Un eje narrativo extremadamente simple, un marco espaciotemporal muy reducido y un limitado número de personajes le dan a esta historia una potencia extraordinaria, reforzada por una música y una fotografía notables. Una obra perfecta.
Ficha IMDb
Es la historia de una misión para dos hombres : el general Erinmore (Colin Firth) ha entendido que la retirada de los alemanes en el frente de la
Somme, en ese día de primavera 1917 es en realidad una trampa para que los
ingleses, creyéndose victoriosos, se precipiten y caigan atrapados, lo que
acabaría en centenares de muertos. Para evitar tal catástrofe, hay que avisarle
al coronel Mackenzie (Benedict Cumberbatch ) para que no avance. Su ofensiva
está prevista para la mañana del 8 de abril. Los dos emisarios tienen 48 horas para
entregar la carta del general Erinmore quien escogió con mucha sabiduría a Tom Blake
(Dean-Charles Chapman) ya que tiene a su hermano Joseph (Richard Madden) en
dicho regimiento. El deber de soldado se beneficiará del amor fraternal. Se le
pide a Blake designar a un compañero, escoge al más cercano en ese preciso
momento, William Schofield( George MacKay), más joven y temeroso, sin
motivación personal para cumplir la misión. En ese momento no existe ningún
lazo particular de amistad entre los dos hombres.
Desde el principio, les explican la ruta a seguir con sus puntos de
referencia y sus peligros. Y se van. Y caminan, y bajan y suben. Y avanzan.
Enfrentan los obstáculos, naturales, humanos, animales. Descubren lugares extraños.
Poco a poco se vuelven solidarios, aprenden de sus errores.
Una primera etapa termina cuando Blake es atacado por un aviador alemán
caído y que trataban de ayudar después del incendio de su avión. Schofield debe
seguir con la misión. Ayudado primero por un convoy motorizado, se ve
finalmente lanzado solo para cruzar líneas enemigas. Una noche en el pueblo abandonado
de Ecoust sur Mein, fantasmal, lo pone frente a la humanidad más frágil : una
mujer (Claire Duburcq) que recogió en un sótano a un bebé ajeno, y a la
tecnología deshumanizada : un avión lo persigue y juega con él entre las
ruinas. Al día siguiente, empapado por la travesía del río llega a un claro en
el bosque , habitado por un extraño y nostálgico canto inglés. Es el segundo
batallón del regimiento Devonshire.
Falta ahora correr como loco para detener una batalla que acaba de
empezar.
Como no acordarse de Paths of Glory (Stanley Kubrick - 1957)
que fue prohibida en Francia hasta 1975, a solicitud de las organizaciones de
veteranos de 1914 -18 que percibieron la cinta como una crítica directa del
ejercito francés. La misma fuerza habita las dos cintas, una fuerza antiguerra,
pero Mendes, al contar una historia más individualista, logró insuflarle más
poesía. La simbología del árbol como metáfora de la esperanza, de un
renacimiento de paz, construye etapas en el camino del soldado, recuerdos que la
vida seguirá, porque la naturaleza tiene más vida que los hombres.
La música de Thomas Newman juega un papel fundamental, con una
potencia increíble. Acompaña fielmente los momentos de la cinta, discreta al
principio y cada vez mas fuerte hasta literalmente explotar en el ultimo plan
secuencia de Schofield corriendo en la línea de fuego.
El trabajo de fotografía de Roger Deakin es magistral, primero con
esos movimientos de cámara que acompañan a los personajes, dando la impresión
de un solo plano secuencia, aunque no lo sea realmente. El uso de los colores,
llevando de un ambiente primaveral pacifico, entre arboles, flores y cielo azul,
por el encerramiento progresivo en los colores apagados de las trincheras,
hasta la oscuridad de un dormitorio en el fondo de una trinchera para volverse aun más oscuro en el sótano del
pueblo donde trata de sobrevivir una joven, para transformarse en una noche
profunda atravesados por relámpagos deslumbrantes de un avión loco, esa paleta
amplia corresponde a los momentos y estados de animo de los personajes. Todo
empieza y todo termina al pie de un árbol, pero el joven sentado ahí ya no es
el mismo. Dos días han pasado, que son como dos vidas. Pero los arboles y el
cielo azul son los mismos. Porque la naturaleza es totalmente ajena a la locura
humana.
