Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, February 18, 2018

Darkest Hour (Joe Wright, 2017) - 8 /10


Biografía de unos días del hombre fuerte de la segunda guerra mundial, el que supo desde el principio y en contra de todos los políticos, identificar el peligro representado por Hitler. La cinta toma él que obtuviera después el premio Nobel de Literatura en sus primeros días como primer ministro y nos lo muestra en su trabajo personal y sus discursos, con unos detalles más íntimos.

Ficha IMDb

Fue sin lugar a duda el hombre más fuerte de Europa y tal vez de occidente durante la segunda guerra mundial. El volumen de su silueta no dejaba mucho espacio para los demás, sus hábitos de consumo de alcohol y tabaco, y su libertad de palabra hacían de él casi un monstruo. Tenía un sentido del humor mordaz y muchas veces irrespectuoso. En realidad, no se doblega ante nadie. Cundo todos pensaban que se podía negociar con Hitler, el asumió, desde el principio y muy firmemente, que esta posición no podría funcionar y que Hitler avanzaría sin escrúpulos.

Nació en un medio privilegiado, vivió y creció con sirvientes y dinero. Una madre muy seductora y un padre que lo despreciaba lo llevaron y tratar sin descanso estar a la altura de un ideal, para demonstrar que si podría tener éxito. Trabajador incansable, exigía de todos que le siguieran el ritmo. Y, todos alrededor de el empezando por su esposa Clementine y sus hijos hacían todo para establecer las condiciones propicias a los objetivos de él.

Esta figura prominente, por los hábitos, por la silueta, por la voz, esta persona, mas que las condiciones históricas que lo revelan, es el tema de la cita de Wright. Con un guion de Anthony McCarten, toma a Winston Churchill en el momento en que el primer ministro, salido del mismo partido conservador, Chamberlain, debe aceptar el fracaso de su política. El Reino Unido está en guerra, parte de Europa, en particular Francia, esta en guerra, porque Alemania traccionó los acuerdos de Múnich, firmados en septiembre de 1938 para calmar al canciller Hitler. Pero Alemania avanza, Países Bajos y Bélgica se ven invadidos, Las tropas alemanas amenazan a Francia, y desde la costa se acercan al Reino Unido. Las nuevas armas hacen que la situación isleña no sea ya una verdadera protección.

La cinta empieza por un discurso en la cámara de Comunes de un diputado que pide la renuncia de Neville Chamberlain (Ronald Pickup). Esta cámara será en varias ocasiones el punto de referencia en la carrera política de Churchill, el lugar del desafío, la fosa de los leones, donde deberá ganarse la aprobación oficial. Al menos, en la cinta de Wright.

Después de discusiones en el seno del partido, con todo el formalismo vestimentario inglés, se llega a la decisión de escoger a Winston Churchill, a pesar de la oposición de Lord Halifax (Stephen Dillane) y Chambelain mismo.

La primera aparición del deseado y odiado ministro está preparada con todo un talento teatral: llegada de una nueva secretaria, Elizabeth Neel (Lily James), explicación de las exigencias del jefe, cuarto en la oscuridad, antes de descubrir al casi monstruo en bata de seda.

De ahí siguen las etapas de la subida al poder, con acompañamiento familiar y protocolo real. Clementine (Kristin Scott-Thomas), siempre elegante, amorosa sin perder la lucidez sobre los defectos de su esposo, lleva la vida cotidiana, administra las cuentas. El rey George VI (Ben Mendelsohn), el tartamudo del Discurso del rey (Tom Hooper - 2010), mantiene con poca autoridad sus obligaciones protocolarias.

El desarrollo de la cinta corresponde a las etapas históricas de la guerra, objetivas y verificables con las fechas de calendario que aparecen a modo de certificación histórica y de marcadores cronológicos. Conforme van avanzando los alemanes, Churchill tiene que tomar decisiones y, para eso, ganarse confianzas.

