Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, May 10, 2019

The Lobster (Yorgos Lanthimos, 2015) - 9 /10


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En esta fábula entre cómica, fantástica, psicológica y futurista, se nos presenta una imagen un poco incómoda de nosotros, como individuos y como sociedad. Una cinta probablemente clave para entender el mundo de Lanthimos. Con interpretaciones muy loables, ganó el Premio del Jurado en Cannes.

Ficha IMDb

En un futuro muy cercano y muy parecido al presente, David (Colin Farrell), se registra en un hotel de lujo para una estancia que debe salvar su vida. Tiene ya unos 40 años y sigue soltero. Más bien, lo acaba de abandonar su mujer. Al llegar se le piden ciertas informaciones personales que sorprendentes en un lugar organizado para solteros que buscan compañía: preferencias sexuales, numero de zapatos, actividades de ocio, …Sin embargo, una pregunta nos saca del mundo “normal”: en que animal escoge ser transformado si no cumple con el objetivo de conseguir pareja dentro del plazo de rigor, 45 días. Más nos sorprende su respuesta: una langosta. Ahora parece más coherente la presentación que hace del perro que lo acompaña como su hermano divorciado. Los motivos que da oscilan entre lo razonable y lo extraño como lo hará toda la película: tienen una larga vida, quedándose fertiles hasta el final, ademas le gusta el mar.   

Después del preámbulo, empieza el primer acto: David se instala en su vida. asiste a su primer desayuno, conoce a sus compañeros, un hombre cojo (Ben Whishaw), uno que cecea (John C. Reilly), una mujer que sangra por la nariz (Jessica Barden), una mujer sin corazón (Angeliki Papoulia). Cada uno tienen una discapacidad que le dificulta la vida y tal vez impidió que se pueda relacionar amorosamente con alguien.  David asiste a un primer castigo: meten en un tostador la mano del hombre que se masturbó por placer. El asombro toma posesión de David quien no se departirá nunca de su cara de sorpresa y su andar tieso. Todos hablan en un tono fría, distante, como recitando lecciones sin entenderlas, expresando emociones que en realidad no sienten, que se quedan en la superficie de su persona. Muy obedientes, se someten a las pequeñas y moralizadoras obras de teatro que les demuestras las diferencias entre vivir soltero, con todos los riesgos que eso implica, y vivir acompañado. Comen, bailan, toman té, se meten al jacuzzi, reciben estimulación sexual totalmente mecánica, como el doctor y su esposa en El sacrificio del Ciervo sagrado (Lanthimos - 2017) Domina el humor negro, perverso y a veces muy cómico
 En este hotel, cada momento está sometido a reglas, vestimenta, actividad, castigos y recompensas. La única obligación, bajo pena de metamorfosis animal, es encontrar pareja. Pero hay formas de eludirla. Una es parte de las reglas del juego: se pueden ganar bonus de tiempo atrapando ex humanos durante las sesiones de caza. Una es menos regular: hacer trampas. Por ejemplo, decir que uno es, o piensa, o ama, lo que sabe que eso ama, o piensa, uno de los huéspedes. Porque cada personaje se reduce a una característica, esta le sirve de nombre, y el sistema del hotel lo obliga a buscar una persona que tenga la misma característica. Como en los juegos de mesa, hay que establecer parejas en base en punto común. Es también lo que decide hacer David al actuar tan fría y malvadamente como la mujer sin corazón. Pero durante el mes de prueba, esta mata al hermano-perro y David, a pesar de sus intentos, no logra esconder su tristeza.

Al transgredir las reglas; David se ve obligado a huir del hotel e internarse al bosque. Es el segundo acto. Es el otro mundo, el mundo de los Solitarios del bosque. Regentados por un leader intransigente (Léa Seydoux), constituyen una sociedad espejo del hotel. Las reglas igualmente severas son el contrario. Aquí está prohibido tener pareja, o besarse, o tener cualquier tipo de acercamiento. De un espacio encerrado, David llegó a un mundo abierto. Geográficamente, mas no ideológicamente. De un mundo totalmente protegido, si uno obedece las reglas, entró a un mundo peligroso, a cielo abierto, sin casas, a merced de animales salvajes, que tal vez fueron hombres. Ahí David, quien es miope, encuentra a la mujer de vista baja (Rachel Weisz) y desarrollan un lenguaje codificado que les permite comunicarse sus sentimientos.

