Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, August 6, 2021

Le dernier mercenaire (David Charhon, 2021) – 6/10



Reaparece el “Barón” de los mercenarios, más viejo, menos serio, un tanto menos ágil. Con la edad llegan las responsabilidades, en particular las paternales. No es una gran película de espías, ni de combates, ni de política. Es totalmente paródica y bastante divertida.

Ficha IMDb

Alexandre Lazare (Alban Ivanov), funcionario del Quai d’Orsay, ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, es demasiado honesto para trabajar en un puesto tal alto. Sabe más que su director Paul Lesueur (Eric Judor), y se niega a utilizar las ventajas de su puesto, en particular su coche, dejándolo al mencionado director, que colecciona las multas. En su afán de limpiar las finanzas del ministerio, decide cancelar una pensión misteriosa a un desconocido que, aparentemente, no hace nada. Se trata del joven Archibald Al Mahmoud (Samir Decazza) quien vive en un suburbio invadido por la delincuencia, bajo las alas protectoras de Fernand (Michel Crémadès ) quien le sirve de tutor, protector y abuelo, sin que el joven sepa nada de su pasado.

La cancelación de los pagos y el arresto de Archibald provocan una oleada de eventos, cada vez más catastróficos. Pero altas influencias organizan la evasión del joven, quien ya está en la mira por supuestos tráficos de armas y de estupefacientes con un famoso traficante de todo, Simyon Novak (Nassim si Ahmed), fan absoluto de Scarface, la película y el personaje : Novak vive literalmente en la cinta de Brian de Palma (1983 ). 

Al ser informado por una vieja amiga Marguerite   (Miou-Miou) del peligro que amenaza a su hijito, que nunca conoció, Richard Brumère apodado “la bruma” (Jean-Claude Van Damme) decide intervenir, después de una ausencia de 25 años. Una amiga del barrio,  Dalila   (Assa Sylla)   ) y su cómplice comelón Momo (Djimo) se unen al dio para solucionar el lío : la compra de un dispositivo mortal por Novak . Después de operaciones cómicamente peligrosas, varias veces fracasadas, nuestros héroes lograrán restablecer el bien, la verdad y la paz, a pesar de las complicidades políticamente muy bien colocadas. Padre e hijo se aceptan, todos se aman. 

La historia es de lo más previsible, tanto en sus aspectos sentimentales y familiares, sus motivaciones psicológicas muy superficiales, sus momentos de acción y el desarrollo de la intriga de espionaje-delincuencia. El propósito de la cinta no reside ahí : se trata del regreso de Van Damme. Tuvieron la sabiduría de entender que nadie cree en los viejos héroes que vuelven con las mismas capacidades que hace treinta años y optaron por el camino opuesto. Si Van Damme es todavía capaz de dar unas patadas espectaculares y hacer unas figuras acrobáticas que muestran su bien conservada flexibilidad, su cara ha envejecido bastante y nunca ha sido un actor muy expresivo. Así que se decidió acentuar estas características : ponerle pelucas, maquillarlo, ponerlo en situaciones esperadas y darle diálogos totalmente paródicos. Los demás interpretes actúan también en un registro totalmente falso, sobreactuado y ridículo.

Una vez que el espectador ha aceptado este juego de referencias, citas y segundo grado, todo se vuelve muy divertido, con ninguna pretensión de hacer una cinta seria. Eso puede ser un buen camino hacia el éxito. 

Van Damme se ofrece una ultima (tal vez) vuelta a la pista burlándose de sí mismo, de lo que fue y de la imagen implacable que se fabricó en sus películas de juventud. Es una apuesta que puede funcionar. Así no cae totalmente en el olvido, y abre la puerta a una serie de aventuras de padre-hijo, lo que puede ser económicamente interesante. Pero es una lástima que lo pongan demasiado seguido en segundo plano, atrás de los supuestos papeles secundarios. 

El ultimo mercenario está lejos de ser una gran película, todo es fácil y superficial : su humor, sus interpretaciones, su historia, sus guiños. Pero es un momento agradable, sin llegar a tener la precisión de dirección,  el uso fino de los códigos del cine de espionaje, ni la elegancia de Jean Dujardin en los OSS 117, por ejemplo, Le Caire nid d’espions ( Michel Hazanavicius – 2006) .


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