Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Wednesday, December 5, 2018

Twelve Monkeys (Terry Gilliam, 1995) – 9/10


Varios viajes en el tiempo llevan al personaje principal a encuentros que tomarán poco a poco sentido. Con pistas falsas, tanto en lo sentimientos como en las motivaciones y acciones, la cinta demanda mucha atención del espectador, pero resulta muy atractiva por el mundo pesimista que va dibujando y por las excelentes interpretaciones de los tres protagonistas, con una mención especial para Brad Pitt.

Ficha IMDb

En 1990, James Cole (Bruce Willis) llega a Baltimore; lo mandaron del futuro, exactamente desde 2035 para investigar el motivo de la aparición y difusión del virus moral que acabó con el 99% de la población en 1996, 38 años antes, cuando James Cole era un niño. El problema es que cree estar llegando a 1996, año de la catástrofe.

La cinta se desarrolla casi todo el tiempo según la mente de Cole, que literalmente no entiende nada, convencido de que lo mandaron realmente a la fecha escogida por los gobernantes de lo que es su tiempo real actual, 2035.

La primera misión de Cole es un fracaso porque aterriza demasiado tiempo antes de la catástrofe. Sin embargo, encuentra pistas que serán de utilidad. En el asilo donde lo encierran, conoce a Jeffrey Goines (Brad Pitt), loco genial e inspirado que habla de conspiraciones y mundo en peligro. Hijo de un biólogo dedicado al estudio de las cepas virales, ha decidido constituir un grupo de protesta Los doce moños. Todo parece indicar que ellos serán los responsables de soltar el virus. El otro encuentro es la doctora Kathryn Railly (Madeleine Stowe) quien tal vez podría creerle a Cole.

Un segundo viaje lleva a Cole a Francia durante la Primera Guerra Mundial. De este aterrizaje en el tiempo, quedarán fotografías, que llevan a la Doctora, en 1996, a poner en dudas sus propias certidumbres, sobre todo con la bala de principios del Siglo Veinte que extrae de la pierna de Cole.

Al principio resulta difícil para el espectador ubicarse en el tempo. Pero rápidamente logra reconstruir el eje temporal y la historia se vuelve entonces bastante lógica.

El tiempo actual, de Cole, su punto de partida es un futuro lejano, lleno de tecnología opresiva, sin color, sin afectos. Es una prisión que recuerda los peores mundos post apocalípticos. Además, Terry Gilliam usa de encuadres inconfortables, travellings imposibles, ángulos muy abiertos, sonidos que no corresponden a las imágenes, muchos contrapicados que ponen al espectador en la misma sensación de desequilibro que la que vive el protagonista. La gente en medio de la cual Cole debe hacerse su camino son enfermos, mentales, pobres, marginales u opositores al sistema. Gente al borde del colapso, del crimen o del suicidio. El hecho de que se busque una solución para un problema que ya ocurrió y tuvo sus consecuencias muestra bien lo absurdo de las pretensiones humanas.

Cole se encuentra con dos personajes que podrían darle una respuesta. Goines hijo, interpretado por Brad Pitt es una falsa respuesta ya que parece ser un punto medular en su oposición a su padre y a un sistema que desprecia el medio ambiente y las especies animales. Pero su locura, real o simulada, es una cortina de humo, una trampa en la que todos caen, cayeron, o van a caer. Afortunadamente para la cordura de Cole, de la doctora y del espectador, se elucida quien es el culpable de la epidemia: el Doctor Peters (David Morse) , que no logran detener al subirse al avión para el primer destino donde soltará el virus.

La escena final en el aeropuerto cuando el Cole del pasado se encuentra con el Cole del “presente” es un recuerdo del cortometraje La jetée (Chris Marker, 1962). Ver el futuro está reservado a los locos, los dioses o a Casandra, condenada a no ser creída cuando lo predice, como recuerda la Dra Railly, Cole se ve cargado de un poder que no puede manejar: el hombre duro de 2035 es también el niño asustado de 1996. Es él que sueña, que imagina, que recuerda. o tal vez que alucina. Lleva en él todos los tiempos.
Doce Monos no es una cinta fácil, no es de puro entretenimiento. Obliga a reflexionar, no sólo para entender la cronología, sino sobre nuestra sociedad y sus decisiones.

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