Una película bonita, pero sin interés, sobre hechos que nunca existieron . Si las actuaciones son buenas y la producción interesante, situaciones y personajes, mayormente inventados ,no presentan ningún interés.
Ficha IMDbSuena tan glamoroso entrelazar las vidas de dos personajes reales de principio del siglo veinte que, cada uno en su campo, han revolucionado su arte. Tan glamoroso que inventarles una historia de amor parece ser el colmo de lo romántico.
Nada más que… esta historia nunca existió. Volvamos a lo que cuenta la cinta.
El 29 de mayo de 1913, Igor Stravinski (Mads Mikkelsen) presenta por primera vez su Consagración de la Primavera , en el recientemente construido Théâtre des Champs Elysées en Paris. La orquesta esta de Pierre Monteux (Jérôme Pillement Toda la gente bien de la ciudad acude : políticos, ricos, famosos. Coco Chanel ( Anna Mouglalis ) asiste sola ya que su amante del momento, Arthur “Boy” Capel (Anatole Taubman ) está ocupado en otra cosa. La amiga de Chanel, Misia Sert (Natacha Lindinger) ha ayudado para el financiamiento de la representación. La corografía de la Consagración está a cargo de Vaslav Nijinski ( Marek Kossakowski) bailarín estrella de la tropa de los Ballets Russes de Serge de Diaghilev ( Grigori Manoukov). Vestidos de noche y sombreros de copas se lanzan a la conquista de las butacas rojas. En un camerino, Stravinski espera muy nervioso junto a su esposa Catherine (Elena Morozova), embarazada. El concierto empieza y la sala explota en gritos, protestaciones …. Tal y como durante la Batalla de Hernani, que acompañó la primera representación del drama de Víctor Hugo en 1830. Los espectadores insultan al músico, a sus vecinos, se dan de golpes. Nijinski tras bambalinas debe contar para que los bailarines puedan seguir ya que no oyen la música. Conservadores y modernos se avientan a la cara todo que encuentran. Diaghilev llama a la policía y, mientras llega, manda encender y apagar las luces de la sala para trata de calmar las emociones. Después de la representación, Stravinski culpa a Nijinski por su estúpida coreografía que, según él, es causa del escándalo.
Siete años después, Mademoiselle Chanel hace una donación sustanciosa y anónima al músico. Abiertamente, le ofrece hospedarse en su casa de Garches ya que el departamento donde vive le queda chico para el, su esposa y cuatro hijos. Ahí, en el campo, tendrá espacio, tiempo y tranquilidad par dedicarse a su arte. Durante largos meses, la familia Stravinski y Coco Chanel van a convivir . Ella asume todos los gastos , va a la ciudad a su tienda y su taller donde trata a sus empleadas con dureza y desprecio, viaja a Grasse para que Ernest Beaux (Nicolas Vaude) le invente un perfume : el Número 5, y en sus momentos perdidos tiene una aventura apasionadamente sensual con el compositor.
Este se dedica a volver a escribir… la Consagración de la Primavera. Todo acaba en la decisión de Catherine de dejar a su esposo, no sin mandarle a Coco una carta donde le pide de favor dejar a su esposo que es más importante para su familia que para ella, mujer de negocios y soltera empedernida. El colmo del final es la presentación triunfal de la Consagración, dirigida por el propio Stravinski, bajo la mirada feliz y cómplice de Coco.
Un pequeño epílogo muestra a Mademoiselle, en traje sastre, a la edad de 87 años en su suite del Ritz, recordando a su Stravinski , mientras este, en montaje paralelo, vive en Estados Unidos.
¡Qué bonita historia! ¡Y qué romántica! Los genios del arte se entienden, se apoyan y juntos crean obras inolvidables. Cada uno es la musa del otro. Su fuerza creativa no tiene igual salvo su fuerza amorosa.
El problema es que todo es falso en esta cinta. Empecemos por el principio de la película : se nos muestra la función del 29 de mayo de 1913 con la Consagración al inicio de la velada, y se da a entender que fue la única obra presentada. Para empezar, una noche de ballet no se limita a 25 minutos, duración aproximativa de la Consagración. Primera absurdidad. Según los programas de la representación, Diaghilev organizó su noche muy sabiamente, o comercialmente, o simplemente para escandalizar. Antes del intermedio se presentaron las Sílfides, música de Chopin y coreografía de Fokine (1909), en la gran tradición del ballet ruso tradicional heredero de Tchaikosvki y Petipa. Después venía La Consagración. Después del intermedio, dos ballets : El espectro de la rosa con coreografía de Fokine (1911) sobre música de Carl Maria von Weber, seguido de Las danzas polovstianas del Príncipe Igor de Borodin con coreografía de Fokine (1909). Diaghilev decidió insertar una coreografía nueva, escandalosa, en medio de tres ballets clásicos, ya conocidos del publico, bailados por su bailarín estrella, el ídolo del publico. Coincidencias : Nijinski bailaba las tres corografías de Fokine y ¡o sorpresa!, era amante de Diaghilev. La noche del 29 de mayo fue una operación publicitaria del empresario : lanzar a Nijinski como coreógrafo por medio del escandalo, que es uno de los métodos mas efectivos. Porque música y danza de la Consagración son anti-danza y anti-música. Son un regreso a las pulsiones tribales, pre-culturales de un pueblo salido del fondo de los siglos cuando se hacían sacrificios humanos a los dioses para garantizar la fertilidad de las tierras. Es un regreso a los instintos, a la crudeza que Antonin Artaud pedía para el teatro : fuera del texto hay que reanudar que los impulsos, la comunicación con las fuerzas originales de la naturaleza, la vida y la muerte. Artaud vivió un tiempo con los tarahumaras en la sierra de Chihuahua, buscando esta fuerza natural profunda, enraizada en la memoria instintiva de los pueblos.
