Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, February 12, 2018

Je vais bien, ne t’en fais pas (Philippe Lioret, 2006) – 5.5/10


Adaptada de una novela de Olivier Adam, escritor últimamente exitoso en Francia, la cinta se aleja del texto para caer en facilidades.Lástima porque el suspenso psicológico y el retrato de una juventud poco presente en el cine podían agradar. sin embargo, las actuaciones son interesantes: Kad Merad se hizo merecedor de un Cesar.

Ficha IMDb

AL volver de una estancia de verano en Barcelona después de acabar el liceo (¿guiño a Cédric Klapisch y su Auberge espagnole?), Elise se entera de que su hermano gemelo Loîc ha dejado la casa después de una pelea con su padre, más fuerte que las habituales. Los padres, Isabelle (Isabelle Renauld) y Paul (Kad Merad) no tienen muchas explicaciones para Elise quien trata en vano de comunicarse con su hermano. Este no contesta al teléfono ni se reporta a los mensajes. Ninguna explicación tampoco por parte de un amigo cercano, con quien Loïc componía música. Parece que el joven se fue sin avisar a nadie, nada más con su guitarra.

Al filo de las semanas, Elise se deja llevar por la desesperación, alternando lagrimas y gritos para con sus padres. Poco a poco deja de comer, hasta el día en que se desmaya durante una clase en la universidad. La única solución parece ser internarla en el servicio psiquiátrico de un hospital. Ahí, tendrá que seguir el tratamiento reservado a las anoréxicas: nada de teléfono, televisión, lectura o visitas hasta que acepte comer.

Elise logra llamar a escondidas a su amiga Léa (Aîssa Maîga) quien viene a rescatarla en compañía de su novio Thomas (Julien Boisselier), apodado “Rana” porque trabaja en el servicio meteorológico. Desgraciadamente la evasión no se puede llevar a cabo y la reclusión se vuelve más drástica a pesar de las suplicaciones de los padres. Bajo las reglas del director, el sistema psiquiátrico parece ser más carcelario que humano. Pero un buen día, llega una carta y Elise vuelve a comer.

Decide abandonar los estudios, y, bajo la mirada incomprensiva y un tanto despreciativa de su padre, empieza a trabajar de cajera en un supermercado parisino. Bajo la influencia de Thomas, consigue un departamento en parís y empieza a alejarse de la casa familiar. Como las postales siguen llegando, decide aprovechar sus días libres y sus vacaciones para ir en búsqueda de Loïc.

Es así como, durante una estancia en Bretaña, ve a su padre comprar una tarjeta postal, escribir unas palabras y depositarla.

La verdad completa será encontrada por Thomas, ahora novio de Elise, al visitar el cementerio de la pequeña ciudad donde viven los padres de Elise y Loïc y, o coincidencia, los de Thomas: una tumba lleva el nombre del hermano. Justo antes del regreso de Elise a casa de sus padres, le da tiempo de hacérselo saber a Isabelle y Paul. Ellos le cuentan del accidente de alpinismo del joven y le piden mantener el secreto.

La novela, escrita en capítulos muy cortos, sabe mezclar la vida actual de Elise con sus recuerdos, y siembra en forma muy discreta y atinada, pequeños indicios sobre los secretos que los padres mantienen para proteger a su hija de un dolor que saben no podría soportar.

Además, hace una descripción muy realista de la vida monótona de una chica de 22 años, de origines muy populares: un padre que ha trabajado toda su vida, una madre sin estudios, una casa igual a tantas casas de los suburbios modestos de Paris. Además del desprecio por parte de los jóvenes que hacen estudios universitarios, Elise, poco dotada para los estudios, tiene que aguantar el trato machista de los hombres, de su edad o mayores como el gerente del supermercado. Vive casi totalmente aislada, dedicada a la búsqueda y al culto de la memoria de su hermano, yendo de un fracaso sentimental a otro.

Nada de esas observaciones aparece en la cinta cuyo guion se deja ir a simplificaciones: en lugar de ser la hermana mayor protegida por un hermanito más inteligente y talentoso, Elise se ve ahora unida a él por el lazo gemelar. El episodio en el servicio psiquiátrico, apenas aludido en la novela, se vuelve una parte muy importante y larga de la cinta, al punto de transformarse prácticamente en un alegato en contra de la psiquiatría. Casi casi Atrapado sin salida (One Flew Over the Cuckoo’s Nest - Milos Forman – 1975).

Las relaciones entre personajes están exageradas y se vuelven estereotipadas, con gritos, lagrimas y escena de amor bajo la lluvia.

Afortunadamente, las interpretaciones logran, casi, salvar el asunto. Los dos jóvenes y los dos adultos hacen su trabajo con convicción y el papel del padre, muy secundario en la novela, pasa a primer plano. La historia ya no es tanto la búsqueda del hermano que las tentativas, torpes pero llenas de buenas intenciones, de un padre que conoce tan bien a su hija que es capaz de mentirle y recorrer Francia para mandarle consuelo.

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