Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, October 10, 2021

Worth (Sara Colangelo, 2020) – 8.5/10


Con un timing perfecto cuando se conmemoran veinte años de los ataques a las Torres gemelas en Nueva York, la cinta tiene sin embargo la cualidad de no caer en los sentimentalismos y dramatismos y de tratar de describir un proceso administrativo que no puede funcionar si no abarca la dimensión humana de cada situación individual. Sostenido por una interpretación discreta pero muy convincente de Michael Keaton.

Ficha IMDb

Unos días después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 surge la cuestión de las demandas que podrían hacer las víctimas sobrevivientes de los atentados y los familiares de los fallecidos a las compañías aéreas. En efecto, ellas podrían ser consideradas culpables de negligencia al dejar subir los terroristas y son los accidentes de sus aeronaves los que causaron las muertes. Para evitar tales demandas, que causarían un serio prejuicio a la economía, el fiscal general John Ashcroft (Victor Slezak) decide adelantarse y crear un Fondo de compensación para las víctimas del 11 de septiembre y sus familiares. Se pone a la cabeza de tal trabajo absolutamente gigantesco un hombre que ya probó su eficiencia en casos parecidos : Kenneth Feinberg (Michael Keaton) había trabajado en la demanda colectiva de unos veteranos de Vietnam en 1993, contra las empresas químicas productoras del Agente Naranja que causaba cáncer y sarcomas. Feinberg pidió a Ashcroft el trabajo ; de todas formas, nadie quería hacerlo. La legislación autorizaba al fondo a desembolsar un máximo de 7 375 millones de dólares, incluidos los gastos operativos y administrativos, de los fondos del gobierno de los Estados Unidos.

Este hombre, eficiente y, antes que todo, preocupado por la imparcialidad y la justicia, trabaja con números. Todas las compañías de seguros tienen estas tablas que les permiten calcular el precio de una vida en base a los sueldos y los patrimonios de las víctimas, es decir básicamente cuanto dinero su muerte les va a quitar a las familias. Con su fiel y eficiente asistente Camille Biros (Amy Ryan),  Feinberg se lanza en esta tarea inmensa. El plazo para que las víctimas y sus familiares presenten su caso es de dos años y medio. El trabajo empieza con un equipo acostumbrado a llevar a cabo las entrevistas. Priya (Shunori Ramanathan) y Camille se ven confrontadas a las experiencias y los dolores reales, a las dificultades económicas diarias, mientras Feinberg trata de mantener su imparcialidad desconectada del factor humano. 

Muy rápidamente se presenta en los interesados una pregunta de nivel ético : ¿Por qué la vida de un bombero o un empleado de limpieza vale menos que la de corredor de bolsa o un alto ejecutivo? Según las tablas de calculo, la vida de un gerente financiero vale 14.2 millones de dólares, la vida de un lavaplatos 350 000 dólares. Pero esta gente que ganaba mucho y por ende recibiría compensaciones millonarias se organiza atrás de Lee Quinn (Tate Donovan)  y presiona para organizar una demanda colectiva. 

Otro grupo que no quieren entrar en el sistema de Feinberg, organizados alrededor de Charles Wolf (Stanley Tucci), cuya esposa Katherine falleció en una de las torres. Este lanzó una pagina web para explicar donde están las fallas del sistema de compensaciones 

Unos casos llaman más la atención : el bombero que falleció, cuya esposa no quiere nada pero que tenía una segunda familia cuyos hijos necesitan recibir el dinero ; la pareja homosexual rechazada por los padres del fallecido quienes sin embargo recibirán por ley la compensación. Cada caso abre la puerta para un tipo de situación que las frías reglas de calculo no habían previsto. Hay que cambiar el enfoque, hay que aceptar la confrontación con cada caso real, uno por uno. Feinberg acepta entrar a la arena : realizará personalmente 700 de las 1600 entrevistas de demandantes. Con este trato personal se alcanzará el numero record de 97% de víctimas o familiares, recibiendo en total 7 billones, a cambio del compromiso de nunca demandar a las compañías aéreas por falta de seguridad. 

La estructura de la cinta es previsible y banal. Dos posiciones diametralmente opuestas y llevadas por personalidades igualmente fuertes deben resolverse. Entre ellos, un personaje puente, Camille, contadora experta en números y mujer atenta a las historias de vidas individuales, ella permita la evolución de todos. Un elemento de suspenso permite mantener el ritmo : hay que juntar el mayor numero de expedientes antes de una fecha limite. Si no, los ricos demandantes presentarán sus exigencias multimillonarias a las compañías aéreas y amenazan el equilibrio económico y por ende político del régimen de George Bush. 

Pero este caparazón banal de drama es solamente eso, una apariencia : lo importante es la evolución de un carácter, obligado por las circunstancias a humanizarse al aceptar la confrontación con la vida real. Debe salir de su oficina y su casa de abogado famoso y rico, inalcanzable, lejos de la calle, para sumergirse en la vida de la gente normal.

La cinta plantea también la cuestión ética del valor de una vida, cuestión sin respuesta y para la cual se encontró una solución en numero, al cambiar una palabra : del “valor” se pasa al “precio”. Se plantea también la cuestión de las diferencias de los sistemas judiciales, de las consideraciones de estado civil que, no solamente varían de un estado a otro, de un país a otro, pero además no corresponden a las realidades humanas. 

Una catástrofe como los eventos del 11 de septiembre, no es solamente un problema político, o religioso, al cual los jefes de estados quieren dar una respuesta autoritaria desde arriba. Plantea cuestiones mucho más allá : injusticia social, insuficiencia judicial, sin hablar de las consecuencias psicológicas. La cinta se enfoca principalmente en las dos concepciones encarnadas por Feinberg y Wolf, y sobre todo en la evolución de Feinberg porque tiene actores grandiosos, principalmente Michael Keaton. Habla poco de los aspectos médicos Ahí también, hay tarifas en función de qué parte o qué proporción del cuerpo ha sido afectada. Además, se concentra en un plazo de tiempo limitad, de 2001 a 2004. Sin embargo, hay todavía secuelas : casos de cánceres, afectaciones respiratorias por causa de las nubes de polvo que se levantaron por la caída de las torres, y que se mantuvieron presentes durante días. Hubo tal vez más muertes en los años siguientes que en esos días precisos. Basta mencionar que los bomberos estuvieron trabajando sin mascarillas. Todavía hay enfermedades y muertes provocadas por los atentados. En estos caos es ahora muy difícil probar la relación directa entre atentados y muertes o enfermedades actuales. 

El mayor mérito de la cinta es mantener un tono sobrio, sin escenas lacrimógenas, si efectos acentuados para subrayar el horror de los casos individuales. La contención de los actores es, al final de cuentas, un homenaje a la dignidad de todas las víctimas. No se juega con el dolor. no se puede utilizar para manipular al espectador. 

Michael Keaton no interpreta a su personaje como un héroe, lo mantiene al nivel de alguien que quiere hacer su trabajo lo mejor que se puede. De hecho, su pequeño bufete, The Feinberg Group, sigue trabajando e intervino en caso sonados como el derrame de petróleo de BP, una masacre en una escuela primaria, el famoso atentado durante el maratón de Boston y otros más. Propuso recientemente la creación de una Oficina Nacional de duelo a raíz del COVID-19, considerando que debe haber una política nacional que trate de ayudar a compensar los efectos colectivos e individuales de la pandemia. Ojalá y otros estados siguieran este ejemplo.


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