Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, August 9, 2019

Dolor y gloria (Pedro Almodóvar, 2019) – 9.5/10


Una cinta con efectos de espejos, una cinta de aceptación de lo pasado, y de que los sufrimientos y los errores pueden ser una fuerza, que la creatividad es autobiografía y ficción, que la vida da sorpresas, quita mucho y regala mucho. Con un ambiente “Almodóvar” apaciguado, menos en los colores, y unos actores estupendos.

Ficha IMDb

Un pobre hombre solitario, abandonado a sus dolores físicos y sufrimientos psicológicos se va acercando lenta y dócilmente a su muerte. Este hombre ha sido el famoso director de cine Salvador Mallo (Antonio Banderas). De su juventud le quedan mucho dinero, obras de arte, ropa y departamento de colores chillantes. Ya no tiene amigos, ya no trabaja, ya no tiene ideas para nada, salvo contar y machucar sus pastillas. La costura que le recorre la espalda es la marca corporal de lo que fue su vida personal, de los que será su próxima película, de lo que es la película que cuenta todo: un patchwork, un gran bordado hecho pedazo a pedazo, cuya vista completa se revelará solamente una vez terminado.

A raíz de un encuentro fortuito en un café con una amiga de antes, Zulema (Cecilia Roth) Salvador reanuda con el actor principal de lo que fue su gran película, Sabor, que él mismo no valoró mucho en aquel momento principalmente porque no le gustó el trabajo de este intérprete. Alberto Crespo (Ansier Etxeandia), vive ahora retirado del cine, pero no completamente de la actuación. Introduce, o reintroduce a Salvador al consumo del “caballo”, o sea la heroína, y, como en una asociación libre psicoanalítica, lo lleva a la palabra “adicción”.

Los diversos significados de la palabra se revelan entonces como los ejes de los recuerdos de Salvador, de la nueva vida de Salvador, de la cinta de Almodóvar, y de la cinta que Salvador logrará realizar que es, tal vez, la de Almodovar.

Adiccion es el titulo de un texto, en forma de monologo teatral que Salvador escribió años atrás durante su relación con Federico Delgado (Leonardo Sbaraglia) a quien no pudo salvar de las drogas. Este monologo es llevado a escena por Alberto, en presencia de Federico de paso por Madrid, ahora que vive en Argentina, su país de origen, casado con una mujer y padre de una niña, Por Alberto, Federico vuelve a contactar a Salvador. Los sentimientos mutuos, el recuerdo del amor, de los sufrimientos que ese amor provocó, devuelven literalmente la vida al deprimido Salvador, ahora salvado, quien decide dejar las drogas de Alberto y dedicarse a recuperar su salud, con el apoyo de su fiel asistente Mercedes (Nora Navas).

Deja la adicción destructiva de las drogas para volver a una adicción mas productiva: la creación. Los recuerdos fragmentados de su niñez con su madre (Penelope Cruz) se ven actualizados por los recuerdos cercanos de los últimos meses de vida de esta (Julieta Serrano), cerca de él en Madrid. Los recuerdos inocentes del albañil y pintor Eduardo (César Vicente) a quien el niño Salvador (Asier Flores) le enseño a leer y escribir, se precisan en la revelación del deseo deslumbrante y se actualizan en un dibujo que Eduardo había hacho de él.

El humor no falta en la cinta, sobre todo al principio con las animaciones que presentan y explican los dolores, de espalda, de músculos, de estomago, de cabeza, en un tono capaz de desanimar a cualquiera. La nueva relación cómplice que se construye entre Salvador y Antonio, dominada por los malos recuerdos, el alcohol y la heroína, oscila entre el desafío, la admiración, el desprecio, el apoyo mutual y la traición, pero culmina en un juego con la celebridad y la imagen. Juntos se burlan de todo y todos. Sobre todo, de la Cineteca de Madrid que organizó una proyección de una versión restaurada de Sabor, un homenaje a ellos dos, que saben que son ahora la sombra deshecha de los maravillosos artistas que se creyó y ellos creyeron que eran entonces.

La música compuesta por Alberto Iglesias, fiel compañero de trabajo de Almodóvar, para sexteto de cuerdas con piano y clarinete, sigue una organización clásica, que subraya el tono de cada línea de inspiración: el pasado de lo recuerdos luminosos, el presente doloroso y solitario, el pasado reciente de la recobrada cercanía entre madre e hijo. Como siempre en las películas de Almodóvar, es acompañada de canciones populares, éxitos en su época, o piezas que evocan momentos cargados de emoción, como La noche de mi amor de Chavela Vargas, llena de implícitos.

Para Antonio Banderas, es un regreso sobre nuevas bases. Si bien es cierto que fue uno de los actores preferidos de Almodóvar, lo fue cuando era joven, seductor, lleno de salud y de picardía. Vuelve después de años sin verlo y es totalmente transformado. Lleva la película sobre sus espaldas con una actuación contenida, digna, reservada, a la que no nos había acostumbrado. Es como una resurreccion en forma madura , una reconsideración de lo que fue y ya no es. Y sin embargo, una potente seducción se desprende de él en la escena de reencuentro con su gran amor de juventud: volver a ver, volver a seducir, volver a amar; pero aceptar que la vida y las circunstancias del otro han cambiado, que ahora ya no se puede dejarse llevar por el  puro deseo. Hay que actuar con madurez.

La filmografía de Almodóvar ha sido sembrada de referencias autobiográficas: La ley del deseo (1987), La mala educación (2004), daban pistas sobre lo que fue la niñez y la adolescencia de un pequeño español de la Mancha. Dolor y gloria retoma unos pedazos, los teje junto con otros en forma más explicita y pone como un punto final, que desemboca en la respuesta ultima: el rodaje de una película. Porque eso es lo que la vida personal e intima ha producido, porque el niño debía ser un director de cine.

Lejos de las estridencias provocativas de casi todas las películas de Almodóvar, se llega a una paz, una nostalgia creativa, una serenidad de aceptación que el presente este hecho de todas las capas del pasado, aun dolorosas. No puede haber gloria sin dolores.

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