Otra película sobre una sociedad después de la nuestra. En los mismos lugares pero después de algún cataclismo que llevó a una reorganización de la sociedad y los recursos. Otra película donde una adolescente se vuelve heroína a pesar de su voluntad. Nada muy original en esta historia, que parece ser otra película para público adolescente, de preferencia femenino. Sin embargo algo capta la atención porque se puede leer a través de las líneas un reflejo de los valores de la sociedad actual.
Ficha IMDb
La historia, adaptada de la novela de Veronica Roth, sigue a Beatrice Prior (Shailene Woodley), una chica de 16 años, quien vive en una sociedad post apocalíptica que ha decidido agrupar a las personas en cinco facciones. Cada una de ellas se dedica a cultivar una determinada virtud: Verdad (los sinceros), Abnegación (los altruistas), Osadía (los valientes), Cordialidad (los pacíficos) y Erudición (los que combaten la ignorancia), para erradicar a los males que, según ellos, llevaron a su sociedad a la guerra.
Cuando llegan a la edad de dieciséis años, los jóvenes deben escoger a cual tribu desean pertenecer. Para eso se les guía antes por un tipo de test de aptitud. Para algunos pocos, el resultado del test no es decisivo, se les llama “divergente” y el gobierno no les aprecia mucho porque sospecha en ellos un deseo de rebelión que amenazaría la estabilidad. Por supuesto Beatrice es divergente.
En la gran ceremonia que reúne a todos los habitantes de la ciudad, cada joven manifiesta su decisión, delante de su familia y de los amigos de esta. La decisión es definitiva. Quien querría volver a su tribu de origen se quedaría afuera, cual intocable en la India.
En el estado actual de la sociedad, son los Altruistas los que detienen el poder, pero están amenazados por los Sinceros, guiados por su jefa Jeanine (Kate Winslett), elegante, distinguida, con una autoridad que se impone de forma natural.
Beatrice, después de renunciar a su familia, su madre Natalie (Ashley Judd), su padre Caleb (Ansel Elgort) y su hermano Andrew (Tony Goldwyn), y de cambiarse el nombre por “Tris” tendrá que seguir el exigente entrenamiento de los audaces, vestidos de negro, tatuados, tendrá que evitar las trampas físicas y mentales, resistir a los golpes, golpear más fuerte, y, sobre todo enfrentar sus miedos más íntimos.
El desarrollo de la historia no es muy original con la previsible historia de amor con el más guapo de los jefes, Cuatro (Theo James), quien esconde bajo ese número un nombre difícil de llevar.
La cinta (y probablemente la novela de Veronica Roth) está llena de referencias a una cultura popular joven del siglo XX: Tris, como Harry Potter, tiene aptitudes para varios clanes, Eruditos, Audaces y altruistas;y, como en Hogwarts, la distribución de los jóvenes entre las cinco familias se hace en una gran reunión de la comunidad entera.
Como en Lost, la ciudad está protegida de un peligro exterior invisible por una separación electrificada. Que recuerda también al muro alrededor del Village de M. Night Shyamalan (2004).
Vemos también un poco de Inception (Christopher Nolan – 2010), con estas realidades implantadas en el cerebro. Un poco de Full Metal Jacket (Kubrick – 1987) con la llegada al campo de entrenamiento con dormitorios, baños abiertos compartidos, lo que permite vigilar, previene los suicidios y facilita humillaciones y convivencia impuestas.
Como en Hunger Games (Gary Ross - 2012) el personaje principal es una heroína adolescente, dotada de un físico normal, de buena salud, no una modelo flaca y maquillada, con mejillas redondas y mirada fuerte, determinada, sin dudas intelectuales. Una joven mujer de acción. Su inteligencia es también de un nivel normal, sin destellos de genialidad, o particular talento creativo. Al menos Katniss tiene el talento del tiro al arco. Pero las dos deben pasar por largas sesiones de entrenamiento de fuerza física. Y las dos se encuentran investidas de una misión de salvadoras a pesar de sí mismas, y la aceptan. El personaje de Tris, como ´le de Katniss se encuentra, en un momento dado, como investido de un papel y un significado manipulado por otros, en un conflicto político que las rebasa.
Ese tipo de papel se explica por lo políticamente correcto que el personaje con fuerza sea una chica. Eso permite también buenas entradas generadas por el público adolescente femenino. Pero hay que reconocer que Tris, más que Katniss, está muy bien guiada y protegida por un guapo personaje masculino.
En las dos historias, la sociedad en la que viven es una sociedad totalitaria, que parece dejar opciones, aunque impone un estilo de vida.
Como buena película de aprendizaje para adolescentes, conlleva varios mensajes: los padres tienen secretos; hasta los que están considerados como admirables han cometido errores graves en su juventud. Para que los jóvenes sepan que eso es aceptable, que se remediará y se entenderá con la edad. Y para que pierdan la ilusión, y la exigencia, de que sus padres sean perfectos.
Aparte de las distintas referencias literarias y cinematográficas, Divergent presenta rasgos de la sociedad actual, tal vez no tan perceptibles. El deseo de deshacerse de los divergentes existe realmente ahora. Sea en los medios urbanos donde domina la moda y la conformidad en temas de vestimenta, gustos, gadgets, actividades, y donde él que vive de otra forma se ve despreciado por los que están “in”: los grupos, principalmente de jóvenes, son fácilmente identificables por su uniformidad de expresión, sea física, estética, léxica. Sea en los medios tradicionales donde pensar, trabajar, o amar, de otra forma está muy mal visto.
En Divergent, cada tribu tiene su forma de vestir, su color. Es muy práctico para todos, empezando por el espectador. No hay mezclas de categorías. Cada quien reconoce a los suyos. No se mezclan los grupos. No es muy democrático. No da muchas esperanzas d movilidad social. Los hijos se quedan en la tribu de sus padres, no hay separaciones, conflictos o tristezas. Es bastante confortable. Y muy conforme a la realidad social actual donde se “heredan” o al menos se respetan las costumbres profesionales y religiosas de los padres. Algo para tranquilizar a nuestros jóvenes del público: tendrán las mismas facilidades que papa y mama.
A pesar de tantos aspectos poco originales de esta cinta, hay que reconocerle cualidades estéticas, en particular la opción de filmar en Chicago, usando lo que ofrece la rica arquitectura de esta ciudad, su metro aéreo, sus estructuras metálicas, sus altos edificios. Todo cubierto con un color de óxido y abandono. Aunque no se encuentre la belleza e inventividad visual de Hunger Games, sobre todo el primero: vestimenta, peinados, monumentos, y todas las referencias a la decadencia romana.
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