La cinta, al ser antes que todo biográfica, revela detalles del comportamiento, de la forma de trabajar, del carácter La voz, las bromas, las cantidades de alcohol, el inevitable puro, el sombrero, nada falta de las imagines que se volvieron simbólicas del personaje. Pero también se da el lujo de mostrarlo como un ser humano que, contrariamente a su apariencia de ogro, puede ser humano, tomarse el tiempo de explicar o de consultar. Dos momentos particularmente sirven esta intención de acercarse al monstruo: la aplicación que da a Elizabeth sobre la situación de Dunkerque, llevándola al “saint des saints”, el cuartel general de guerra, y mostrándole en un mapa la situación de los ejércitos y la estrategia de la operación Dynamo, que permitirá la evacuación de 300 000 hombres gracias al sacrificio de 4000 en Calais. La misma que cuenta con maestría Christopher Nolan en su magnífico Dunkirk (2017).

Y, la larga secuencia del metro, al que Churchill baja que primera vez, el que nunca tuvo que desplazarse por sus propios medios. La secuencia construye la mitología del personaje y sirve para justificar la decisión final de no negociar con Hitler, decisión que en realidad Churchill ya había tomado, pero para la cual necesitaba una justificación democrática, frente a la position negociadora de su ministro de Relaciones exteriores, Halifax.  Probablemente falsa, la anécdota funciona muy bien en la dinámica del relato porque permite llegar al elemento de resolución y al gran discurso. Sirve también a construir un mito de la unión del pueblo entero con Churchill, bajo la comprensión del rey cercano a su pueblo. Estos tres polos representarían una voz profunda y sabia del pueblo, alejada de los intereses políticos de los pacifistas como Halifax. En cierta forma, constituyen una imagen de la profunda intuición de la verdad histórico, del bien histórico. Un poco como la imagen construida de una Francia entera unida en la resistencia atrás del General de Gaulle. Los grandes hombres como la emanación espontánea de la grandeza del pueblo.

La cinta es también la historia de un hombre de discursos. Desde el primero, el de llegada al puesto, que no será aplaudido por los miembros del partido, siguiendo las instrucciones del pañuelo de Chamberlain, discurso famoso por la cuádruple mención de sufrimientos: “Sangre, dolor, lagrimas, sudor "   para conseguir una victoria cuatro veces repetida. Hasta el último, en la cinta, que afirma con toda la fuerza retorica posible, que Inglaterra resistirá. Y este discurso, siguiendo el pañuelo de Chamberlain, fue aplaudido por todos con un inmenso entusiasmo.

Así que la cinta, además de ser la descripción de un hombre excepcional, en aspectos personales, logra también representan una evolución, en la construcción de relaciones personales, y en la afirmación de un talento oratorio extraordinario. Como la cinta hace decir a Halifax: “Acaba de movilizar al idioma ingles y de mandarlo al campo de guerra”

Para eso hacía falta un actor excepcional. Gary Oldman, irreconocible por los kilos de maquillaje, de panza, le da a su Churchill una fuerza, una presencia que le ganarán probablemente un Oscar. A veces odioso, a veces cómico, a veces tierno, a veces incomprensible, sobre todo con el puro en la boca, nunca ebrio, siempre eficiente, siempre obteniendo lo que él quiere, Winston Churchill aparece como el único hombre capaz de hacerle frente a un Hitler que casi nunca se ve.

Todo eso se hace en un ambiente y una hechura muy clásicos, en sus encuadres muy cuidados, sus colores oscuros, al punto de parecer a veces una cinta en blanco y negro, Las batas de seda de Winston parecen aún más fuera de lugar, y el color del whisky brilla como pecaminoso. El cuartel de guerra subterráneo, e históricamente exacto, se presta a un laberinto de secretos y angustias, metáfora de la mente solitaria del primer ministro.

Es notable que los eventos de la cinta acaban a fines de mayo de 1940, unos días antes del llamado que hiciera el general de Gaulle por Radio Londres a los franceses, militares y civiles que quisieran resistir después de la redición de Francia el 17 de junio por el Mariscal Pétain. La relación entre Churchill y De Gaulle no iba a ser muy harmoniosa, dos personalidades muy autoritarias y muy egocéntricas pelean juntas por un mismo objetivo: detener al nazismo.

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