Una película que incomoda, entre apología de las intervenciones de Estados Unidos en medio oriente y cuestionamiento sobre el heroísmo y la violencia de estado.
Ficha IMDb
La cinta tiene el talento de enseñar claramente y desde el principio los orígenes de su personaje central. Tres escenas fundamentales construyen el marco de su personalidad. Primero un día de caza con su padre le da unas reglas claras sobre lo que se debe o no hacer. Después la asistencia dominical en familia a la iglesia donde hay que observar un cierto comportamiento, seguida de la comida con lección paternal : hay tres tipos de personas, los corderos, destinados a ser víctimas de los malos, los lobos sedientos de sangre. La tercera clase a la que uno tiene obligación moral de pertenecer, son los perros pastores, los que protegen a los débiles de los abusadores. Esta división del mundo estará siempre presente en la mente y el código moral de Chris Kyle (Bradley Cooper). La tercera escena importante se sitúa unos años después cuando Kyle, ,joven adulto, prueba su suerte en las competencias de rodeó. Frustrado, sin dinero, decide unirse a los SEALS. El entrenamiento es feroz, extenuarte, humillante. Toda esta parte recuerda, obviamente, a Full Metal Jacket (Stanley Kubrick - 1987), en menos drástico.
Mientras está en entrenamiento, Kyle conoce a Taya ( Sienna Miller) se enamora y la cosa parece ir en serio. Se casan y el llamado a operaciones en Irak interrumpe la luna de miel.
A partir de ese momento, Kyle hará cuatro misiones allá, con una tarea bien particular. Sus talentos como tirador lo llevaron a un puesto de francotirador, uno de esos hombres con visión de águila, que pueden pasar horas acostados sobre bolsas, disimulados por su traje, su maquillaje y unos elementos naturales o urbanos. La misión de Chris Kyle es proteger desde un techo a los soldados que intervienen en un pueblo, una calle, una casa, donde se ha localizado actividad enemiga. Ellos “ limpian “ , él los protege.
A lo largo de sus cuatro misiones, Kyle va a matar a más de 160 personas (en su libro dice que 255) con una precisión implacable. Pero no sin dudas. Un niño, una mujer, son primero eso, seres a priori inocentes, y la cinta insiste en el tiempo de espera, de observación para comprobar sí son también un enemigo armado y peligroso.
Mientras su esposa vive asustada, con dudas y cansancio, cuidando de los dos niños que han nacido al ritmo de los tiempos de regreso y descanso, Kyle sigue firmemente con su misión. Su eficiencia le ganó el sobrenombre de “The Legend” . Se siente orgulloso de eso y sobre todo de la confianza que le tienen los que combaten en la calle.
Cuando la misión, decidida y planeada desde los altos mandos, es de eliminar a un agente cercano a Ben Laden y sádicamente violento, no hay duda para nadie. Todos los medios deben ser puestos en acción para desaparecer esta figura del mal, “El Carmicero” (Mido Hamada). Pero este tiene también su protector, su francotirador sirio de élite, Mustapha (Sammy Sheik), excampeón olímpico.
El combate se vuelve un duelo entre pares. La vestimenta de Mustapha ,cabeza envuelta en velos negros, acentúa el orientalismo, el aspecto mágico, salido de otro mundo, del tirador con talento fuera de lo común ,al servicio de la causa del mal. La herida mortal del amigo de Kyle, Biggles ( Jake McDorman) que fallece durante la quirúrgica, los encuentros con su hermano Jeff (Keir O’Donnell ) que ha perdido la fe en la misión “ pacificadora” de Estados Unidos, llevan a Kyle a su última estancia en Irak, determinado a acabar con EL enemigo que personifica todas las características contrarias.
En una escena memorable, dramática, intensa, en medio de una tempestad de arena, Kyle logra matar a Mustapha , con un tiro preciso a casi 2 km de distancia. Es un western exiliado.