A veces se permiten incursiones en la ciudad cercana. Ahí deben observar reglas igualmente estrictas, en particular probar que no son solteros. Es el tercer acto: aparentar que se aceptan las reglas de la sociedad. Las excursiones transforman cada vez un poco los personajes. Cuando hombre y mujer han aceptado el sentimiento que los une y saben que no lo pueden vivir en el bosque, tienen que trasladarse al mundo “normal”. Deben encontrarse, probarse la comunión y la profundidad de su relación, lejos de todos los jueguitos sociales. Para alcanzarse, hay que sufrir, hay que sacrificar una parte de si. Es la ultima imagen de la cinta, la que no nos muestra Lanthimos.

En los tres mundos, los personajes se mueven con lentitud, caminando con firmeza sin saber adonde. Cuando los cuatro del bosque se dirigen a la ciudad se parecen a los amigos de Le charme discret de la bourgeoisie (Buñuel – 1972) en busca de su cena. Ninguno de los tres mundos es aceptable, porque ninguno permite actuar libremente. Al principio se podría pensar que los habitantes del bosque son, como en Fahrenheit 421, el resto esperanzador de una sociedad pensante. Pero al ver el primer castigado, desaparece la esperanza. Aquí también reina el terror.

La voz en off de Rachel Weisz acompaña y contradice la apariencia de la historia narrada. Eso refuerza la idea que la verdad interior, la verdad de los sentimientos no tiene nada que ver con las apariencias. Que para sobrevivir hay que volverse cameleon, adaptarse al entorno.

La música surge, en desacuerdo con lo que ocurre: Stravinsky, Strauss, Beethoven se mezclan con canciones de Nick Cave. Aparece en momentos inesperados, contradice lo que se ve, diciéndonos otra vez que las apariencias no traducen la verdad profunda. Eso crea un malestar, lanzando al espectador a un mundo de dudas.

La imagen, los colores están sabiamente organizados: en planos fijos donde no pasa nada, el tiempo se nota en el juego de la sombra de las nubes sobre un árbol. La espera es larga, tediosa a veces.

La soledad de los personajes de Lanthimos parece sin solución verdadera. La sociedad funciona sobre una gran mentira de la cual no se puede escapar. Esta mentira es el amor, nombre que se le da a la obligación de formar parejas. Como la especia humana necesita reproducirse, se le ofreció al ser humano una gran invención: vivir acompañados para vivir felices. Todos se conforman al modelo con gran docilidad: en las redes sociales se presume tener pareja o se queja de no tener, se busca en aplicaciones. Inclusive algunos países han desarrollado el servicio de renta de parejas para asistir a eventos sociales o familiares. Nuestra sociedad que se pretende moderna y defensora de la independencia nos muestra nuestra incompletud, nuestra anormalidad, si no tenemos compañero de vida.

Con humor negro y sofisticación, Lanthimos revela la triste condición humana.

Monday, May 6, 2019

Las herederas (Marcelo Martinessi, 2018) – 9.5/10


Cuando todo parece terminado, una nueva vida se abre en la soledad de una mujer silenciosa, obligada a afrontar una situación económica y afectiva en declive. Una cinta toda en observaciones intensas y matizadas, con un enorme respeto y una inmensa delicadeza., le ganó a su protagonista Ana Brun un Oso en Berlín.

Ficha IMDb

En el Paraguay actual, probablemente en la ciudad de Asunción, dos mujeres tienen que enfrentar a la vez la madurez y los problemas económicos. Chela (Ana Brun) y Chiquita (Margarita Irún) viven juntas en una gran casa de una zona acomodada. No se entiende bien al principio la relación entre ellas, pero es claro que están juntas en las dificultades, a pesar de enfrentar la vida de forma muy diferente. Chela es silenciosa, retraída, fácilmente deprimida, no le gustan muchas las reuniones con las amigas, prefiere pintar naturalezas muertas en su taller o quedarse en cama. En cambio, Chiquita es extrovertida, le gustan los placeres y las distracciones.A tal punto que la única solución, para solventar las deudas que contractó, ya que no aceptan el sobre de la colecta de sus amigas, es vender lo que han heredado de sus familias. De hecho, están viviendo en una casa llena de humedad que parece venta de garaje: casi todo esta a la venta, los muebles imponentes, los cubiertos de plata, la vajilla, el piano La enorme araña del comedor se salva por el momento. Mientras las visitas desfilan y se meten en la vida y los recuerdos de las dos mujeres, estas tratan de seguir con sus costumbres: la charola del desayuno de Chela, las ventanas cerradas a la luz, el ambiente claustrofóbico. Pero las deudas contraídas por Chiquita alcanzan tal nivel que se ve obligada a la cárcel preventiva por fraude. 

