile (Romain Duris), profesor del joven, muy dedicado a algunos de sus alumnos a quienes da clases en el sótano del edificio, y además poseído por el deseo de volverse un gran escritor. Muy rápidamente se vuelve el principal sospechoso, lo que no parece disgustarle.

En ausencia del padre del desaparecido, Raphael (Jérôme Pouly) quien trabaja lejos, el interlocutor de los investigadores es la madre, a la vez fuerte y frágil, siempre acompañada de su hija Marie (Lauréna Thellier), retardada mental, de una edad indefinida y propensa a levantar sus faldas con facilidad.

Las pistas se tuercen, del hall del edificio con los buzones, hasta la escuela, pasando por un bosque lugar de encuentros homosexuales, pasando por el cuarto secreto del maestro en el sótano.

Al mismo tiempo, Visconti tiene que atender a las dificultades provocadas por un hijo conflictivo, provocador e inconsciente del peligro en el cual se metió con el tráfico de drogas. Las relaciones entre padre e hijo están siempre dominadas por la violencia verbal y la impaciencia.

La verdad sobre la desaparición de Dany es finalmente encontrada gracias a la intuición afinada de Visconti y unas intervenciones, por lo menos desplazadas de Bellaile. Pero una última vuelta de tuerca revela un abismo aún más profundo de abusos y disfuncionalidades.

Casi dos horas dura la cinta, con un Vincent Cassel excesivo, deformado, odioso, abusivo. Si hay que reconocerle un gran trabajo actoral, se siente una falta de control de parte del director Erick Zonca quien se dejó rebasar por el temperamento de su actor protagonista. Y por el estereotipo del policía de novela Noir, tipo Bogart o Colombo, en personajes que viven al borde de la enfermedad mental, fuera de las reglas de convivencia social.

Esta falta de control sobre sus actores se nota también claramente con Romain Duris, quien se deja llevar a darle a su personaje una autosatisfacción, que pronto se vuelve exagerada, cínica, y desprovista de cualquier sutileza.

La interpretación de los dos, y debido sobre todo a la excesiva duración de la cinta, se siente grotesca. O voluntariamente caricatural, no se logra distinguirlo. Así mismo, representan físicamente dos tipos opuestos: el barbudo mal peinado, con un hombro más alto que el otro y las piernas rígidas, probablemente sin bañar y oliendo a alcohol, se opone al cuidadoso maestro, con sus libros y su ropa perfectamente ordenados, con su bolsa de cuero para la escuela.

Eso recalca la interpretación mucho más discreta de Sandrine Kimberlain. Sus hesitaciones, sus silencios, denotan frente a esos dos machos que se sienten superiores y le imponen su presencia, que la invaden. La continua sorpresa, la estupefacción y el miedo en el que parece vivir, y que se explicará al final, en dos versiones sucesivas, están en el tono perfecto, a diferencia de las interpretaciones masculinas.

En cuanto al desarrollo de la narración, se estira, se va por demasiados recovecos que alargan sin aportar nada. Además, la sub-intriga del hijo dealer y sus peligrosos contactos, es inútil y, peor tantito, no encuentra cierre. Sin hablar de una relación sentimental totalmente improbable entre el inspector y la madre solitaria. No se hable de la presentación ridícula, grotesca, de la homosexualidad masculina escondida en el bosque.


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