Una película triplemente clásica: es clásica por Georges
Simenon, autor de la novela y su personaje el comisario Maigret; también es
clásica por su intérprete Jean Gabin y además es clásica por su director quién
firmó numerosas películas adaptadas de novelas.
Ficha IMDb
Más de 40 años después de dejar el lugar de su
infancia, Maigret (Jean Gabin) vuelve al pueblo de Saint Fiacre, llamado por la
condesa (Valentine Tessier). Ella recibió
una carta anónima que le avisaba de su próxima muerte, antes del miércoles de
cenizas.
La
Condesa es ya una señora vieja, viuda, cuyo hijo la abandonó y se dedica a
gastar lo que fue la fortuna familiar. En el camino de vuelta al castillo Maigret
y la Condesa intercambian recuerdos y se entiende que ella fue el primer amor
del niño Maigret quien admiraba sus vestidos de flores, cuando ella llegó a
casarse con él Conde de Saint Fiacre, a la edad de 19 años. El pequeño Maigret
dejó el castillo a los 13 para irse a estudiar y su padre se quedó como
administrador de la propiedad, lo que siempre había hecho.
Al
llegar al castillo Maigret se da cuenta de la situación desastrosa en la cual
se encuentra: los cuartos ya demasiado amplios están vaciado de muebles, en la
biblioteca los estantes ya casi no tienen libros. Solo quedan dos cuadros, uno del
Conde y uno de la Condesa cuando jóvenes. también queda una cómoda antigua y
aparentemente de mucho valor.
Mientras
la Condesa sube a su cuarto a descansar antes de la cena, Maigret conoce a Lucien
Sabatier (Robert Hirsch) su secretario, Este joven administra las ventas que
han sido necesarias para escapar de la pobreza. Sabatier se muestra muy
interesado en el personaje de Maigret, presentado por Madame de Saint Fiacre,
como un anticuario.
A
la mañana siguiente, deseando hacer el paseo por el pueblo prometido por su
anfitriona, Maigret la alcanza en la iglesia, donde ya está asistiendo a la
misa de siete. Después de comulgar, se
queda muerta en su banca. Obviamente, no hay ninguna señal, de veneno ni de ninguna
arma. El medico encargado de constatar la muerte es Bouchardon (Paul Frankeur)
quien fue compañero de escuela de Maigret y le confirma la debilidad cardiaca
de su paciente.
Cuando vuelven al castillo llega el hijo, Maurice de
Saint Fiacre (Michel Auclair) que supuestamente se había suicidado la noche anterior,
así como lo anunció el periódico de la ciudad. Las sospechas se dividen entre
el hijo, el secretario, el médico el sacerdote, el padre Jodet (Michel Vitolld)
que siempre aparece donde no se le espera, provoca discusiones con quien no debería
estar hablando y se escapa de prisa.
Maigret se dedica a hacer visitas investigadoras
al mismo tiempo que vuelve a sus pasos de niño. Cosecha testimonios,
observaciones, chismes, reflexiones de los unos sobre los otros, sobre la Duquesa,
su hijo y el secretario. Se vuelve a ver
a sí mismo en el monaguillo que sirve la misa, también juega otra vez a lanzar
piedritas para hacer sonar la campana de la puerta. Le hace una visita al nuevo
administrador, Gautier (Camille Guerini) que ocupa el alojamiento que él ocupó con
sus papás. Como Maigret, el hijo de este, Emile (Serge Rousseau) le debe todo a
la Condesa quien lo ayudó para sus estudios. Ocupa ahora un puesto de confianza
en el banco de la ciudad próxima
Poco
a poco, Maigret, ya identificado como el famoso comisario parisino, se pone
sobre la pista del asesino o más bien de los asesinos, de los cómplices que
supieron usar de la condición enfermiza de la anciana para matarla de un susto
y así tomar posesión del dinero que quedaba después de unas maniobras de ventas
poco legítimas.
La
novela que se adaptó para la cinta, si no es de las más famosas de las
investigaciones del legendario comisario, tiene la originalidad de devolver al
comisario al lugar de su infancia, a los orígenes que se juró dejar atrás, a la
situación de su padre. Tal vez por esa razón fue adaptada tantas veces, para
cine y televisión, y vio a tantos actores tomar la pipa del comisario. Esta relación
de humildad obligada, los juegos de confianza y silencios de los trabajadores,
indispensables para una familia noble, y que al mismo tiempo saben quedarse en
su lugar, este medio de la provincia representa todo lo que el pequeño Maigret
quiso huir.
La
encuesta de Maigret lo obliga a restablecer el contacto con la gente del pueblo.
Si lo hace con gusto con los humildes, como la dueña de la única tienda, los
que conocen la verdad, mantiene la distancia y la suspicacia hacia los que o no
están dignos de su posición social o tratan de salir de su lugar a base de
malversaciones.
Por
otro lado, la interpretación de Gabin en el papel del más famoso comisario francés
une la celebridad del personaje a la celebridad del actor, Gabin le presta su apariencia
fornida y tosca. Un famoso interpreta a un famoso. La adaptación de Delannoy,
el uso del blanco y negro en la construcción de un decorado de paredes que parecen
de cartón pintado refuerza la fragilidad de un mundo que está desapareciendo.
Además, la música de Jean Prodromidès mantiene un
ambiente de suspenso y de angustia que funciona perfectamente bien con esos
grises del ambiente de Simenon y con los techos demasiado bajos y con vigas pintadas
el siglo 16, que parecen aplastar a todos en el castillo. Es toda una época demasiado
alejada, es un mundo de antes al que vuelve Maigret, es el antes de su infancia,
el antes de una posición social de sumisión al que quiso escapar, el antes de
una nobleza que ya no puede vivir de sus tierras y cuyos hijos ya no tienen la clase,
la dignidad y el sentido del honor que tenían los padres.
Si bien no es una película de mucho
suspenso en cuestión a la investigación porque el espectador adivina muy rápidamente
dónde están los malos por toda la orientación social que filtra en las
actitudes del personaje principal y unas actuaciones muy marcadas, la cinta
tiene el encanto de las cosas antiguas, las películas bien hechas, bien
musicalizadas, bien dirigidas y bien actuadas sobre un guion bien escrito. Ademas,
los diálogos de Michel Audiard son una delicia de humor negro y sarcasmos.
Al
lado del gran maestro Jean Gabin se puede ver durante una aparición demasiado corta
la actriz
Valentine Tessier con su voz muy peculiar . En
el papel del secretario asustado y deshonesto al mismo tiempo que muy nervioso,
Robert Hirsch, en ese tiempo todavía muy joven debutante,
hace maravillas. Michel Vitold
en el papel del sacerdote, con su
silueta silenciosa enfrascada en su sotana y su capa negras recuerda mucho al
sacerdote de Bernanos. (Le journal d’un
curé de campagne – Robert Bresson, 1951). En el papel del hijo ingrato,
Michel Auclair demuestra el talento que mantendrá al largo de su carrera,
siempre en papeles secundarios de gran calidad.
Definitivamente
tenemos ahí un momento de nostalgia por sus temas y por sus cualidades una nostalgia
muy valiosa.
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