Contrariamente a Paths of Glory, los jefes militares son
hombres inteligentes, preocupados por las vidas de sus soldados. Pero como lo
dice MacKenzie, por hoy se salvaron, hasta que una nueva orden de arriba los
mande otra vez al matadero.
Las trincheras de Mendes son limpias, ordenadas, secas. En los testimonios
de los soldados de 1014-18, lo que domina son las preocupaciones por la
suciedad, el hacimiento, y, por encima de todo, el agua. Agua que les cae
encima en forma de lluvia, agua que empapa sus uniformes durante días porque no
pueden secarse, agua que los invade por abajo, en forma de lodo en el cual
chapotean. Si Mendes muestra ratas, cadáveres, heridas abominables, se mantiene
relativamente discreto en cuestión de horror bélico.
Pero sabe crear una empatía con su personaje. Lo consigue por el
tema, por la juventud, por lo absurdo de la situación de este soldado de base obligado
a cumplir con una misión imposible y para la cual tiene una motivación “
delegada” ya que no es su hermano el hombre que tal vez va a salvar. Sobre
todo, consigue la empatía del espectador por el manejo de la técnica, por el
buen uso de la forma al servicio de la historia contada. Logra una obra
redonda, perfecta, con sus límites de tiempo, espacio, personajes. Una tragedia
con final feliz, sabiendo que es un final temporal. Que mañana todo volverá a empezar.
Mendes dedica su película a su abuelo y las historias que este le
contó. Como lo hizo Tardí en sus libros gráficos C’était la guerre des tranchées
( 1993) y Putain de guerre (2008-2009) pero el color, real y
mental de los dos autores son totalmente distintos. Los azules oscuros, grises
y negros, el horror de las caras de Tardi, poco tienen que ver con la amplitud
de Mendes. Mientras Tardi es trágico, Mendes es épico. Su personaje avanza
porque cree que su misión puede tener un impacto positivo.
Otro nieto de soldado que escribió a partir de los recuerdos de su
abuelo es Marc Dugain en 1998, y la cinta adaptada La chambre des officiers (François
Dupeyron - 2001) se acercó al drama posguerra de los desfigurados, la cinta de
Dupeyron es una maravilla de pudor y sensibilidad, en cámara subjetiva,
evitando durante el más largo tiempo posible enseñarnos el horror de lascaras
destrozadas. Es como un conjunto de cámara mientras Mendes orquestra una opera.
Sensibilidades diferentes, relatos familiares probablemente diferentes, obras
diferentes porque los medios y los presupuestos no tienen nada que ver .
La Primera Guerra Mundial tuvo un impacto determinante en Europa
porque sus consecuencias políticas para el siglo veinte fueron desastrosas.
Pero marcó las memorias porque fue una carnicería abominable. Por eso fue
fuente de inspiración para tantas obras, principalmente literarias, Céline con Viaje
al final de la noche (1932) y el alemán Erich Maria Remarque con Sin novedad en el frente (1929) adaptado
por Lewis Milestone en 1930 ganando los Óscares a la mejor película y al mejor
director, Roland Dorgelés con Las
cruces de madera (1919) adaptado en 1932 por Raymond Bernard, Un long
dimanche de fiançailles de Sebastien Japrisot (1991) adaptado por Jean-Pierre
Jeunet ( Amor eterno - 2004 ) en los colores de Tardi para toda la parte
de la historia en el frente, contrastando con los amarillos de la vida “normal”
durante y después de la guerra . Pero también pinturas como las de Otto Dix y
cinematográficas como La gran Ilusión ( Jean Renoir – 1937).
Una abominable experiencia humana propició obras maestras.
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