Abiertamente inspirada de Hitchcock, una película muy cuidada en sus aspectos formales que mantiene el suspenso gracias al algunos buenas vueltas de tuerca.
Ficha IMDb
Une mujer vive encerrada sola desde casi un año en una casa antigua en Nueva York. Su única visita es su psicólogo. La doctora Anna Fox, psicóloga infantil (Amy Adams) sufre agorafobia, su trato con el mundo se limita a las llamadas telefónicas que mantiene diariamente con su exesposo Ed (Anthony Mackie) y su hija Olivia (Mariah Bozeman). En el sótano de la casa, tiene un inquilino, David (Wyatt Russell) quien se encarga de sacar la basura y hacer las tareas de mantenimiento. Anna pasa el tiempo viendo películas clásicas, viendo su gato Punch y tomando vino y pastillas que podrían provocar alucinaciones mientras observa los habitantes del edificio del otro lado de la calle. A veces, saca fotos.
Un día, hace una excepción al dejar entrar a Ethan Russell (Fred Hechinger), adolescente que le trae una vela aromatizante de parte de su mamá. Es un regalo de bienvenida al revés ya que la familia acaba de mudarse enfrente. Durante la platica, su experiencia como psicóloga le permite denotar un cierto malestar familiar en este joven que actúa y habla en forma un poco extraña.
Poco después, el día de Halloween, unos niños llegan hasta la puerta de Anna y avientan huevos. Al tratar de salir confrontarlos, la mujer se desmaya. Es ayudada por una desconocida (Julianne Moore) que la acompaña adentro y le hace compañía hasta que se sienta mejor, contándole sobre su vida y enseñándole fotos de su hijo, el chico que vino hace poco. Anna entiende que se trata de Jane Russell.
Después de eso, se van a precipitar los sucesos : Anna asiste a peleas en la familia del otro lado, golpes, gritos del padre, un asesinato : Jane es apuñalada por alguien que no logra ver. Los inspectores de policía, Norelli (Jeanine Serralles) y Little (Brian Tyree Henry) la confrontan con el padre, Alistair ( Gary Oldman), que la quiere acusar de hostigamiento y casi de perversión de menores, y con la madre, Jane (Jennifer Jason Leight), diferente de la que Anna conoció. No hay ninguna mujer asesinada. Además, los inspectores le revelan una verdad insoportable : su esposo y su hija murieron en un accidente de coche. Afloran los recuerdos : ella manejaba el coche que se estrelló por culpa de su distracción, en medio de un pleito con su esposo, causado por su infidelidad. Su inquilino desaparece, pero encuentra en su cuarto un arete de la madre de Ethan ,una foto de ella dormida le llega por correo electrónico….
Asustada pero lúcida, convencida de lo que vio, Anna deja sus medicamentos y sigue con su investigación : descubre el turbio pasado del padre, como una secretaria defenestrada en Boston….
El final es, como en todas las películas de este tipo, una ultima vuelta de tuerca que explica todo, una pelea con el verdadero asesino, con persecución en toda la casa hasta el techo bajo la lluvia.
Meses después, la doctora Fox está lista para pasar a otro capitulo de su vida, dejar su casa y salir hacia el futuro acompañada de su gato.
La realización de la cinta está muy bien cuidada ,en un ambiente cerrado pero protector, de altos techos, gruesas cortinas, muebles cómodos. Las texturas y los colores organizan un ambiente protegido del mundo, donde el tiempo pasa sin ser realmente pesado o aburrido. El gato pasea tranquilamente y pone algo de movimiento. La referencia es clara a La Ventana indiscreta (Rear Window, Hitchcock- 1954 ), con las ventanas del edificio enfrente, iluminadas en la noche, que revelan los secretos de las vidas ajenas, como en unas pequeñas pantallas de televisión, reflejo de la verdadera pantalla de televisión donde pasan viejas películas, en particular La casa del Dr. Edward ( Spellbound, Hitchcock – 1945) con el sueño diseñado por Salvador Dalí, que permite a Íngrid Bergman elucidar el trauma de su colega.
El juego en espejo entre esta cinta y la profesión de Anna , psicóloga para niños, encuentra un echo en la relación de esta con el joven Ethan, pero también en su complicidad de una tarde con la madre biológica Katie, rubia de pelo largo como ella, madre preocupada por su hijo-hija como ella, rubia como la madre viva, Jane, segunda esposa del padre. El juego de espejo en la foto que hizo del gato le permite probar la existencia de esta mujer, la víctima que nadie encuentra. Parece que las imágenes rebotan en un juego sin fin de una superficie a otra, delimitando las paredes psicológicas que encierran a Anna, de quien la cámara nunca se desprende, obligando al espectador a adoptar su único punto de vista, que va del miedo al enojo, pasando por la curiosidad, las dudas, la tristeza o la alegría.
Si la trama no es totalmente original, si el final estaba muy fácil de imaginar, esto no impide que la cinta se deje ver con gusto, gracias a su buen ritmo y sus buenas interpretaciones, en particular. Amy Adams como la heroína claustrofóbica que, a pesar de ser engañada por las apariencias y sus propias limitaciones psicológicas, mantiene certeza y lucidez interior sobre lo que ha visto. En apariciones más limitadas, Julianne Moore y Gary Oldman saben imponer la fuerza de su presencia.
No es Hitchcock, no es David Fincher. No quedará en las memorias del cine. Pero es un pasatiempo bastante honesto.
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