Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Thursday, December 28, 2017

Un beau soleil intérieur (Claire Denis, 2017) – 5.5/10


 Si no fuera por Juliette Binoche, impecable en su interpretación, la película sería de un inmenso aburrimiento, llena de palabras sin sentido y de personajes sin interés. Inspirada por los fragmentos de un discurso amoroso de Barthes, quiere ser intelectual pero no puede salir de un mundo cerrado y autocomplaciente.

FicheIMDb

Isabelle (Juliette Binoche) se está acercando a los 50. divorciada, tiene una hija de unos 10 años que no vive con ella. Es pintora, aparentemente famosa. Viste chaqueta de cuero, minifalda, botas inmensas con tacos altísimos y sus blusas y suéteres tienen escotes profundos. Y busca el amor, el verdadero amor.

Al principio de la cinta está en una relación con el banquero Vincent (Xavier Beauvois) odioso, machista y manipulador que, lo dice claramente, nunca va a dejar a su esposa que extraordinaria. La llama y la va a ver cuándo tiene ganas, y la olvida cuando tiene algo mejor que hacer. Además, miente e inventa una relación entre el ex esposo de Isabelle y Maxime, la galerista (Josiane Balasko) quien va a organizar su próxima exposición, nada más para molestarla.

Después Isabelle pasará por un actor de teatro alcoholizó y cansado de su trabajo (Nicolás Davauchelle), por Sylvain (Paul Blain), un hombre sin educación, pero auténticamente enamorado, volverá con su ex,François (Laurent Greville). Aceptará una invitación al campo de Mathieu (Philippe Katerine), un hombre) que cruza seguido en la pescadería. No se dejará impresionar por las grandes declaraciones seudo-protectoras de Fabrice (Bruno Podalydès). Tratará de seducir con suavidad a un artista (Alex Descas) que no caerá en la trampa y acabará en el consultorio de un vidente (Gérard Depardieu).

Punto común entre todos esos encuentros: palabras, muchas palabras vacías, que parecen escenas improvisadas mientras la cámara se enfoca los dos personajes por todos los ángulos. Palabras que no van a ninguna parte, que no analizan o cuentan nada, a veces ni siquiera logran salir de las bocas. En una escena interminable Isabelle le dice à la galerista que le va a decir algo pero que no logra decírselo porque es muy personal y además no le incombe pero que si se lo va a decir….En los encuentros con hombres ,pasa lo mismo,son diálogos en los que se hacen decir lo que esperan que se digan. Confuso e inútil.

Lo que podría ser divertido es este desfile de hombres que se toman en serio y pretenden darle consejos o lecciones a una mujer con la intención oculta de aprovechar la situación. Son todos ridículos, pero no suficientemente para hacer reír. Igualmente, la escena del paseo en el campo con grandes sentencias intelectuales, de las cuales Isabelle acaba burlándose en un acceso de ira. Tampoco es divertida, ni le aporta nada al personaje.

Juliette Binoche livra insuflarle algo a su personaje, una sensibilidad, las lágrimas, de tristeza, de decepción, de frustración, siempre están cerca de una sonrisa de felicidad, de esperanza, de alivio, su falta de carácter o de fuerza se hace tangible. Pero el personaje en sí no tiene ninguna profundidad y no despierta ninguna compasión en su dolor repetido, su desesperación y su búsqueda inagotable del amor. Porque actúa, habla, piensa como adolescente.

Algunos directores hacen películas de palabras, de largos diálogos, Rohmer en sus tiempos nos dio unas maravillas de fineza, de agudeza psicológica, de precisión en en análisis de las relaciones humanas y motivaciones sentimentales.

Aquí, nada de eso. Como las palabras de Isabelle y sus hombres, la cinta es vacía. Ni supiera tiene alguna búsqueda estética, algo interesante en las imágenes.

Pero hay que reconocerlo, Gérard Depardieu vuelve a ser el gran actor que fue en sus principios. Y su escena, la más larga de la película y la última es definitivamente la más interesante y significativa. Es como un resumen de toda la película y de la actitud del personaje central: Sus consejos son confusos y serios a la vez. Lo dicen todo y no dicen nada: cuídese de este, pero sea paciente porque el otro va a volver, céntrese en usted misma, pero va a llegar El hombre destinado, encuentre y cuide su “gran sol interno” …pero siga viviendo en la dependencia de los hombres. Todo eso no significa nada, es lo que dicen todos los videntes, es lo que sus clientes atormentados esperan ye interpretan en el afán de tranquilizarse. Exactamente como lo hace Isabelle. Pero del actor emana tal magnetismo, tanta fuerza tranquila, en una voz profunda, lenta. Parece que Depardieu se deshizo de todas esas capas de histrionismo con las que vivió y actuó estos últimos años. Casi dan ganas que sea su última película para dejar ese recuerdo del gran actor que fue algún día.


Tal vez la moraleja de la película, como del texto de Barthes sea que hombres y mujeres no están iguales frente a la edad, el amor, el éxito. Y cuando las mujeres quieren igualdad, ellos consideran que es “la dictadura del proletariado “expresión que dice la cruda verdad sobre lo que los hombres piensan de las mujeres.

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