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A partir de un suceso histórico real, y no
tan extraño en las costumbres políticas de los reinados, Chantal Thomas escribió
una casi-novela centrada sobre las jóvenes víctimas de las decisiones adultas,
desterradas, aisladas. Y finalmente mandadas de vuelta a sus países cuando ya
no servían los propósitos de los reinos. Como bultos inútiles.
Ficha IMDb
En 1715 muere Luis XIV, el magnífico. El rey que gobernó Francia con mano de
hierro durante setenta y dos años. La llevó a la grandeza, a un prestigio
internacional inigualado, por medio de opresión política, dictadura intelectual,
guerras incesantes y carísimas. Bajo su
reino el país alcanzo las cimas de la literatura, las artes plásticas,
musicales, del espectáculo, la arquitectura. Pero los últimos años se sintieron
muy pesados y todos suspiraron de alivio cuando murió. en particular su sobrino
Philippe d’Orléans, quien manipuló un poco el testamento de su tío para
volverse único Regente mientras Luis XV esperaba su mayoría de edad a los 13 años.
Después de tantas guerras se anhelaba un tiempo de
paz y el Regente se dedicó a administrar Francia con sabiduría política y económica.
Sin embargo, la posterioridad se acuerda solamente de sus excesos libertinos y
la Régence quedó como la época de todas
las inmoralidades, tiempo de Sade, de Choderlos de Laclos y sus Relaciones peligrosas.
En 1721, se le ocurre a Philippe d’Orléans (Olivier
Gourmet) una idea genial, que sirve a la paz y la grandeza de Francia al mismo tiempo
que a la grandeza de su propia familia, rama secundaria de la monarquía: un
doble matrimonio. Luis XV (Igor van Dessel) tiene 11 años, hay que encontrarle
una esposa para garantizar la descendencia real. Quien mejor que una princesa española,
lo que terminaría con un conflicto de años. Felipe V (Lambert Wilson), nieto de
Luis XIV y su segunda esposa, Elizabeth Farnèse (Maya Sansa) tienen una hermosa
hija, María Victoria (Juliane Lepoureau). Tiene apenas 4 años: no importa. Tendrá
tiempo para adaptarse a la vida en Francia y a su futuro papel. El rey español
esta sumamente favorable ya que los remordimientos de haber llevado tantos
hombres a la muerte lo han cambiado de “el animoso” que era a un creyente
obsesionado por la religión. Ya no quiere saber nada de guerras.
Pero el regente no pierde de vista el interés de su
propia familia y pone como condición el matrimonio de su propia hija Louise- Elizabeth,
Mademoiselle de Montpensier (Anamaria Vartolomei) con el propio hijo del rey
español, Luis, príncipe de Asturias (Kacey Mottet Klein), nacido de María
Gabriela de Saboya, primera esposa de Felipe. Louise -Elizabeth tiene 12 años,
Luis 15.
Se organizan los viajes de las princesas, con lujo de
acompañantes. El intercambio tiene lugar el 9 de enero de1722, en la Isla de
los faisanes, en medio del rio Bidasoa que marca la frontera entre las dos
naciones. A partir de ahí, cada una tiene que aprender, adaptarse a nuevas costumbres,
prepararse a su nuevo papel de futura reina.
En Paris y después en Versalles, las cosas empiezan
bien para María-Victoria, esta linda muñeca llena de gracia e inteligencia,
guiada y protegida por Madame de Ventadour (Catherine Mouchet), tutora del rey,
y adoptada por la princesa Palatina, madre del regente (Andréa Ferréol) quien vivió
la misma situación de destierro cuando joven. Pero Luis XV demuestra solo
indiferencia, para disimular los celos que le provoca perder la atención de
Madame de Ventadour.
En Madrid, en El Escorial, pasa todo lo contrario. A
Luis le gustaría acercarse a su prometida. Pero esta lo rechaza, como rechaza todo
y a todos. Su mal carácter, sus malos hábitos, su falta de distinción, y hasta
sus enfermedades frecuentes disgustan a todos.
