Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Thursday, November 11, 2021

L’homme de la cave (Philippe Le Guay, 2021 ) - 9 /10



Angustiante historia inspirada por un hecho real :cómo alguien puede de repente invadir el espacio de una familia, sembrar las dudas y hacer resurgir recuerdos de un tiempo despreciable .

Ficha IMDb

Simon Sandberg (Jérémie Renier) quiere deshacerse del cuartito que tiene en el sótano del edificio parisino donde vive con su esposa y su hija adolescente. El comprador se presenta con un ex profesor de historia, Jacques Fonzic (François Cluzet)  que necesita espacio para almacenar las cosas de su mamá recientemente fallecida para devolver al dueño el departamento que ella ocupaba. De acuerdo con su esposa Hélène (Bérénice Bejo), acepta el cheque que le da Fonzic antes de firmar el contrato de compraventa ante notario, y le entrega las llaves. Días después la conserje Nelly (Denise Chalem) le informa que Fonzic vive en el sótano y quiso usar el WC del patio, cerrado ya que nadie lo necesita. Simon pregunta el porque de esta instalación y Fonzic explica que unos amigos le prometieron un cuarto de servicio, pero siguen aplazando la entrega. Generosamente, Simon ofrece prestar su propio cuarto de servicio en el ultimo piso del edificio. 

Pero intrigado, empieza a investigar sobre la madre, el exprofesor, y descubre mentiras y secretos, en particular que Fonzic fue despedido de la Educación Nacional por enseñar a sus alumnos de colegio una versión revisionista y negacionista de la persecución de los judíos durante la secunda guerra mundial.

Simon y Hélène tratan de cancelar la venta del sótano. Es demasiado tarde ya que aceptaron el cheque y entregaron las llaves : Fonzic es ahora el dueño. No solamente tienen que lanzarse a tramites complicados con abogados, pero tienen que enfrentar el descontento de los demás ocupantes del edificio, molestados por ese hombre que vive en un sótano sin luz y hace sus necesidades en los pasillos. 

Junto con las preocupaciones legales aparece un conflicto familiar y angustias latentes durante décadas : la familia de Simon es judía, lo que Fonzic había intuido desde el principio por el apellido, en el departamento vivía un tío que fue arrestado y llevado a un campo de exterminio, probablemente denunciado por alguien que quería hacerse del departamento. La familia pudo recuperar el departamento después de la guerra, pero todavía existe un título de propiedad a nombre del usurpador y delator, lo que no facilita las relaciones con los vecinos que Simon quiere convencer de unirse para expulsar al indeseable nuevo dueño.

Viejos dolores, viejos secretos, viejos conflictos, dudas, cuestiones, Fonzic llegó para sembrar la discordia y la incomodidad. La vida nunca más será la misma en la familia ni en el edificio parisino. El hermano David (Jonathan Zaccaï ) expresa de repente su inconformidad ante el hecho de que Simon sea quien ocupa el departamento que le pertenece a la madre de ambos : viejos celos de hermanos. 

La historia es real, les pasó a unos amigos del director. Historia que mezcla viejos recuerdos oscuros a un asunto puramente legal : como deshacerse de un vecino que vive en condiciones insalubres. Hay en la narración y las reacciones de los personajes, algo de las novelas de Patrick Modiano, Premio Nobel de Literatura 2014. Hedor de un pasado poco glorioso cuando las delaciones a un gobierno sometido al ocupante alemán eran pan de cada día. Peso de una historia familiar que no tiene importancia en la vida cotidiana : Simon y Hélène educaron a su hija Justine (Victoria Eber) en el catolicismo que ni siquiera practican. Pero uno no puede quitarse la historia familiar, la historia nacional. En el momento más inesperado, vuelven y hieren.

Muy importante también es la utilización de unos espacios típicamente franceses, la organización del edificio parisino con su patio donde empiezan las dos escaleras hacia los departamentos; los conflictos que puede provocar una infiltración de agua de un cuarto de baño al departamento de abajo; el cuarto de servicio bajo el techo. En Les femmes du sixième étage (2011), Le Guay ya había revelado este mundo aparte, esta pequeña sociedad de mujeres trabajadoras alojadas en los cuartos bajo los techos, que comunican con los departamentos burgueses por una escalera secundaria, escondida. 

El sótano, concepto tan francés, de pequeños cuartos, uno por departamento, pensados para almacenar carbón, papas y conservas para el invierno, usados a veces por los padres severos para encerrar los hijos desobedientes, están distribuidos a lo largo de pasillos largos, tortuosos, mal alumbrados. Conforman un laberinto de puertas hechos de planchas de madera mal unidas. Son un lugar de miedo. Un lugar que durante la guerra sirvió tanto de refugio durante los bombardeos aéreos que de escondite para los judíos que trataran de escapar de las redadas : el sótano es un lugar de angustia, física y mental. Entrañas del edificio, es el símbolo de las entrañas mentales de los individuos.  La caldera del edificio es una alusión clara a los campos de exterminio. Fonzic que se obstina a vivir ahí es la culpabilidad escondida, es los motivos ancestrales de rechazo hacia si mismo, hacia los demás, impuesto por los demás, motivos nunca explicados, solamente transmitidos a nivel inconsciente.

La interpretación de Francois Cluzet es magistral : mal peinado, tal vez sucio, deambula en el vecindario,  habla con todos con gran facilidad y gran inteligencia, con la capacidad de sembrar la duda, Es amable y repulsivo, seductor y repugnante. Su lógica es implacable, su presencia inevitable. Frente a él, lo mejor y lo peor de los demás sale a flote, es un catalizador de conflictos entre hermanos, entre conjugues, entre generaciones. A veces uno se siente tentado de creerle : Cluzet es tan normal y tan víctima de la incomprensión general.

Esta normalidad del que habla a contracorriente, pero en forma tan lógica y articulada, en nombre de conocimientos no accesibles a todos y de una libertad de cuestionamiento que no se conforma con el pensamiento mayoritario, es un llamado a reaccionar frente a las teorías del complot que nos han invadido recientemente, en estos tiempos de incertidumbre provocada por una forma del mal : un bicho que llega de lejos y ataca a todos, una vacuna que tendría objetivos políticos, un encierro que tal vez quiere controlar más que proteger.  Angustias, dudas, cuestionamiento pernicioso de las instituciones políticas y científicas. Cuando el individuo pretende saber más y mejor que los especialistas, sólo porque se jacta de pensar con independencia, ¿cómo puede hacer la sociedad para no caer en la tentación insidiosa de los complotistas y del negacionismo? 


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