El regreso a casa se desarrolla con casi total normalidad : Kyle no parece sufrir del clásico stress post traumático. Convencido de haber cumplido con su deber, esta a veces traicionado por miedos y nervosismos incontrolables. Un trabajo sobre si mismo lo conduce poco a poco a volver a ser buen esposo, buen padre, lleno de humor y de paciencia. Trabaja en un centro de rehabilitación de veteranos, dándoles apoyo, comprensión, acompañamiento hasta el campo de tiro. Una inocente corta escena podría tal vez preocupar: lleva al mayor de sus hijos al bosque para enseñarle a cazar. Eterno regreso de los condicionamientos. El hombre que supo readaptarse a la vida después de enfrentar los peligros encontrará la muerte a manos de uno de los que ayudaba, última ironía del destino.
Se puede reprochar a la cinta un enfoque cerrado sobre su personaje : los demás no tienen mucha importancia, son meramente funcionales, empezando por la esposa, quien se limita a asustarse, suplicar, llorar, y cuidar niños. Los compañeros sirven más de acompañamiento y justificación y los enemigos no tienen ninguna individualidad. Pero eso es en realidad el reflejo del genero literario de la autobiografía. Los demás son puros accesorios.
Si la cinta de Eastwood se apoyó sobre el libro American Sniper: The Autobiography of the Most Lethal Sniper in U.S. Military History (2012), autobiografía del verdadero Chris Kyle, es claro que el cineasta ha incluido elementos de reflexión. Muy discutido cuando salió y más cuando obtuvo él a Óscar a Mejor Película en 20000, el filme, como habitualmente con Eastwood no presenta una posición definida. En una tem donde es fácil tomar partido y utilizar todos los recursos retóricos y técnicos para llevar al espectador por un camino claramente trazado, Eastwood toma su tiempo casi plácidamente. Los buenos son también malos, los malos pueden ser buenos. Los que actúan en contra no siempre lo hacen voluntariamente. Indiscutiblemente malos, el segundo de Bin Laden, por su sadismo, mostrado en una escena insostenible con un niño, y el francotirador enemigo por su eficiencia sobrehumana. Los demás son siluetas anónimas, que echan balas, o seres forzados a pelear bajo amenazas o condicionamiento. Casi no hay combates cuerpo a cuerpo, se ven poca sangre, pocas heridas. Los escenarios son calles y casas ya destruidos en combates o bombardeos anteriores Mucho ruido, muchos movimientos en escenas de acción dignas de las mejores películas de guerra. El argumento es claro : no es Kyle y sus compañeros los que empezaron esta guerra. Llegan para continuar, para “componer “ , pero siempre en base a lo que ya se ha hecho. La pregunta nunca planteada es : ¿quien empezó todo eso ? Porque es fácil hacer remontar el conflicto al ataque a las Torres Gemelas. Pero esta espectacular agresión al imperio gringo, también simbólica, es el resultado de una dinámica que se instaló décadas atrás y se fue manteniendo y alimentando.
La personalidad de Kyle firme en medio del peligro, de las dudas, de los sufrimientos, es ciertamente incómoda : hombre bueno, su fuerza tranquila y sin falla le viene de su convicción de su papel de protector. El sentido del deber y del patriotismo le evita el trauma de los combatientes. Si se mide su papel a una escala individual: proteger a sus amigos, sus compañeros , en un círculo cercano, es indiscutiblemente digno de admiración. Pero conforme se abre el círculo a la protección de una nación, a una ideología política, religiosa o económica, el matar fríamente se vuelve mucho más discutible. Cualquiera mataría sin dudarlo un instante para proteger a sus hijos. Proteger a su país se vuelve mucho más abstracto y comprometer todo su talento, concreto y eficiente, en actos destructivos repetidos, pierde algo, o mucho de su sentido.
Clint Eastwood deja la puerta abierta a las opiniones, pone las cartas sobre la mesa, con todo su talento y el talento de su intérprete. Y deja que cada espectador opine, en un tema donde las decisiones en realidad no se toman en función de los hechos sino en función de las íntimas, y subjetivas, convicciones. Como lo dijo ,” el mayor alegato antibelicista que una película puede hacer es mostrar lo que la guerra hace a las familias y a los soldados que tienen que regresar a la vida civil”.
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