Es cierto que el escándalo fue inmenso y que el ruido obligó a Nijinski a contar los tiempos para guiar a sus bailarines. Es cierto que Stravinski culpó al coreógrafo del fracaso. Lo que no dice la cinta es que la siguiente presentación de la Consagración, en abril 1914, sin bailarines, fue un éxito. Porque la música estaba perfecta, acabada.
La cinta nos muestra al compositor en la casa de Garches, trabajando sin cesar en la Consagración, como si hubiera sentido que tenia que corregirla, buscando melodía, harmonías, y imaginando la representación que de allí saldría. Nada más falso. Stravinski nunca corrigió su Consagración. Y no tuvo lugar esta presentación triunfal bajo la dirección del compositor y el ojo protector y feliz de la musa.
Es cierto que Coco Chanel prestó su casa a la familia, pero no hay ningún indicio del más mínimo rumor de la sospecha de una relación entre ellos. Pura invención. Además de ser inverosímil ya que vivían todos bajo el mismo techo.
Es cierto es que Mademoiselle era una tirana con sus empleadas, es cierto que se lanzó al mundo de los perfumes y que el Número 5 fue un éxito fenomenal que todavía perdura. Lo que no se cuenta es que la compañía de perfumes Bourgeois le pertenecía al 70 % a los hermanos Pierre y Paul Wertheimer y que Chanel tenía solo un pequeño 10%.
Después de su primera elipsis de 7 años, la cinta acaba en otra elipsis de unos 50 años, que incluye la Segunda Guerra Mundial, período en que Mademoiselle mostró sus verdades : como buena antisemita, trató de que la empresa de perfumes sea confiscada a los hermanos Wertheimer que habían huido a Estados Unidos y que le sea restituida, acompañada de une “reparación por prejuicios sufridos durante 17 años”. Paro los hermanos tomaron la delantera y le pasaron los derechos a su amigo Felix Amiot, no judío, quien les devolvería el control después de la guerra. Coco Chanel también aprovechó la Ocupación para cerrar sus talleres y tiendas y así despedir a sus 4000 empleadas, lo que le permitió vengarse de las demandas sociales que estas le hicieron en 1936 en aplicación a las nuevas leyes de Frente Popular. Y ahora se sabe que fue muy amiga del ocupante nazi a punto de espiar para él, como consta en documentos alemanes y de MI6 que se han encontrado recientemente.
Anna Mouglalis, que interpreta a Chanel, transmite muy bien este carácter dominante, ayudada por una voz inusualmente grave. Impone un estilo a la cinta con sus colores, en particular el uso del negro inusual en esos años, cuando era el color dedicado al luto. Decorar una casa totalmente en blanco y negro podía parecer de mal gusto. Su tiranía en el trato de empleadas y colaboradores es fiel a la verdad histórica, así como el cigarrillo que tenía siempre encendido. Fue revolucionaria en la moda, imponiendo formas masculinas. Pero recordemos que ella no fue la primera en quitarle el corsé a la mujer : fue Paul Poiret en 1906.
El resultado de todo eso es una cinta muy bonita, muy cuidada en su producción, Parece un aparador de coches, vestimenta, decoración. En realidad, parece un desfile de modas. Pero es simplemente la lujosa divagación de un novelista, Chris Greenhalgh, de unos guionistas y de un director que se dejaron llevar por la moda de las biografías y no se molestaron en verificar sí lo que contaban tenía un ápice de verosimilitud.
Lástima que Mads Mikkelsen se fue a extraviar en este laberinto, donde lo limitan a expresar bien poquito, con el pretexto de un reservado carácter eslavo Su talento vale mucho más. Tampoco se entiende muy bien cómo Jan Kounen, después del sarcástico y técnicamente vertiginoso 99 Francs (2007) adaptado de la novela de Frédéric Beigbeder, haya podido caer en algo tan aburrido, lento, repetitivo y pretencioso.
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