 Ahora sola, Chela no tiene rumbo que seguir, salvo ir a la cárcel a visitar a su amiga-amante y escuchar la estrategia de su abogada. Chiquita parece haber encontrado fácilmente su lugar en esta prisión que parece más bien un pueblito. Habla fuerte, sabe darse a respetar y no parece sufrir demasiado. Hasta provoca una fuerte pasión en una de las compañeras de encierro.

Un día, casi sin saber cómo, Chela lleva en el viejo Mercedes, que todavía no se ha vendido, a su vecina Pituca (Maria Martins), a su juego de cartas. Con naturalidad, esta le da dinero para la gasolina. Con la misma naturalidad, recomienda a Chela con sus amigas. Aunque no tenga licencia de manejo, y no se sienta muy hábil en las calles demasiado transitadas o en los trayectos demasiado largos, Chela se vuelve la conductora habitual de las damas. Le tienen mas confianza que a un taxista desconocido que bien podría asaltarlas, o peor, al ver sus joyas, su ropa elegante y sus mascadas de seda.

Cuando Angie (Ana Ivanova), hija de una de las comadres, le pide ayuda para sacar sus cosas de la casa de su novio, y después para llevar a su mama a un hospital lejano para sus terapias, Chela, que ya emprendió el camino de la liberación, empieza a sentirse joven otra vez, a hacer intentos de coquetería, a permitirse una nueva sensualidad, que había perdido, o que tal vez nunca experimentó bajo la dominación de Chiquita. Una noche muy tarde, se atreve a comer sola en un puesto de la calle, cosa que nunca en su vida había hecho, que una mujer de su medio social nunca hace. Y no pasa nada, nadie se sorprende, nadie le dice ni le hace nada. La vida es mucho mas fácil que lo que uno teme. Basta con hacer las cosas, el mundo le seguirá el paso.

La cinta es una maravilla de intensidad al mismo tiempo que de sutileza. El fotógrafo Armando Arteaga se hace discreto para no interferir con la intimidad femenina. En una casa siempre cerrada, oscura, se ve por las puertas entreabiertas, en los espejos. El espectador se siente como un observador escondido en un closet, que alcanza a ver solamente una parte de la vida, de los cuerpos, de los objetos. Las mujeres están filmadas en planes muy cerrados, muy cercanos. El resto de la casa, los demás personajes están siempre en un segundo plano difuso, fuera de foco. Chela parece moverse en un mundo de fantasmas, desprendiéndose de las sombras que la han envuelto hasta ahora.

Es un mundo de mujeres, desde las mas ricas, viudas o todavía casadas, ociosas y felices, libres de su tiempo gracias a su dinero, hasta Paty la sirvienta (Nilda Gonzalez) que no sabe leer, pero ha aprendido en la parroquia a masajear los pies. Es un mundo lleno de cosas, de palabras, de chismes femeninos. Chela escucha, observa, habla poco. Pero al mismo tiempo que las cosas salen de su casa, ella se deshace de sus miedos, de sus costumbres limitantes. También sale de su posición social, al pasar de señora ociosa a empleada. Las que son sus iguales, herederas de una clase social en vía de extinción, la pagan por un servicio como ella le paga a Paty.

Sin parecer, con mucha delicadeza, la cinta aborda varios temas que no le gustan al cine, ni a la sociedad: la homosexualidad femenina, la soledad, el deseo sexual en la edad madura, la decadencia de los que fueron los ricos y poderosos de un país. Es una historia de pérdidas, de gente que uno preferiría ver desaparecer o al menos hacerse lo mas discretos y callados posible. Si Chela no habla mucho, si nunca ha hablado mucho, retoma día a día las riendas de una vida que parecía perdida, abandonada.

Y cuando Chiquita sale de la cárcel, vuelve a la casa y vende el coche, Chela, con sus lentes de sol y su Mercedes, se lanza a la vida sin licencia de manejar, y deja atrás de ella una cochera abierta.

Nunca es demasiado tarde para rebelarse y enfrentar el mundo exterior.

El complot mongol (Sebastián del Amo, 2019) - 8.5/10


Segunda adaptación de la novela negra de culto de Rafael Bernal, esta cinta recrea con talento el ambiente sarcástico y absurdo de esta historia de falso espionaje, en un México histórica y geográficamente muy delimitado.  

Ficha IMDb

Filiberto Garcia (Damián Alcázar) es un detective discreto y eficiente, solitario, que se desplaza en las sombras y tiene contactos turbios. Más que policía, es un matón, es el obediente servidor de un sistema política que a veces necesita que le quiten de en medio algunas personas. No parece tener problemas de dinero ya que se viste elegantemente, a la moda de los años sesenta en los que vive, tiene un departamento discreto y bien equipado, siempre perfectamente ordenado.

