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Una
historia poco original en sí, pero contado de una forma muy nueva: todo se ve
en pantallas, todas estas pantallas que invaden nuestra vida actual. El resultado
es muy eficiente, con un suspenso muy bien llevado a pesar de nunca ver a los personajes
“en carne y hueso”.
Ficha IMDb
Margot Kim (Michelle La), 16 años, hija de David (John
Cho) ha desaparecido. Este, como cualquier padre preocupado, le manda SMS y WhatsApp,
trata de contactarla por Skype. Sin respuesta. Cuando alerta a la Policía, la investigadora
Rosemary Vick (Debra Messing) e toma el asunto muy seriamente y los esfuerzos
de los dos parecen avanzar. Sobre todo, David se mete a la laptop de su hija, a
sus redes sociales, a sus correos, lo que lo lleva a hablar, por internet, con
diferentes personas del entorno de la joven: compañeros de clase, madres,
maestros …Poco a poco aprende a conocer mejor a su hija , a darse cuenta que desconocía
muchas cosas de los sentimientos y actividades de Margot, sobre todo desde la
muerte, dos años antes, de su madre, Pamela (Sara Sohn) fallecida a raíz de un cáncer.
La vida anterior de la familia, unida y cómplice, es revelada mediante los
videos que se hicieron como en cualquier familia feliz, en los cumpleaños, día
de la madre o navidades. Y el amor hacia la madre es evocado en una semblanza –
resumen de lo que fue su vida y su lucha contra la enfermedad.
Margot tenía pocos amigos, pero su relación son su tío
era bastante estrecha, lo que lleva David a colocar cámaras en la casa de este
y vigilarlo mediante nuevas pantallas. Cuando el asunto policiaco se vuelve noticia televisiva,
otras pantallas se abren, las del televisor. Cuando surge un indicio sobre la localización
del coche de Margot, aparecen las pantallas de GoogleMaps...
Como en cualquier thriller bien construido, la
historia es antes que todo un magnifico juego de pistas, que llevan al padre y
a la detective de un lugar a otro, de sospechoso a elementos de evidencias,
pasando por algunas vueltas de tuerca. A medida que se van reconstituyendo los últimos
momentos de Margot, se descubren algunas verdades sobre las relaciones humanas,
sobre las manipulaciones de las redes sociales, pero también las manipulaciones
de los humanos usando las redes sociales. El mundo en el que vivimos
actualmente es un mundo de imagen, de imágenes proporcionadas por compañías,
por personas, y valorizadas al ser multiplicadas.
El ritmo y la amplia variedad de aplicaciones utilizadas,
cada una con su formato de ventana, sus colores y estilo fáciles de identificar
por el espectador, hacen que el suspenso se mantenga, siguiendo un proceso
llamada Screenlife Movie. Siendo muy
atento, se pueden percibir algunas incoherencias en el uso permanente de una pantalla
de imagen: algunas no pueden ser vistas por el protagonista. Pero son detalles
que no molestan la atención y la lógica del principio básico que se dio el director.
Se tuvieron que tomar decisiones en cuanto a traducción
y subtítulos. En efecto, las pantallas están sobrecargadas de datos en ingles y
traducir todo hubiera distraído al espectador. Se decidió entonces poner subtítulos
solo a los elementos de comunicación entre personajes. Eso produce una situación
un poco extraña con la presencia simultánea de los dos idiomas. Pero la mayoría
de los espectadores viven, trabajan en intercambian informaciones o datos en
los dos idiomas. Así que tenemos una cierta agilidad visual.
En conclusión, una trama poco original pero un estilo
bastante entretenido.
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