Inspirada
por un hecho real, esta comedia sarcástica es el relato de una operación
policiaca al mismo tiempo que una campaña contra el odio blanco, tal vez poco
sutil.
Ficha IMDb
En 1979, Ron Stallworth (John David Washington, hijo de Denzel), autor
del libro y personaje principal , es el primer policía negro de Colorado
Springs, ciudad tradicionalmente provinciana, conservadora y blanca. Eso es su primera
hazaña. Tal vez para justificar su puesto, para darse a reconocer, tiene la
idea genial de infiltrarse en actividades del grupo negro local. La visita de
un gran orador, Kwame Ture ( Corey Hawkins) ex Pantera Negra ,
es la primera oportunidad, que le permite también conocer a Patrice Dumas ( Laura
Harrier), activista de izquierda.
Un día
leyendo el periódico, se le ocurre a Ron responder a la invitación de un
anuncio y comunicarse con la oficina del KKK.
Muy bien recibido por teléfono, sigue con la aventura y se hace invitar
para un primer contacto en persona, que llevará a muchos otros encuentros. Si
el policía negro es bastante bien educado y sabe modular su voz y su pronunciación
para hablar como blanco, no puede visualmente hacerse pasar por uno, por lo que
necesita de un doble. Su colega Flip Zimmerman (Adam Driver) será la versión visible
de Stallworth. De encuentros en barbecues, de entrenamientos de tiro en bromas
racistas, Stallworth sube en la confianza de la célula local del Klan, dirigida
por Walter Breachway (Ryan Eggold) , secundado por un peligroso fanático, Felix
Kendrickson (Jasper Pääkkönen), tan misógino como antisemita como antinegros.
El gran día
llega cuando el jefe máximo del Klan, David Duke (Topher Grace) llega a entronizar
a los nuevos miembros , particularmente a Stallworth con quien ha tenida
charlas telefónicas muy interesantes. Mientras Zimmerman vive la intensidad de
su nueva posición dentro del grupo, Stallworth tiene el encargo oficial de cuidar,
él negro, la seguridad del huésped especial de Colorado Springs, al mismo
tiempo que su novia Patrice asiste a una reunión con un veterano de la lucha
negra, Jerome Turner (Harry Belafonte ) , que cuenta el abominable suplicio de
un negro , inspirado por la película Nacimiento de una nación (D.W. Griffith – 1915)), que el Klan esta mirando en el
mismo momento.
La cinta de
Lee es la historia de una operación de infiltración, clásica en sus principios
pero donde las características particulares del objetivo a infiltrar así como
del infiltrado hacen imposible tal infiltración. De ahí surgen elementos cómicos
y astucias que ponen en ridículo a los interlocutores de Stallworth. Lo saben
él y su equipo, lo sabe el espectador, lo que crea una complicidad divertida,
y, hay que reconocerlo, poco sutil. Provoca también para el doble blanco, Zimmerman,
una serie de peligros, que pimentan el suspenso, y permiten a su personaje
estar a la altura, o rebasar a su inspirador. Él que jala las cuerdas,
Stallwoth, no podría hacer nada sin la astucia, la rapidez de reflejos, la
inventividad y el humor de su marioneta Driver. En eso, la cinta tiene algo del
humor voluntariamente forzado de los hermanos Coen. Paradojicamente, el racismo
del Klan y las alusiones insistentes de Felix hacen que Zimmerman tome
consciencia de que es judío, lo que nunca había en realidad sentido.
La cinta es también una operación de propaganda que
usa de un sistema maniqueo. Los del KKK son estúpidos, fanáticos,
manipuladores, misóginos. Los negros son listos, hábiles, divertidos, así como
sus amigos. Esta dualidad sistemática se ve también en un montaje binarios,
sobre todo al final de la cinta, en el momento cumbre de las reuniones de
supremacía. Toma por toma, personaje por personaje y finalmente palabra por
palabra, el grupo alrededor de tener hace eco al grupo alrededor de Duke. Es
procedimiento es eficiente, provoca en el espectador una reacción de simpatía
hacia el grupo negro y de odio hacia el grupo supremacista blanco.
Es una de las debilidades de la cinta: no invita al
dialogo o a la comprensión, lleva los grupos a encerrarse sobre si mismos. Los
medios que utiliza Lee son medios de propaganda, enormes, tanto por la risa,
por la burla, por la ridiculización, o por la compasión.
Los momentos que no pertenecen a la narración y se
incluye al principio y al final pertenecen a distintos géneros : la escena de Lo que el viento se llevó, con un panorámico
sobre la estación de Atlanta llenada de soldados del Sur heridos, y que se cierra
sobre la bandera de los Confederados, bandera que usaron los fundadores del grupo
ya que eran veteranos del Sur, inmediatamente después de la guerra , y que sigue
siendo hoy bandera del KKK; el discurso loco,
alucinado y alucinante del Dr. Kennebrew Beauregard (Alec Baldwin ), como Drake, el jefe del KKK, o como cualquier
miembro fanatizado, con superposición de imágenes en blanco y negro de Nacimiento de una nación que van cambiando a colores que se vuelven sangrientamente
rojas; finalmente imágenes documentales de discursos del verdadero David Duke y
de los disturbios de Charlottesville en 2017, declaran abiertamente el rechazo
a los movimientos de odio a los negros.
La película en ningún momento menciona fechas, pero
el vestuario y sobre todo los peinados “afro” aluden claramente a los años
setenta. Sin embargo, las oraciones, los términos a la Trump y, al final, las imágenes
documentales dicen claramente que, si este historia no es nueva (y la cinta de Griffith
remonta a una época aun más remota) , sigue muy vigente, demasiado actual.
El gran inconveniente de la cinta es que gusta, divierte mientras se ve. Su
mensaje es fuerte, sus efectos funcionan, sus referencias interesan, sean políticas
o, históricas o culturales. Uno sale del cine convencido de haber visto una
excelente película. Pero esta impresión se diluye y, unos días después, no
queda prácticamente nada del efecto producido. Sin embargo, para que una obra
se pueda considerar como importante, es necesario que la impresión causada se
mantenga en las memorias. Y, desgraciadamente, no es el caso, por la exagerada
obviedad de los medios utilizados por Lee.
Claro que se podría objetar que acciones y posiciones tan exageradas e
intolerantes que las del Klan no merecen ninguna sutileza.
No comments:
Post a Comment