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Una
road-movie en el sur profundo, en los años del racismo y la segregación, con un
chofer italiano muy seguro de si y un músico negro muy distinguido. Muchos clichés,
pero un resultado eficiente y agradable, sobre todo gracias a dos grandes actuaciones.
Ficha IMDb
A Anthony Vallelonga (Viggo Mortensen) lo llaman Tony
Lip porque tiene una gran facilidad de habla. Puede convencer a cualquiera de
cualquier cosa, engañar, elogiar. Su trabajo de vigilante en un restaurante,
italiano por supuesto, se acaba temporalmente cuando el negocio cierra por
renovaciones. Casado con Dolores (Linda Cardellini), con dos hijos pequeños,
Tony necesita ganar dinero. Por eso acude a una entrevista con el Doctor Don
Shirley (Mahershala Ali), famoso pianista de jazz quien emprende una gira de
conciertos en el sur profundo con sus compañeros de trio
Sus funciones son no solamente de conductor, sino también
de administrador, agente, secretario, organizador. Para eso le dan The Negro Motorist Green Book, publicado
y actualizado varias veces durante de los años 30 a los años 60 por Victor Hugo
Green, el cual proporciona las
direcciones de moteles, hoteles, restaurantes, cafeterías y otros negocios
adonde les es permitido entrar a la gente de color, lo que les permite obedecer
a las leyes segregacionistas de Jim Crow.
Durante el largo viaje, conductor y pasajero estarán confrontados
a causa de su educación, de sus hábitos. cada uno le enseñará algo al otro. El
hombre del pueblo, “autentico”, dueño de una autoconfianza basada principalmente
en la ignorancia de los problemas y los conceptos ajenos a su pequeño circulo
italo-neoyorquino-familiar, es quien introduce al hombre culto y complicado a
unos valores de la vida real, del sabor deliciosamente graso del pollo frito, a
los cantantes de jazz de moda. En eso, no se invierte la escala de valores: el
blanco revela la verdad al negro. Como en Intouchables (Olivier Nakache, Éric Toledano - 2011), película francesa ambientada en los
años 2000, pasa exactamente lo mismo. Se
trata de compartir e intercambiar. El rico gana en sencillez, el pobre gana en
cultura, siguiendo un esquema y una narración bastante previsibles. Unas etapas
dramáticas, como el arresto después de un encuentro homosexual, o de suspenso
como el atasco en la nieve, sirven para mantener una cierta angustia ante el
final esperado y la pregunta:” ¿Llegará Tony a tiempo para una navidad
familiar?”, lo que obviamente prepara un final feliz para la gran familia
italiana y la integración del extraño a un ambiente afectivo que nunca conoció.
Durante el larguísimo viaje, largo en días y en kilómetros,
cada uno de los personajes madura, pasando de certidumbres a más flexibilidad.
La vida ya no es tan blanco y negro, sin juegos de palabras. Ya ganó en matices:
el macho racista italiano, con su jerarquización racial donde un negro es menos
que un italiano que es menos que un blanco, sabe ahora que a veces los
escalones se mueven. El negro elitista aprende a conocer la cultura de la gente
de su color que no es de su clase social. Finalmente, cada uno expande su
horizonte de conocimiento. Tal vez lo único que no cambia es el sentimiento de
superioridad masculina hacia la mujer.
Uno no puede evitar pensar en Driving Miss Daisy (Bruce Beresford -1989),
con la diferencia que los papeles están invertidos. De hecho, The Green Book sorprende al poner al
hombre blanco en la posición del sirviente. Algunas situaciones, como por
ejemplo la prohibición para la gente de color de usar los sanitarios para blancos,
recuerdan The Help (Tate Taylor -
2011) . Simple y sencillamente porque era la situación de la segregación en los
años 50, cuando empezó el combate por los derechos civiles
También surgen comparaciones
con otra película que sale mas o menos al mismo tiempo The BlacKkKalansman (Spike Lee - 2018). A diferencia de esta cinta
que se inclina más hacia el humor negro, y la violencia sarcástica, The Green Book es una cinta emotiva que
escandaliza a través de la compasión, el enternecimiento y la sonrisa fácil. El
malestar que pueden provocar ciertas situaciones se ve rápidamente borrado por
escenas reconfortantes, debidas a los ejemplos de bondad humana, sea de parte
de Tony, sea de algún buen samaritano adelantado a la sociedad sureña en la
cual vive.
Buen sentido del humor, aunque un poco fácil, muy
buenos sentimientos, un poco de angustia, van conforman un pequeño coctel
agridulce que acaba en un sentimiento de paz y satisfacción para el espectador:
aún en las peores situaciones sociales, hay gente de buena voluntad, hay un
entendimiento posible entre individuos a pesar de las leyes que nos imponen
comportamientos. El ser humano es grande, es superior a las condiciones en las
cuales le tocó vivir.
Sin embargo, la película
funciona sobre todo por sus actores. Ver a Viggo Mortensen, el hombre fuerte,
insensible de las cintas de David Cronenberg, envuelto en kilos y palabras para
un papel de arquetipo italoamericano, machista y racista, es un gusto. es mal
hablado, mal educado, ignorante. Es un payaso. Pero es un buen hombre, dedicado
a su esposa y a sus hijos, fiel a sus amigos, honesto y trabajador. Mahershala
Ali seduce, enternece a pesar de su porte alto y orgulloso. La soledad y el
sufrimiento escondido, sobrellevado con dignidad provocan la admiración: él
encarna las dificultades de la vida, frente a un Tony Lip que, a pesar de la
pobreza, tiene una vida mucho más fácil. El músico lucha contra su educación,
sus gustos, su raza.
T he Green Book es una historia para sentirse bien, para sentir que la vida puede ser bondadosa y la gente buena, sobre todo que es una historia real. Pero, pasadas unas horas, la sensación de alivio se desvanece y uno se queda con la decepción intelectual: a esta cinta le falta mucha originalidad.
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