Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Sunday, December 24, 2017

Murder on the Orient Express (Kenneth Branagh, 2017) – 6.5/10

El clásico de Agatha Christie, de todos conocido, vuelve a la pantalla con un nuevo Hercule Poirot, más belga que nunca en su hablar, su bigote y sus manías. Una adaptación muy cuidada, con una pléyade de actores famosos pero que decepciona un poco sin que se sepa exactamente por qué.

Ficha IMDb

La verdadera intriga empieza después de un prólogo ágil, en una estructura al estilo James Bond, destinado a enseñar de una buena vez el talento de deducción del detective. Hercule Poirot pertenece a la familia de los detectives inteligentes, los que llegan a la solución por su poder de deducción. Como Sherlock Holmes, es hijo de Dupin y de los asesinatos de la Calle Morgue, nacidos de la mente un tanto torcida de Edgar Allan Poe en 1841. No se interesan mucho en las personas, que generalmente consideran inferiores, pero observan todos los detalles materiales. Y si Poirot tiene nacionalidad belga, no se puede olvidar que su creadora es inglesa.

El prólogo permite también familiarizarse con las nuevas características del belga interpretado por Kenneth Branagh, su bigote, su cultura, su perfecta educación y su poder de seducción con las damas. Es mucho más humano y atractivo que los anteriores Poirot, el de David Suchet y él de Peter Ustinov, que se volvían insoportables bastante rápido.

Puesto en el Expreso de Oriente, en el invierno de 1934, por su amistad con el joven Bouc (Tom Bateman), director del tren, ya que lo llaman de urgencia a Londres, está decidido a pasar un viaje tranquilo y a disfrutar de los lujos

En el mundo cerrado del tren, encuentra unos ejemplares de la condición humana en sus diversas nacionalidades, niveles culturales y sociales. Cuando se descubre el crimen, ya tiene hechas unas observaciones preliminares. Como el espectador ya conoce la solución al crimen, el suspenso es imposible. Todo lo que queda es disfrutar del reparto, prestigioso como el de la gran cinta anterior, la de Sidney Lumet(1974). Hay viejos valores reconocidos como Judy Dench o Michelle Pfeiffer, hay algunos excéntricos como Johnny Depp o William Dafoe, hay jóvenes como Sergei Pulonim. Josh Gad, Leslie Odom Jr. y Daisy Ridley. Casi todos sobreactúan con gusto y, para el gusto del espectador.

Todos tendrán su escena, en la cual podrán dar muestra de todo su talento. Brillan particularmente Johnny Depp, en su papel del malvado, y Michelle Pfeiffer, quien sabe ahora interpretar las bellezas de edad un poco más avanzada, pero con una belleza inalterable. Esta distribución, muy cuidada, permite jugar con las nacionalidades de los actores, después de algunas modificaciones al libro, manteniendo un alto nivel de talento.

El ambiente que debería volverse angustiante por la claustrofobia que genera el estar juntos en un espacio reducido, con un muerto y un criminal, se ve abierto por unas escenas de exterior, en medio de una nieve de un blanco deslumbrante, y por unas tomas interesantes, desde arriba, que aumentan una dimensión a las líneas horizontales de los pasillos. Algunas escenas mas movidas modernizan el estilo y los interrogatorios llevados en partes distintas del tren, hacen pasar un aire casi fresco, un alivio al encierro, que se podría objetar a esta adaptación. La cinta de Lumet iba en el sentido contrario y encerraba al espectador con los sospechosos, bajo al mirada severa e inquisitiva del detective. El ambiente se vuelve también más ligero al mostrar más los lazos que unen a los personajes. Menos distancias entre ellos, casi una familiaridad además de la complicidad. Los ricos dominan menos a los humildes y se vuelven casi iguales en sus dolores y sus necesidades de venganza.

Tal vez se deba a las obligaciones actuales de los políticamente correcto, como lo ejemplifica el hecho de que el Doctor Arbuthnot (Leslie Odom Jr.) sea negro y tenga un romance con una joven blanca.

Kenneth Branagh cuida mucho su personaje, desde su bigote hasta su acento, teatralmente francés, pasando por un porte elegante y ropa perfecta. Le da una dimensión psicológica, en las conversaciones con el retrato de la esposa muerta, dudas, tristezas a las cuales no estábamos acostumbrados con esta mente orgullosamente lógica.
Esta humanización de Poirot lo desvía de los finales implacables en donde acostumbraba juzgar con altivez a los criminales. Esta vez, entiende el dolor humano y los motivos del crimen. Por eso, adapta su decisión final.

La tonalidad general de lujo, de nostalgia de los tiempos vintage, nos da durante hora y media la idea que todos tenían acceso a tales condiciones de viaje, terciopelos, cubiertos y platillos. A eso se le llama en sentido propio distracción, y se disfruta. Todos queremos sentirnos parte de la elite.

El final anuncia claramente que habrá secuela. Y no es para disgustar al espectador que pudo disfrutar de este trabajo excelente en todas sus dimensiones, honestamente concebido y ejecutado, aunque no tenga nada en realidad muy original, o muy estético, o muy rebuscado. Es un excelente trabajo de Branagh para Branagh apoyándose en la calidad de todos sus colaboradores.


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