Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Thursday, December 27, 2018

BlackKkKlansman (Spike Lee, 2018) – 7.5 /10




Inspirada por un hecho real, esta comedia sarcástica es el relato de una operación policiaca al mismo tiempo que una campaña contra el odio blanco, tal vez poco sutil.

Ficha IMDb

En 1979, Ron Stallworth (John David Washington, hijo de Denzel), autor del libro y personaje principal , es el primer policía negro de Colorado Springs, ciudad tradicionalmente provinciana, conservadora y blanca. Eso es su primera hazaña. Tal vez para justificar su puesto, para darse a reconocer, tiene la idea genial de infiltrarse en actividades del grupo negro local. La visita de un gran orador, Kwame Ture ( Corey Hawkins) ex Pantera Negra , es la primera oportunidad, que le permite también conocer a Patrice Dumas ( Laura Harrier), activista de izquierda.

Un día leyendo el periódico, se le ocurre a Ron responder a la invitación de un anuncio y comunicarse con la oficina del KKK.  Muy bien recibido por teléfono, sigue con la aventura y se hace invitar para un primer contacto en persona, que llevará a muchos otros encuentros. Si el policía negro es bastante bien educado y sabe modular su voz y su pronunciación para hablar como blanco, no puede visualmente hacerse pasar por uno, por lo que necesita de un doble. Su colega Flip Zimmerman (Adam Driver) será la versión visible de Stallworth. De encuentros en barbecues, de entrenamientos de tiro en bromas racistas, Stallworth sube en la confianza de la célula local del Klan, dirigida por Walter Breachway (Ryan Eggold) , secundado por un peligroso fanático, Felix Kendrickson (Jasper Pääkkönen), tan misógino como antisemita como antinegros.
El gran día llega cuando el jefe máximo del Klan, David Duke (Topher Grace) llega a entronizar a los nuevos miembros , particularmente a Stallworth con quien ha tenida charlas telefónicas muy interesantes. Mientras Zimmerman vive la intensidad de su nueva posición dentro del grupo, Stallworth tiene el encargo oficial de cuidar, él negro, la seguridad del huésped especial de Colorado Springs, al mismo tiempo que su novia Patrice asiste a una reunión con un veterano de la lucha negra, Jerome Turner (Harry Belafonte ) , que cuenta el abominable suplicio de un negro , inspirado por la película Nacimiento de una nación (D.W. Griffith – 1915)), que el Klan esta mirando en el mismo momento.
La cinta de Lee es la historia de una operación de infiltración, clásica en sus principios pero donde las características particulares del objetivo a infiltrar así como del infiltrado hacen imposible tal infiltración. De ahí surgen elementos cómicos y astucias que ponen en ridículo a los interlocutores de Stallworth. Lo saben él y su equipo, lo sabe el espectador, lo que crea una complicidad divertida, y, hay que reconocerlo, poco sutil. Provoca también para el doble blanco, Zimmerman, una serie de peligros, que pimentan el suspenso, y permiten a su personaje estar a la altura, o rebasar a su inspirador. Él que jala las cuerdas, Stallwoth, no podría hacer nada sin la astucia, la rapidez de reflejos, la inventividad y el humor de su marioneta Driver. En eso, la cinta tiene algo del humor voluntariamente forzado de los hermanos Coen. Paradojicamente, el racismo del Klan y las alusiones insistentes de Felix hacen que Zimmerman tome consciencia de que es judío, lo que nunca había en realidad sentido.
La cinta es también una operación de propaganda que usa de un sistema maniqueo. Los del KKK son estúpidos, fanáticos, manipuladores, misóginos. Los negros son listos, hábiles, divertidos, así como sus amigos. Esta dualidad sistemática se ve también en un montaje binarios, sobre todo al final de la cinta, en el momento cumbre de las reuniones de supremacía. Toma por toma, personaje por personaje y finalmente palabra por palabra, el grupo alrededor de tener hace eco al grupo alrededor de Duke. Es procedimiento es eficiente, provoca en el espectador una reacción de simpatía hacia el grupo negro y de odio hacia el grupo supremacista blanco.
Es una de las debilidades de la cinta: no invita al dialogo o a la comprensión, lleva los grupos a encerrarse sobre si mismos. Los medios que utiliza Lee son medios de propaganda, enormes, tanto por la risa, por la burla, por la ridiculización, o por la compasión.
Los momentos que no pertenecen a la narración y se incluye al principio y al final pertenecen a distintos géneros : la escena de Lo que el viento se llevó, con un panorámico sobre la estación de Atlanta llenada de soldados del Sur heridos, y que se cierra sobre la bandera de los Confederados, bandera que usaron los fundadores del grupo ya que eran veteranos del Sur, inmediatamente después de la guerra , y que sigue siendo hoy bandera del KKK; el discurso loco,  alucinado y alucinante del Dr. Kennebrew Beauregard (Alec Baldwin ), como Drake, el jefe del KKK, o como cualquier miembro fanatizado, con superposición de imágenes en blanco y negro de Nacimiento de una nación  que van cambiando a colores que se vuelven sangrientamente rojas; finalmente imágenes documentales de discursos del verdadero David Duke y de los disturbios de Charlottesville en 2017, declaran abiertamente el rechazo a los movimientos de odio a los negros.

La película en ningún momento menciona fechas, pero el vestuario y sobre todo los peinados “afro” aluden claramente a los años setenta. Sin embargo, las oraciones, los términos a la Trump y, al final, las imágenes documentales dicen claramente que, si este historia no es nueva (y la cinta de Griffith remonta a una época aun más remota) , sigue muy vigente, demasiado actual.
El gran inconveniente de la cinta es que gusta, divierte mientras se ve. Su mensaje es fuerte, sus efectos funcionan, sus referencias interesan, sean políticas o, históricas o culturales. Uno sale del cine convencido de haber visto una excelente película. Pero esta impresión se diluye y, unos días después, no queda prácticamente nada del efecto producido. Sin embargo, para que una obra se pueda considerar como importante, es necesario que la impresión causada se mantenga en las memorias. Y, desgraciadamente, no es el caso, por la exagerada obviedad de los medios utilizados por Lee.

Claro que se podría objetar que acciones y posiciones tan exageradas e intolerantes que las del Klan no merecen ninguna sutileza.

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