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Eran los años 80 en la Unión Soviética. El
rock era una música si no prohibida al menos muy controlada. En este ambiente underground
se pudieron expresar intentos fuera de norma como él que relata esta cinta muy
original en su forma y un tanto nostálgica en su ambiente.
Ficha IMDb
Cuando el rock más loco dominaba en Occidente, la Unión
Soviética controlaba todo. Se podía tocar cierto tipo de música, en ciertos
lugares, después de obtener el visto bueno de las autoridades. Así, en un
edificio casi abandonado se pudo instalar un Club de Rock, donde los jóvenes, dócilmente
sentados en sus butacas, escuchaban a la banda Zoopark de Mike Vassilievich Naumenko
(Roman Bilyk), de permanentes lentes oscuros. Interdicción de levantarse o
enseñar una pancarta de amor a la banda. Los inspectores pasean alrededor del
publico y reprimen cualquier movimiento fuera de lugar.
Unos días después, durante un día de campo a la
orilla del Báltico, un hermoso día de verano (significado de la palabra “Leto”
en ruso), dos músicos son presentados por un amigo común, Liosha (Filipp Avdeyev)
al ídolo de todos. Se trata de los guitarristas Viktor Tsoi “el Vago“ ( Teo
Yoo) y Alexei Rybin que tienen un
estilo bastante diferente. Poco a poco, los
dos y su baterista Oleg (Evgeniy Serzin) se unen al grupo de amigos. Natasha (Irina
Starshenbaum), esposa de Mike se siente atraída por Viktor a punto de contárselo
a su esposo quien le facilita una noche con Viktor mientras busca quien podría
grabar un disco para el nuevo talento. Les consigue también un espacio en el
club de rock al convencer a Anna Alexabdrovna ( Youlia Aug) la directora, que la letra
puede ser entendida conformemente a los lineamientos del partido ya que es obligado
exaltar lo bueno de la sociedad.
El éxito de Viktor y su grupo Kino será enorme y después
que Natalia le consiga una novia razonable, la pareja Mike- Natalia podrá seguir
por un tiempo con su vida familiar.
Lo importante en Leto ne es la historia
contada, finalmente bastante previsible del nacimiento de un nuevo ídolo gracias
a la ayuda de una estrella reconocida, de una rivalidad amorosa por una misma
mujer , conforme a las memorias de la propia Natalia Naumenko.
En cuanto a contenido, importa el momento del cual se
habla: ¿como era la vida cotidiana de los jóvenes en la URSS? ¿La vida de
todos? Departamentos compartidos, edificios abandonados, calles vacías, carencia
de alimentos básicos: un jitomate es un producto de lujo, saborear uno es casi
pecado. Occidente y sus músicos fascinan porque es un sueño fuera de alcance
imaginar que uno podría un día verlos. Pero también está el partido omnipresente
que decide de todo, que emplea una cantidad de gente para que se respeten sus reglas,
sus imposiciones en cada lugar y cada instante. La juventud, porque es el tema
de la cinta, se ve particularmente limitada, obligada a obedecer a decisiones superiores,
como ir a pelear a Afganistán. El desprecio al ser individual se ve claramente
en el control medico previo al enrolamiento. La televisión habla sólo de Brezhnev
o de números: preferentemente toneladas de producción. Todos saben que son mentiras,
pero no hay forma de evitar escucharlos. Esta sociedad instaura el control
hasta en los desplazamientos: los puentes están abiertos o cerrados en ciertas
noches, lo que permite o no estar fuera de su casa. En estas condiciones, parece
que no hay espacio para emociones, toda la energía se va a resistir, aguantar,
y, tal vez, esperar que pase el tiempo. Unos escapan en la música, casi todos
en el alcohol en grandes cantidades. Otros en una vida de lujo clandestino
pagado con billetes cuyo origen podría ser sospechoso.
El otro aspecto notable de Leto es su forma.
Se presenta como una fantasía visual desenfrenada. Las canciones objeto de
deseo de esos jóvenes son integradas a la historia como un sueño que podría realizarse
si el mundo soviético no fuera tan opresivo, si todos tuvieran el mismo amor a
la música y perdieran el miedo a expresare, a volver a la espontaneidad infantil.
En el tren, en el tramway, todos podrían cantar como en una comedia musical. La
noche bajo la lluvia, dos desconocidos podrían mezclar sus tristezas cantando Perfect
Day. Es cuando la austera fotografía en blanco y negro se tiñe de colores o
se dibuja como grafiti. Es cuando la vida se vuelve video clip
Juego de cine dentro del cine con la presencia
constante del miembro de la banda que filma todo, un doble tal vez del director,
la cinta es también un experimento visual. Si la nostalgia se expresa en una
blanco y negro muy trabajado, se ve interrumpida por momento de lirismo en
pantalla dividida, en colores vivos, con sobreimpresión manuscrita de la letra
de las canciones occidentales, las canciones soñadas, conocidas de todos. Pero momentos
de felicidad simple, cotidiana, están realzados por una sobreimpresión de líneas
brillantes, como un grafiti sobre la cinta, torpe como rallones de niños, y
llenos de luz. Ahí se refugió el lirismo, las emociones. Es la nostalgia tal
vez del cineasta hacia un tiempo en que las cosas no eran fáciles; es la puerta
abierta a vivir, a sentir de otra forma, fuera de un club de reglas rígidas, de
un departamento demasiado pequeño, de un matrimonio demasiado tranquilo.
Lejos del desilusionado Discípulo (Serebrennikov
– 2016), testimonio angustiante de la perdida de espiritualidad y de
moral de la nueva Rusia, a pesar del regreso omnipresente dela iglesia, Leto
es una visión esperanzadora hacia el pasado: a pesar de todo, esos fueron maravillosos
años; las limitaciones no impidieron crear, vivir, sentir, ser felices.