Mucho tiempo perdido en una cinta que casi no tiene suspenso, avanza a ritmo lentísimo y hace que se pierda todo interés en la resolución del crimen.
Ficha IMDb
Se empieza por un largo prólogo que tiene una función de presentación de los talentos del protagonista. Ya en El crimen del Oriente Express (2017), Branagh había usado del mismo recurso, que le permitía lucirse. Pero esta vez, va demasiado lejos, demasiado tiempo, para un episodio pasado que ejemplifica los talentos de observación y de deducción del famoso Poirot : durante la Primera Guerra Mundial, en una trinchera, los movimientos de un tipo particular de aves le permiten calcular de cuanto tiempo se dispone para atacar una posición alemana antes que el viento cambie de dirección y devuelva el gas mostaza hacia los que lo mandaron. Así, Poirot salva a su compañía, permite una victoria puntual . Sin embargo, no logra salvar a su capitán ni evitar una grave herida facial. “No importa, le dice su prometida Katherine (Susannah Fielding), te dejarás crecer el bigote “, segundo elemento de explicación de las características básicas del héroe.
Años después, en 1937, ahora viudo de su amada Katherine, el detective se encuentra en un cabaret donde, al mismo tiempo que disfruta la hermosa voz de la cantante de jazz Salome Otterbourne (Sophie Okonedo), asiste al flechazo entre la riquísima Linnet Ridgeway (Gal Gadot) y el seductor Simon Doyle (Armie Hammer ), prometido de la mejor amiga de Linnet, Jacqueline de Belfort (Emma Mackey).
Otro tiempo después, Poirot, con todo la distinción británica de su creadora, contempla las pirámides tomando té y pastelitos. Los azares de la vida hacen que su amigo Bouc (Tom Baterman) hace travesuras por allí, lo presenta a su madre Euphemia (Annette Bening), famosa pintora y a sus amigos los recién casados. y lo invita a la fiesta de bodas de la nueva pareja . Linnet y Simon, preocupados por el asecho de Jacqueline, le piden protección. Todos los invitados se embarcan para un crucero sobre el Nilo en el S.S. Karnak , un barco de lujo rentado para ellos exclusivamente en un viaje hasta el templo de Abu Simbel. Están ahí : Louise Bourget ( Rose Leslie), mucama de Linnet ; Salome Otterbourne y su sobrina y agente Rosalie (Letitia Wright), también amiga de escuela de Linnet y amante de Bouc ; Marie Van Schuyler ( Jennifer Saunders), la madrina comunista de Linnet y su enfermera Mrs. Bowers (Dawn French), Andrew Katchadourian (Ali Fazal), primo de de Linnet y responsable de su testamento; Linus Windlesham (Russell Brand), un médico comprometido con Linnet antes de Simon.
Hasta el momento, nadie se ha muerto y el intento de Andrew fracasa en el último momento ya que el asesino arrepentido cambia de idea.
Volvemos al barco sin asesinato y empezamos a preguntarnos en qué película o qué novela estamos . Es cuando algunos espectadores empiezan a dormirse.
Pero en la noche siguiente, todo se acelera: primero, Linnet aparece muerta , lo que provoca las inconsolables lágrimas de su esposo. Después … el espectador, despertado a medias, se pierde entre las hipótesis, sobre todo que el magnifico collar de Tiffany, regalo de bodas, ha desaparecido. Después de eso, los cadáveres seguirán acumulándose, provocando un cierto vértigo en el espectador : Louise, Bouc para acabar con Simon y Jacqueline.
Fiel a la tradición, Poirot, después de someter a todos los pasajeros a sus interrogatorios despiadados, reúne a los sobrevivientes, revela los nombres de los culpables y sus motivos. El espectador promedio, ahora completamente despierto, pero consciente de haberse perdido de algo, ya no entiende realmente de que se trató.
Pero no se ha acabado el cuento. Para hacerle simetría al prólogo, Brannagh le pone epílogo a su cinta: sin bigote y dispuesto a iniciar una nueva vida. Poirot vuelve al cabaret donde sigue contando Salome, que se salvó de la serie de asesinatos,
Total : 2 horas de película, de las cuales unos 45 minutos no sirven para nada a la historia. Unas hermosas fotos del Nilo, unas tomas audaces en Abu Simbel. Un vestuario interesante, pero sin nada realmente interesante ya, sobre todo, un desperdicio total del decorado del barco, cuyo ambiente lujoso daba para un precioso trabajo de imagen. Algo que supo hacer Guillermo del Toro en Nightmare Alley con los ambientes art deco de la segunda parte de la cinta.
Si Asesinato en el oriente express podía decepcionar por un clasicismo comercial demasiado fácil, Muerte el Nilo quiso ser original, agregarle elementos personales a la trama de Agatha Christie. Y falló en el intento. Se siente, cosa extraña, como si hubiera habido exceso de dinero. Y no se sabía muy bien en qué usarlo, y no se tomaron las decisiones correctas.
En resumen, la historia aburre, el ritmo adormece, los efectos especiales son demasiado obvios, los actores no convencen. ¡Una lástima! Mejor volvamos a ver la adaptación anterior de Death on the Nile (John Guillermin - 1978) con un impresionante Peter Ustinov, acompañado de Jane Birkin, Angela Lansbury, Mia Farrow, Bette Davis, David Niven, Maggie Smith, actores nada despreciables.
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