Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Saturday, April 3, 2021

Brief Encounter (David Lean, 1945) – 9/10


Una historia de amor, tan intensa como breve, un momento de tentación y de felicidad que no puede ser aceptado en un contexto de moralidad social o personal.

Ficha IMDb

Laura Jesson (Celia Johnson) conoció al Doctor Alec Harvey (Trevor Howard) en la cafetería de la estación de Milford, cuando el la ayudó a limpiar su ojo de una carbonilla. Los dos, de unos cuarenta años y casados, van a seguir viéndose regularmente cada jueves hasta que la complicidad se transforme progresivamente en algo más profundo y más peligroso para sus propias familias. Toman la decisión de separarse. El momento que debería ser el adiós es interrumpido por una vecina indiscreta y habladora, Dolly Messiter (Everley Gregg). De vuelta a su casa, Laura confiesa mentalmente a su esposo Fred ( Cyril Raymond) lo que vivió en las ultimas semanas. La voz off de su relato acompaña las imágenes del flashback que constituyen la cinta. Finalmente, el esposo aparentemente indiferente, consuela la esposa fiel que vuelve a él.

La historia dramática de Laura y Alec, al tener como lugar recurrente la cafetería de la estación ferroviaria, se desarrolla en paralelo a la historia cómica del jefe de estación, Albert Godby (Stanley Holloway)    tratando de seducir a la dueña de la cafetería, Myrtle Bagot (Joyce Carey), una mujer que maneja hábilmente seducción y rechazo al mismo tiempo que regaña sin cesar a su joven empleada Beryl (Margaret Barton). El coqueteo, cuyo encanto está en la duración y repetición de lo encuentros, y que probablemente acabará felizmente, es el contrapunto a la historia del amor trágico de los protagonistas más aristocráticos, limitado en el tiempo y destinado al fracaso. 

La intensidad de la narración es subrayada por detalles cinematográficos sutiles. El mundo moral estricto en el que vive Laura, un mundo de los años cuarenta, todavía impregnado de las dificultades de la guerra, un mundo inglés amante de las reglas y los rituales se percibe en la presencia obsesiva de la puntualidad : cada tren es anunciado en los altos parlantes, minutos antes de su llegada, con su horario exacto, su proveniencia y su destino, el reloj del anden se ve en primer plano y el jefe de estación usa su silbato con profundo sentido del deber. Cuando un tren pasa sin detenerse, checa la hora en su reloj de bolsillo y sonríe satisfecho si corresponde con la hora prevista que obviamente se sabe de memoria. Así evolucionan todas las personas, su vida y sus acciones, medidos entre los limites del paso de los trenes, como lo son entre los limites del código social y moral. 

De la misma forma, la presencia masculina en el hogar, así como sus reglas,  se ve en primer plano cuando Laura vuelve a casa después de la ultima despedida : un sombrero de hombre sobre la mesa mientras la voz del esposo se oye en off. El señor está en casa, y ya no se puede escapar a su control, sólo encerrándose en el silencio para sufrir. Además, el poder masculino ya se transmitió a la generación siguiente : un insoportable niño que exige de su madre que se respeten sus deseos para su cumpleaños, mientras el viento que agita las cortinas de una ventana abierta sobre la noche invernal nos recuerda las costumbres de la muy estricta educación inglesa : dominar los instintos, no quejarse de condiciones adversas, obedecer. 

La estación es un lugar simbólico : lugar de paso, donde todos tienen prisa y nadie se detiene. El tráfico de los trenes exprés subraya los momentos emocionalmente más intensos para los protagonistas. Una estación es un lugar de rituales y costumbres : sentarse un rato en la cafetería, tomar su té, consumir solo la ración de azúcar contenida en la cucharita, presentar su ticket al inspector al ingresar al andén. Los dos andenes, separados por un pasaje subterráneo significan dos direcciones de vida mientras cafetería y túnel son lugares intermedios, de suspenso, donde se pueden todavía tomar decisiones. El túnel es el lugar donde los enamorados se besan, escondidos, pero también con riesgo de que alguien conocido los vea. 

La felicidad que invade a los personajes con el transcurso de las semanas tiene algo misterioso porque parece invisible para todos. Parece milagroso que pueden comer en un restaurante, ir a cine, caminar riendo en las calles sin que nadie intervenga, nadie los interrumpa. Están como en un sueño, un mundo aparte en medio del mundo de los demás. De la misma forma, Laura revive su historia en su mente, apartada de su esposo al mismo tiempo que esta junto a él, en el mismo cuarto. Estar enamorado es vivir en una burbuja. El autor de la obra de teatro, Noël Coward impuso la música de Rachmaninov para acompañar a la ensoñación de Laura. Es el tema de la aventura amorosa, presente como música intradiegetica, integrada a la vida real de los personajes, mientras el esposo resuelve su crucigrama. El radio en casa es signo de comodidad, de bienestar. Pero conforme la relación con Alec se vuelve mas apasionada, en su evocación intima por Laura, se vuelve más intensa, la música se vuelve más fuerte, sin que ella, totalmente ensimismada, se de cuenta . Pero acaba por molestar al esposo quien le pide bajar el volumen. De la misma forma que la relación adultera se estaba volviendo demasiado invasora, amenazadora para la vida conyugal. Hay que detener la evocación, bajar la música, interior y exterior, de la misma forma que hubo que detener la relación. 

El poder evocador de esta música es tan fuerte para ella que la lleva a recordarse imaginándose en una vida ideal con su amante. Estas imágenes de un futuro ideal, este cine en el cine, sueño en una ensoñación, ella se lo proyectó sobre la ventana del tren en la noche. Ahí se vio en la opera, en una góndola, en un gran baile, siempre acompañada con música. Se vio como Madame Bovary imaginaba paseos en los Alpes y atardeceres a la orilla del mar. 

El tiempo real es de unas cuantas horas, la ultima noche en que se ven, pero el relato de Laura abarca varios meses, en un ritmo que se va acelerando, como una tragedia que avanza en línea recta hacia su final, un final que no puede ser bueno, porque los rieles ya están construidos y no se puede salir de ellos. Mantienen a los viajeros en una sola dirección. El guion, adaptado de una obra de teatro de Noël Coward, conserva esta eficacia del teatro, esos limites en tiempo y espacio que encierran los personajes y les impiden salir a vivir otro destino. Seguir en los rieles, obedecer las reglas, hacer lo previsto y esperado por la sociedad, sólo eso garantiza llegar a buen puerto, sólo eso da la felicidad, aunque no sea muy exaltante. 

Curiosamente para nosotros, la cinta fue prohibida en Irlanda porque presentaba una pareja adultera sin criticarla. Por la misma razón, fue restringida a los mayores de 18 años en Países Bajos.

Otras dos adaptaciones a la obra de Noël Coward se realizarán posteriormente : adaptación modernizada con Sophia Loren y Richard Burton , el Brief Encounter ( Alan Bridges – 1974) para televisión no tiene la misma intensidad conmovedora. Y Falling in Love (Ulu Grosbard – 1984) para cine no dejó muchos recuerdos a pesar de tener a Robert de Niro y Meryl Streep como protagonistas. 

Ninguna tiene la dolorosa intensidad de la cinta de David Lean.


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