Cuando todo parece terminado,
una nueva vida se abre en la soledad de una mujer silenciosa, obligada a
afrontar una situación económica y afectiva en declive. Una cinta toda en
observaciones intensas y matizadas, con un enorme respeto y una inmensa delicadeza.,
le ganó a su protagonista Ana Brun un Oso en Berlín.
Ficha IMDb
En el Paraguay actual, probablemente en la ciudad de Asunción, dos
mujeres tienen que enfrentar a la vez la madurez y los problemas económicos. Chela
(Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún) viven juntas en una gran casa de una
zona acomodada. No se entiende bien al principio la relación entre ellas, pero
es claro que están juntas en las dificultades, a pesar de enfrentar la vida de
forma muy diferente. Chela es silenciosa, retraída, fácilmente deprimida, no le
gustan muchas las reuniones con las amigas, prefiere pintar naturalezas muertas
en su taller o quedarse en cama. En cambio,
Chiquita es extrovertida, le gustan los placeres y las distracciones.A tal
punto que la única solución, para solventar las deudas que contractó, ya que no
aceptan el sobre de la colecta de sus amigas, es vender lo que han heredado de
sus familias. De hecho, están viviendo en una casa llena de humedad que parece
venta de garaje: casi todo esta a la venta, los muebles imponentes, los
cubiertos de plata, la vajilla, el piano La enorme araña del comedor se salva
por el momento. Mientras las visitas desfilan y se meten en la vida y los
recuerdos de las dos mujeres, estas tratan de seguir con sus costumbres: la
charola del desayuno de Chela, las ventanas cerradas a la luz, el ambiente claustrofóbico.
Pero las deudas contraídas por Chiquita alcanzan tal nivel que se ve obligada a
la cárcel preventiva por fraude.
Un día, casi sin saber cómo, Chela lleva en el viejo Mercedes, que todavía
no se ha vendido, a su vecina Pituca (Maria Martins), a su juego de cartas. Con
naturalidad, esta le da dinero para la gasolina. Con la misma naturalidad,
recomienda a Chela con sus amigas. Aunque no tenga licencia de manejo, y no se
sienta muy hábil en las calles demasiado transitadas o en los trayectos
demasiado largos, Chela se vuelve la conductora habitual de las damas. Le
tienen mas confianza que a un taxista desconocido que bien podría asaltarlas, o
peor, al ver sus joyas, su ropa elegante y sus mascadas de seda.
Cuando Angie (Ana Ivanova), hija de una de las comadres, le pide ayuda para
sacar sus cosas de la casa de su novio, y después para llevar a su mama a un
hospital lejano para sus terapias, Chela, que ya emprendió el camino de la liberación,
empieza a sentirse joven otra vez, a hacer intentos de coquetería, a permitirse
una nueva sensualidad, que había perdido, o que tal vez nunca experimentó bajo
la dominación de Chiquita. Una noche muy tarde, se atreve a comer sola en un
puesto de la calle, cosa que nunca en su vida había hecho, que una mujer de su
medio social nunca hace. Y no pasa nada, nadie se sorprende, nadie le dice ni
le hace nada. La vida es mucho mas fácil que lo que uno teme. Basta con hacer
las cosas, el mundo le seguirá el paso.
La cinta es una maravilla de intensidad al mismo tiempo que de sutileza.
El fotógrafo Armando Arteaga se hace discreto para no interferir con la
intimidad femenina. En una casa siempre cerrada, oscura, se ve por las puertas entreabiertas,
en los espejos. El espectador se siente como un observador escondido en un closet,
que alcanza a ver solamente una parte de la vida, de los cuerpos, de los
objetos. Las mujeres están filmadas en planes muy cerrados, muy cercanos. El resto
de la casa, los demás personajes están siempre en un segundo plano difuso,
fuera de foco. Chela parece moverse en un mundo de fantasmas, desprendiéndose de
las sombras que la han envuelto hasta ahora.
Es un mundo de mujeres, desde las mas ricas, viudas o todavía casadas, ociosas
y felices, libres de su tiempo gracias a su dinero, hasta Paty la sirvienta (Nilda
Gonzalez) que no sabe leer, pero ha aprendido en la parroquia a masajear los
pies. Es un mundo lleno de cosas, de palabras, de chismes femeninos. Chela
escucha, observa, habla poco. Pero al mismo tiempo que las cosas salen de su
casa, ella se deshace de sus miedos, de sus costumbres limitantes. También sale
de su posición social, al pasar de señora ociosa a empleada. Las que son sus iguales,
herederas de una clase social en vía de extinción, la pagan por un servicio
como ella le paga a Paty.
Sin parecer, con mucha delicadeza, la cinta aborda varios temas que no
le gustan al cine, ni a la sociedad: la homosexualidad femenina, la soledad, el
deseo sexual en la edad madura, la decadencia de los que fueron los ricos y poderosos
de un país. Es una historia de pérdidas, de gente que uno preferiría ver
desaparecer o al menos hacerse lo mas discretos y callados posible. Si Chela no
habla mucho, si nunca ha hablado mucho, retoma día a día las riendas de una
vida que parecía perdida, abandonada.
Y cuando Chiquita sale de la cárcel, vuelve a la casa y vende el coche, Chela,
con sus lentes de sol y su Mercedes, se lanza a la vida sin licencia de manejar,
y deja atrás de ella una cochera abierta.
Nunca es demasiado tarde para rebelarse y enfrentar el mundo exterior.
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