Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, December 23, 2018

The House That Jack Built (Lars von Trier, 2018) – 9/10


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Muy construida, provocativa, repulsiva a veces, lo que no sorprende con este danés polémico, la cinta es , una vez más, un dialogo filosófico, basado ahora en El infierno de Dante. No se recomienda para ojos sensibles.

Ficha IMDb

El protagonista se llama Jack (Matt Dillon), a secas. Pero ese nombre es rico de connotaciones y dobles sentidos: Jack es el famoso destripador de Londres, jack es el nombre en ingles del gato para levantar un coche y cambiar una llanta, Jack es el comodín de las barajas, Jack es un nombre muy frecuente en Estados Unidos, sobrenombre de muchos John, entre ellos un Kennedy…

Jack habla con un hombre invisible, voz off de un anciano (Bruno Ganz): confesor, analista, periodista, terapeuta o amigo intimo. Un hombre muy interesado en conocer mejor a ese caso especial de perversión. Poco a poco lo conoceremos mejor, se llama Verge, lo que en inglés significa limite, borde, ha escrito La Eneida, o sea: es Virgilio, lo que será confirmado por el cuadro viviente de La barca de Dante de Delacroix, y por el recorrido por los Infiernos.

Como La divina comedia, la cinta de Von Trier esta estructurada en partes, cantos par Dante, “incidentes” para von Trier. Son cinco de los sesenta asesinatos perpetrados por Jack durante doce años, en la década de los 70 y que sirven a la construcción de su casa de cadáveres. Esta casa, como una gigante escultura, se va armando en una cámara frigorífica que Jack renta en una zona de almacenes. Al fondo de la cámara está una puerta que nunca ha podido abrir. La casa de cadáveres progresa poco a poco, como sustitución de la verdadera casa a la orilla de un lago que el arquitecto frustrado, en realidad ingeniero, nunca ha podido terminar.

Curiosamente, Jack encuentra siempre lugares vacíos, afuera o dentro de las ciudades y parece que el mundo entero, al ausentarse, se vuelve cómplice de sus exacciones.


Los cinco “incidentes” escogidos con toda parcialidad por Jack van creciendo en refinamiento cruel al mismo tiempo que revelan lados escondidos de su personalidad. Son para él la legitimación del asesinato como obra de arte. Por cierto, los medios conocen a Jack como “Señor Sofisticación”, reconociendo en cierta forma su excelso talento en crímenes fuera de lo común, y, sobre todo, exentos de pasión.

El primer asesinato relatado es él de una mujer inmovilizada en un bosque del estado de Washington por una llanta ponchada, por lo que necesita un “Jack”  para la compostura. El incidente es breve; la mujer (Uma Thurman) insoportable y su muerte nos parece casi justificada.

El secundo crimen toma una tonalidad profundamente cómica ya que la obsesión compulsiva de la limpieza impide a Jack escapar del lugar a pesar del acercamiento de la policía. Convencido de que dejó una mancha de sangre (rojo) en algún lugar de la casa de su víctima, una mujer viuda y codiciosa (Siobhan Fallon Hogan), tiene que volver sin cesar a la casa, bajar y subir otra vez el cuerpo a su camioneta, y finalmente arrastrarlo en la carretera, corriendo el riesgo de ser visto. Con esta víctima, viuda, Jack actúa como el joker de las barajas, llamado también Jack: desempeña varios papeles, desde policía, agente de seguros, hasta compañero del esposo, con tal de poder colarse dentro de la casa.

El tercer incidente ya no hace reír, después de la mujer seductora y caprichosa, después de la anciana codiciosa, se pasa a una madre de familia (Sofie Gräbol) con sus hijos. La jornada de caza, el juego de guerra en el cual se ven involucrados a fuerza, es terrorífico. Extraña coincidencia: todos llevan gorras rojas.

El cuarto incidente se anuncia nauseabundo, gore, totalmente malsano físicamente, sin ninguna sutileza en su sadismo antifemenino, o anti-mujeres estúpidas, “simples” según Jack.  Se anticipa desde el principio lo que va a pasar con los senos de Simple (Riley Keough), llamada en realidad Jacqueline, con quien Jack se comunica por un teléfono rojo. 

La quinta etapa reanuda con el humor negro, en el cual participa una de las víctimas (Yu Ji-tae), retrasando el momento fatal con sus consejos sobre la Full Metal Jacket necesaria para llevar a cabo el plan criminal. Ahí queda clara la metonimia entre el hombre y el objeto que utiliza. Este episodio recuerda las torturas nazis, las torturas asiáticas, unificando los campos de exterminación del mundo en una misma imagen de violencia fría y estéticamente organizada.

Cuando parece que todo va a terminar y que la policía va por fin poner un alto, la puerta misteriosa del fondo de la cámara frigorífica se abre :Vence espera a su pupila y el epílogo, llamado catabasis, descenso a los Infiernos, puede empezar. Vence actúa ahora como guía, al igual que el Virgilio de La divina comedia, Jack viste la toga renacentista y la estola roja (como el rojo de la camioneta en el primer incidente y que se vuelve recurrente en cada episodio) de Dante en el cuadro de Delacroix. Pueden entrar a las profundidades de los Infiernos. Y Jack puede escoger cómo pasar al otro lado del precipicio para volver a acceder al mundo de los vivos.  Pero su Ubris lo llevará a la caída fatal. ¿Otra coincidencia?: Bruno Ganz fue el extraordinario interprete de Hitler en Der Untergang (literalmente: caminar hacia abajo, misma formación de la palabra que cata-basis ) traducido en Latinoamérica como La caída (Oliver Hirschbiegel - 2004).

Cada etapa, además del relato de los hechos con sus explicaciones en la voz de su autor, ofrece digresiones, paseos por las artes: visuales, de Botticelli a Klimt; musicales, en particular el pianista Glenn Gould: literarias con Goethe o William Blake, quien cuestiona en sus obras la convivencia entre belleza, fealdad, maldad…  En efecto, Jack considera que su trabajo está a la altura de las más altas manifestaciones del arte universal. El crimen es arte, porque es intervención sobre el orden natural de las cosas, es decisión y disposición, corrección a veces, como en el caso de los senos de Simple. El arte transforma la realidad, como la política. La búsqueda maniática de ordenar la realidad, de darle un significado, puede derivar en el autoritarismo de un Himmler o un Goebbels, de la misma forma que produjo un Goethe, cuya vestimenta del siglo XVIII se ve en Vence.

Más allá del horror, del asco que pueden provocar las imágenes, la cinta de Lars von Trier, es, una vez más, una reflexión organizada e ilustrada sobre la condición y los comportamientos humanos, sobre lo más profundo en el hombre: el mal.

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