Adaptada de una novela de Olivier Adam, escritor últimamente
exitoso en Francia, la cinta se aleja del texto para caer en facilidades.Lástima
porque el suspenso psicológico y el retrato de una juventud poco presente en el
cine podían agradar. sin embargo, las actuaciones son interesantes: Kad Merad
se hizo merecedor de un Cesar.
Ficha IMDb
AL volver de una estancia
de verano en Barcelona después de acabar el liceo (¿guiño a Cédric Klapisch y su
Auberge espagnole?), Elise se entera
de que su hermano gemelo Loîc ha dejado la casa después de una pelea con su padre,
más fuerte que las habituales. Los padres, Isabelle (Isabelle Renauld) y Paul (Kad
Merad) no tienen muchas explicaciones para Elise quien trata en vano de
comunicarse con su hermano. Este no contesta al teléfono ni se reporta a los
mensajes. Ninguna explicación tampoco por parte de un amigo cercano, con quien
Loïc componía música. Parece que el joven se fue sin avisar a nadie, nada más
con su guitarra.
Al filo de las semanas,
Elise se deja llevar por la desesperación, alternando lagrimas y gritos para
con sus padres. Poco a poco deja de comer, hasta el día en que se desmaya durante
una clase en la universidad. La única solución parece ser internarla en el
servicio psiquiátrico de un hospital. Ahí, tendrá que seguir el tratamiento
reservado a las anoréxicas: nada de teléfono, televisión, lectura o visitas
hasta que acepte comer.
Elise logra llamar
a escondidas a su amiga Léa (Aîssa Maîga) quien viene a rescatarla en compañía
de su novio Thomas (Julien Boisselier), apodado “Rana” porque trabaja en el
servicio meteorológico. Desgraciadamente la evasión no se puede llevar a cabo y
la reclusión se vuelve más drástica a pesar de las suplicaciones de los padres.
Bajo las reglas del director, el sistema psiquiátrico parece ser más carcelario
que humano. Pero un buen día, llega una carta y Elise vuelve a comer.
Decide abandonar
los estudios, y, bajo la mirada incomprensiva y un tanto despreciativa de su
padre, empieza a trabajar de cajera en un supermercado parisino. Bajo la
influencia de Thomas, consigue un departamento en parís y empieza a alejarse de
la casa familiar. Como las postales siguen llegando, decide aprovechar sus días
libres y sus vacaciones para ir en búsqueda de Loïc.
Es así como,
durante una estancia en Bretaña, ve a su padre comprar una tarjeta postal,
escribir unas palabras y depositarla.
La verdad completa
será encontrada por Thomas, ahora novio de Elise, al visitar el cementerio de la
pequeña ciudad donde viven los padres de Elise y Loïc y, o coincidencia, los de
Thomas: una tumba lleva el nombre del hermano. Justo antes del regreso de Elise
a casa de sus padres, le da tiempo de hacérselo saber a Isabelle y Paul. Ellos
le cuentan del accidente de alpinismo del joven y le piden mantener el secreto.
La novela, escrita
en capítulos muy cortos, sabe mezclar la vida actual de Elise con sus recuerdos,
y siembra en forma muy discreta y atinada, pequeños indicios sobre los secretos
que los padres mantienen para proteger a su hija de un dolor que saben no
podría soportar.
Además, hace una
descripción muy realista de la vida monótona de una chica de 22 años, de
origines muy populares: un padre que ha trabajado toda su vida, una madre sin
estudios, una casa igual a tantas casas de los suburbios modestos de Paris. Además
del desprecio por parte de los jóvenes que hacen estudios universitarios, Elise,
poco dotada para los estudios, tiene que aguantar el trato machista de los
hombres, de su edad o mayores como el gerente del supermercado. Vive casi
totalmente aislada, dedicada a la búsqueda y al culto de la memoria de su
hermano, yendo de un fracaso sentimental a otro.
Nada de esas
observaciones aparece en la cinta cuyo guion se deja ir a simplificaciones: en
lugar de ser la hermana mayor protegida por un hermanito más inteligente y
talentoso, Elise se ve ahora unida a él por el lazo gemelar. El episodio en el servicio
psiquiátrico, apenas aludido en la novela, se vuelve una parte muy importante y
larga de la cinta, al punto de transformarse prácticamente en un alegato en
contra de la psiquiatría. Casi casi Atrapado sin salida (One Flew Over the Cuckoo’s Nest - Milos Forman
– 1975).
Las relaciones
entre personajes están exageradas y se vuelven estereotipadas, con gritos,
lagrimas y escena de amor bajo la lluvia.
Afortunadamente,
las interpretaciones logran, casi, salvar el asunto. Los dos jóvenes y los dos
adultos hacen su trabajo con convicción y el papel del padre, muy secundario en
la novela, pasa a primer plano. La historia ya no es tanto la búsqueda del
hermano que las tentativas, torpes pero llenas de buenas intenciones, de un
padre que conoce tan bien a su hija que es capaz de mentirle y recorrer Francia
para mandarle consuelo.
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