Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Tuesday, March 16, 2021

Paris,Texas (Wim Wenders, 1984) – 8.5/10



Un hombre busca corregir sus errores y, según él, recomponer las vidas que perjudicó. La mirada de un cineasta europeo sobre América con magnifica fotografía, música inspirada e interpretaciones perfectas. Obtuvo la Palma de Oro en Cannes 1984. Pero parece que algo le falta para conmover.

Ficha IMDb

En un inmenso desierto típicamente estadounidense, visión perfecta de western, un hombre camina solo. Con saco, sin sombrero, termina la ultima gota de agua de un bidón de plástico, y sigue caminando. Al llegar a un restaurante perdido en medio de ninguna parte, cuyo único producto es cerveza o cubitos de hielo, se desmaya. En un consultorio lleno de luz verde, el doctor Ulmer (Bernhard Wicki) trata de hacerlo hablar, sin éxito. Sin embargo, encuentra un documento de identidad que le permite avisar al hermano del desconocido. 

El hombre perdido es Travis Henderson(Harry Dean Stanton) quien desapareció hace cuatro años sin dejar huella. Su hijo Hunter (Hunter Carson) quedó al cuidado de su tío Walt (Dean Stockwell), casado con la francesa Anne (Aurore Clément) en Los Ángeles.  Es un niño feliz, muy bien integrado a su escuela, muy amado por sus padres “adoptivos” que nunca le han dicho la verdad, tal vez por miedo a perderlo.

Walt no duda ni un instante en tomar un avión hasta Houston y rentar un coche para recorrer kilómetros de carreteras desiertas en busca de su hermano. Con él tampoco Travis habla. El viaje de regreso se organiza, entre fugas, insomnios, silencios. El miedo de Travis a volar los obliga a pasar dos días en la carretera, pero poco a poco el silencio se rompe, a partir de la fotografía de un extraño lugar, Paris,Texas donde Travis quería comprar un terreno. 

Al llegar a Los Ángeles, Travis es tratado con mucha empatía, paciencia. Walt y Anne se preparan a la idea de dejar al niño con su verdadero padre. El acercamiento se va haciendo paulatinamente. La generosidad de la pareja es tal que Anne revela a Travis que ha estado en contacto con Jane (Nastassia Kinski), la madre de Hunter quien hace una vez al mes un deposito a una cuenta bancaria para el niño, en Houston. Travis decide ir en busca de ella y se lleva al niño, feliz de la aventura. Otro viaje empieza, que llevará al encuentro con una mujer independiente que trabaja en un peep show, una cabina para voyeurs. La confesión de Travis permite el reencuentro de madre e hijo.

Wim Wenders, cineasta de la nueva generación alemana, siempre ha sido fascinado por Estados Unidos, como muchos de sus contemporáneos europeos. Los grandes espacios, las carreteras sin fin, el sol abrasador y la música country son motivos estéticos muy alejados de la realidad europea, de dimensiones mucho más reducidas. La fotografía de Robby Müller traduce la sensación de extrañeza del habitante de ciudad europea, París o Berlín, frente a los espacios abiertos, a las pequeñas ciudades que son simplemente una calle central con su tienda que vende de todo, su iglesia, su restaurante y su motel, o los estacionamientos amplios con las tiendas alrededor. Esto es una visión de europeo. Cualquiera que ha ido a Estados Unidos no se sorprende con las calles rectas y anchas, cualquiera que ha viajado en América, del Norte o del Sur, conoce los espacios sin limites y los inmensos cielos. Es hermoso, es impresionante, pero no es extraño.Wim Wenders construye cada imagen muy cuidadosamente, en su composición, sus proporciones, y sobre todo sus colores, fuertes, deslumbrantes. Colores de la América mítica, colores de neón o de ciudades nocturnas. Y, sobre todo, rojo de la gorra de Travis, que poco a poco invadirá la ropa de su hijo, mostrando con pruebas visuales el acercamiento entre padre e hijo. 

Los interpretes son todos perfectamente justos, equilibrados. La bondad profunda de Walt y Anne, su paciencia y su capacidad de someterse a lo que decida Travis son una prueba de amor totalmente desinteresado al punto de aceptar la partida del niño que aman como si fuera suyo. Hunter, magníficamente interpretado por el pequeño Hunter Carson, es un niño feliz, normal, que tiene amigos y pasatiempos, que acepta con facilidad lo que proponen los adultos si estos aceptan entrar a su mundo de niño. Travis es el único que no encaja. Nunca encajó. Su confesión en la cabina de Jane, dándole la espalda y hablando de ellos en tercera persona porque la revelación de su culpa es demasiado grave para arriesgar que una mirada de ella lo detenga, es la confirmación que él fue la causa de la desgracia general. Su amor posesivo, sus celos, su alcoholismo la llevaron a huir con el niño. El sentimiento de su propia incapacidad la hizo dejarlo al cuidado de personas más equilibradas, o menos heridas, que ella. Travis fue el responsable y sobre las ruinas que dejó, todos trataron de reconstruir un equilibrio que, al menos en el caso de Hunter resultó ser un equilibrio de felicidad. Para Jane, si no fue felicidad, fue al menos una vida independiente, sin sufrimiento. 

El único que no ha logrado todavía curar las heridas es Travis. Ahora, después de años pasados lejos de todos, en México, decidió volver y recomponer lo que destruyó. La música de Ry Cooder utiliza varias melodías mexicanas, como una presencia en contrapunto de la vida escondida del alcohólico arrepentido. Pero Travis, en su obsesión muda y testaruda, avanza sobre su camino, llevando con él a todos, sin preguntarles en qué los está afectando y sí aceptan esos cambios. Al final, después de organizar la reunión madre - hijo, se va. Puede parecer una decisión madura, porque sabe que volverá a caer en celos y posesividad y prefiere sacrificarse para no entorpecer la felicidad de los demás. En realidad, Travis actúa como un cobarde egoísta que sólo busca satisfacer su propia obsesión de reparación. Para alcanzar su objetivo destruye las vidas y los equilibrios que se han construido. En realidad, sigue siendo el mismo abusador que siempre fue, nada más que con la convicción y tal vez la apariencia moral, de actuar bien.

Es un punto de vista finalmente muy masculino, muy dominador. La cinta de Wim Wenders en ningún momento se interesa en el punto de vista de los demás. La construcción, probablemente frustrante, del nuevo equilibrio de Jane. La elaboración del nido familiar, todavía en proceso, como lo muestra la casa todavía sin terminar, por unos padres por obligación, que han aceptado con un inmenso amor a un niño que se les impuso, y que aceptan con la misma paciencia a un hermano que no comparte nada y que se va a llevar todo. Todo eso se ve sacrificado a la tranquilidad de conciencia de un alcohólico recuperado y su imagen de un ideal familiar perdido por su culpa. 

Tal vez es por eso por lo que la película, a pesar de su perfección estética y narrativa, de road movie doble, no logra conmover. Es, a final de cuentas, muy fría, estéticamente egocéntrica, a la imagen de su personaje principal que persigue su idea de reparación de sus culpas como otros persiguen una venganza, avanzando sin mirar a los lados las vidas que afectan. 


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