Cuando lo llaman, acude. Y la ultima llamada de su jefe, el Coronel (Xavier López “Chabelo”) es para investigar sobre un supuesto complot para asesinar al presidente de Estados Unidos, que nunca se nombra. Pero estamos en tiempos de Guerra Fria, y México tiene que defender al orden occidental. El complot, se supone, tiene su origen en la “pinche” Mongolia exterior, o sea en China, o sea en el Comunismo internacional. El mas interesado en encontrar la verdad es el Licenciado Rosendo del Valle (Eugenio Derbez), ya que su eficiencia en este asunto podría facilitarle el acceso a la candidatura presidencial.

Nuestro Filiberto se lanza a la pesca de información. Sus jefes lo obligaron a hacer contacto con los aliados anticomunistas, en particular la CIA y su representante en México, Richard Graves (Ari Brickman) así como la KGB y su respectivo agente Ivan Laski (Moises Arizmendi), vivida imagen de estudiante ruso de principio de siglo. El origen probable del complot obliga a informarse en el Chinatown mexicano, o sea la callecita céntrica de Dolores, donde el detective es conocido y donde impera la dominación callada de Fumanchú (Gustavo Sánchez Parra). Tiene también sus propios informadores como el abogado perdido en alcohol, (Roberto Sosa) que haría cualquier cosa para un trago, pero pude ser de gran utilidad investigativa.

El detective sombrío y sin piedad tiene, muy en el fondo, su corazoncito alterado por la joven y bella y sola Martita Fong (Barbara Mori), refugiada huérfana china. La atracción de Filiberto se une a la necesidad de protección de la huérfana abusada. Todo eso se mezcla cuando la pista del espionaje revela un simple trafico de drogas y una sórdida historia de adulterio.  

Filiberto mantiene una cierta distancia, una distancia cierta con los que le dan ordenes, con el poder al que sirve, y lo explica claramente al espectador, cuya complicidad cultiva rompiendo la cuarta pared de la ficción.

Rafael Bernal juega obviamente con las referencias de la novela policiaca, desde el razonamiento frio de Poe o Conan Doyle, hasta la frialdad pesimista del hardboiled gringo. Le agrega un ambiente propiamente mexicano, basado en los usos y costumbres políticos de los herederos institucionalizados de la gran Revolución: mucho discurso, fraseología progresista, que disimula golpes bajos y ejecuciones disfrazadas de accidentes.

La novela fue escrita en 1969, casi contemporánea de la intriga que cuenta. Eso permite un ambiente retro, muy de moda actualmente, unos juegos de colores, luces y estilos en la ropa y los muebles, y accesorios, en un remarcable diseño de arte, que COTOIE lo irreal.  Pero la fidelidad a la historia original toma aquí otro significado: 50 años después, los juegos políticos, las intrigas e invenciones para distraer la atención, siguen siguiendo los mismos. Las alianzas y los asesinatos tienen la misma eficiencia y el mismo cinismo.

En 1978, Antonio Eceiza realizo una primera versión de El complot mongol, con Pedro Armendariz Jr., Blanca Guerra y Ernesto Gómez Cruz. La cinta de Del Amo juega con los tonos: comedia romántica, comedia negra, drama, denuncia política. Parece no tener unidad, lo que corresponde exactamente a la tonalidad de la novela: una aparente lógica para una historia que en realidad no tiene ninguna porque todo eso de pinche complot no existe. No hay pinche intriga internacional, solo existe un pinche Licenciado del Valle decidido a abrirse camino a golpes, asestados por otros, hacia la silla presidencial.

Los actores que parecen totalmente caricaturescos, como Eugenio Derbez y sus anteojos de fondo de botella y su voz seca, y sus movimientos bruscos, Damián Alcázar y sus confidencias, maldiciones y suspiros. La palma se la lleva Roberto Sosa, siempre al borde de lo excesivo, de lo ridículo, y que sin embargo controla el desastre de su personaje, lo vuelve simpático en su incapacidad y su vértigo etílico.

La única que parece fuera de lugar es Bárbara Morí. No que le falte talento y capacidad expresiva pero no queda en el papel de la joven y temerosa chinita.

La música esta escogida con un tino extraordinario, contribuyente al ambiente nostálgico, al acercamiento intimista de los close-ups, planos fijos y cerrados. Porque la historia es un ida y vuelta permanente entre una forma “oficial” de complot político, y la realidad de una intriga sin sentido que deja permear las realidades intimas de los personajes, sus debilidades y deseos, que, sin embargo, dadas las circunstancias y las obligaciones del genero, no pueden enseñar por lo que se ven obligados a la auto-satira.