Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, August 29, 2021

Maryland (Alice Winocour, 2015) – 8/10


Extraño thriller que no sabe bien adónde va y, precisamente por eso, mantiene en alerta.

Ficha IMDb 

Vincent (Matthias) vuelve de un tiempo en Afganistán. Encuentra trabajo en una compañía de seguridad. Su primer empleo es para una noche de fiesta en Maryland, la mansión de Imad Whalid  (Percy Kemp) riquísimo hombre de negocios libanés, que vive en el sur de Francia. Invitados y coches de lujo, que no soportan la mínima interrupción a sus voluntades. Derradji tiene que atender un negocio urgente fuera de Francia, se le pide a Vincent volver para cuidar a la esposa Jessie (Diane Krüger) y al niño Ali (Zaïd Errougi-Demonsant) que se van a quedar solos.

Si Vincent tiene que obedecer a las ordenes de Jessie, no puede pasar de alto sus intuiciones cuando percibe que un peligro se acerca. Sus experiencias anteriores han agudizado sus percepciones, o lo han vuelto hipersensible, al borde de la paranoia. Eso lo lleva a actitudes incomprensibles que enojan a su empleadora. Sin embargo, los sucesos parecen darle la razón cuando el coche es atacado en el camino de vuelta después de un día de playa. Vincent organiza la casa como una ciudadela en espera del asalto final. Al mismo tiempo, un acercamiento extraño se construye entre el exsoldado, poco instruido y la mujer, trilingüe, culta, sensible, inmovilizada en una casa y un matrimonio donde sus libertades han quedado reducidas a poco más que nada. 

Los limites no están muy claros entre la subjetividad de Vincent y la realidad, creando un ambiente confuso, inseguro, que recuerda algunas películas de Polanski como Répulsion (1965) o Le locataire (1976). La violencia parece fuera de lugar en un mundo protegido, aislado de todo peligro delincuente, sin embargo, explota y afecta a todos. Los muros, las bardas, los sistemas de alarma y las cámaras de vigilancia son insuficientes. ¿O es la mente de Vincent, profundamente perturbada, la que traduce cualquier ruido o movimiento en una intrusión insoportable?

Sin embargo, una pista razonable podría ser la de los compromisos políticos en los que se metió Whalid con sus ventas de armas y sus contactos con grupos sin escrúpulos. Tal vez algún financiamiento oculto a un hombre político como lo dejan suponer algunos diálogos durante la fiesta. La vida real de repente parece conforme a la percepción loca de un ser transformado por la guerra. La cabeza de Vincent es una metonimia de la casa, que es a su vez metonimia de la geopolítica actual. En efectos de ecos y de espejos, mundo interior y mundo exterior se contestan, creando una inestabilidad angustiante, aumentada por lo invasivo de los sonidos, que irrumpen desde fuera de la imagen, provenientes de todas partes y de ninguna parte, deformados por los traumas auditivos que sufrió el soldado. El espectador está dentro de los oídos de Vincent, de su cuerpo, dentro de su cabeza, de su cerebro. La música de Gesaffelstein, electrónica y disonante, ocupa todo el espacio y explota por encima de todos los ruidos “ reales” antes de los momentos de crisis. 

La casa, lujosa e igual a cualquier casa rica en Estados Unidos o en un país árabe, lugar pacifico, jardín de Edén, lugar de fiestas elitistas en las noches cálidas, se ve amenazada por la lluvia y el viento cuando los ocupantes se quedan solos y a la merced de una invasión.  


El final, violento y extraño, deja al espectador en la duda : fue real, fue un delirio de Vincent, en la mente de quien estuvimos viendo toda la historia. No hay respuesta. Todos se van, dejándolo solo en la casa talvez asediada. 


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