Poco después de la mayoría de edad de Luis XV muere Philippe d’Orléans, a quien se sustituye como Primer Ministro el duque de Condé (Thomas Mustin), opuesto a la política de su predecesor. Rumores circulan sobre la Infanta: demasiado pequeña, demasiado frágil, su cuerpo no parece ser capaz de dar hijos al rey. En España, Felipe abdica para retirarse a rezar en su nueva Granja de san Ildefonso. Luis le sucede, pero el matrimonio no se consuma. La reina consorte pasa su tiempo comiendo y jugando con sus damas. Cuando Luis muere siete meses después, victima de la viruela, Felipe debe volver.
La devolución de María-Victoria
provoca la devolución de la joven viuda, reina efímera de España. Orea vez se cruzan
en la Bidasoa, esta vez en silencio.
El libro de Chantal Thomas, basado
en documentos de época: cartas, memorias, periódicos, se construye en forma estrictamente
paralela entre los dos destinos de las princesas intercambiadas. Mes a mes
avanzan sus vidas en un nuevo entorno, en nuevos espacios, con un nuevo idioma,
nuevos adultos. Esto le permite a la autora mostrar cuan semejantes son los destinos
de princesas reales. Al mismo tiempo permite recalcar las diferentes de caracteres:
María-Victoria es una muñeca adorable, amada y admirada por todos mientras
Louise-Elizabeth es insoportable. Los futuros esposos, con la misma pasión para
la caza, son totalmente diferentes de carácter: el rey francés es sumamente consciente
de sus futuras responsabilidades mientras el español no se ve muy interesado por
el ejercicio del poder. El primero no esta interesado en su futura esposa, el
secundo se siente muy atraído.
Como no se puede inventar mucho
con los datos históricos, la autora amplia su análisis al entrar, inventando
tal vez, a la vida intima de sus personajes. Para los tres mayores, habla de sexualidad;
para la pequeña habla de muñecas. Les presta preferencias un tanto extrañas,
casi perversas, o llegando a la locura en el caso de Louise-Elizabeth. Para la Infanta,
sus decenas de muñecas son la metáfora de sus propios sentimientos, tristezas,
dudas.
Desgraciadamente, ya no queda nada
de estas intimidades en la cinta de Marc Dugain. Se queda en la superficie, en
lo visible. Los personajes son apariencias insondables. No tienen interioridad.
La dirección de actores también
deja bastante que desear: Louise- Elizabeth se comporta y habla como una
adolescente actual de los suburbios. Su rebeldía, y sobre todo su forma de expresarla,
es totalmente anacrónica. Felipe V es un fanático religioso, que vive en camisa
y pegado a su esposa. Su forma de hablar como poseído es poco creíble. Los únicos
que parecen sensatos, en cuestión de interpretación, son el regente y Madame de
Ventadour , así como la pequeña María-Victoria , perfecta en su papel de niña que
vive su abandono con majestad y dignidad.
Se nota una falta de
presupuesto. El numero de cortesanos, de sirvientes, de soldados en las escoltas,
esta reducido a cantidades ridículas. Casi no hay escenas en publico o en
exterior. La gran escena del Autodafé que se le “regala” a Louise -Elizabeth,
no se ve. Se le explica en la mesa de la cena, por cierto, muy de familia, digna
mas de la burguesía que de la realeza. La fotografía es magnifica y los trajes
son muy lujosos, lo que permite en algunos momentos unas escenas hermosas,
dignas de los cuadros de la época. Cuadros individuales, dúos, cuadros de grupos,
muy fieles a la estética pictórica de la monarquía.
Es una lastima que Marc Dugain no
haya podido realizar una cinta de más envergadura, de mas potencia. Esta se
queda en una linda y triste historia, sobre unas princesitas transportadas,
intercambiadas y devueltas como bultos. Sus novelas nos han mostrado una sensibilidad
y una efectividad bien superiores, trátese de La avenida de los gigantes, biografía novelizada del asesino en
serie Ed Kemper , el “asesino de las colegialas” en California en los años 70 ,
o La chambre des officiers, adaptado
por 2001 por François Dupeyron , sobre los desfigurados de la Primera Guerra Mundial .
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