Pretende ser a la vez película de acción y de reflexión. No logra ser ninguna de las dos. Es una mezcla bastante fallida de Kubrick, Malick, Tarantino y algunos más. ¡Qué bueno que no es muy larga!
Ficha IMDb
En un lejano país asiático, que puede ser Taiwán o Corea, en realidad no importa, la linda Lucy (Scarlett Johansson) es una estudiante que sale con un chico llamado Richard (Pilou Asbaek), a quien conoce desde apenas unas semanas. Un buen día, este insiste para que ella haga en su lugar una entrega a un tal Señor Jang, en un hotel de lujo. Se trata de un maletín misterioso. Richard le tiene mucho miedo al Señor Jang (Min-sik-Choi).
No se entiende bien porque, pero cuando Lucy se identifica en la recepción, desencadena todo un proceso de seguridad con guardaespaldas muy impresionantes. El primer contacto con el Señor Jang es un poco sangriento. Parece que el señor acaba de divertirse torturando o despedazando a unos individuos. Todo esto impresiona muchísimo a la frágil Lucy quien tiembla a más no poder.
Como el Señor Jang tampoco sabe lo que contiene el maletín, situación bastante absurda, ordena un enorme dispositivo de protección mientras la pobre Lucy abre y descubre bolsas de polvo azul.
Después de la identificación de la droga sintética, muy valiosa sobre el mercado europeo, se manda a Lucy y a tres hombres como mulas después de introducirles una bolsa de producto en el estómago. Pero, al ser golpeada por un guardia que trata de violarla, Lucy tiene la desgracia que el polvo penetre en su organismo.
A partir de ese momento, la cinta que había tenido un tono violento -divertido, pasa a ser una suerte de catálogo de citas.
Lucy, después de subir a las paredes y al techo y presentar talentos de mujer araña, se transforma en Beatrix Kiddo (Kill Bill - Tarantino -2003,2004). Armada hasta los dientes, se hace limpiar el estómago mientras habla por teléfono con su mama, en una escena emotiva, que parece totalmente desplazada en la cinta ya que es la única que tiene algo de autenticidad y significado.
En lo que resta de la película, la joven superwoman tendrá dos objetivos: capturar al narcotraficante Jang, y revelar al Profesor Norman (Morgan Freeman), que su teoría sobre el uso de las capacidades cerebrales es acertada.
De vez en cuando, Lucy necesita una recarga de polvito azul para mantener en expansión el porcentaje de uso de sus células cerebrales, lo que se nos indica muy claramente con números en la pantalla. Cada vez, eso va acompañado de una escena de sobrecarga eléctrica de la joven.
Como su conocimiento del mundo en sus dimensiones espaciales y temporales, su memoria, su comprensión de todos los conocimientos humanos, van en aumento, Besson nos explica el mundo y su evolución con fotos de la naturaleza, las mismas que acompañaban la conferencia del profesor, al estilo Terrence Malick (The Tree of Life - 2011)
Lucy morirá, se sacrificará para el bien del ser humano, transmitiendo toda su capacidad cerebral al profesor, bajo forma de una memoria USB.
Efectos especiales con muchos colores, algo de acción aunque no tanta, una persecución en sentido contrario en Paris. Pero la historia no tiene sentido. Y las fotos de las bellezas naturales ni siquiera producen emoción, porque se ven artificiales por el uso de zoom exagerado; se parecen a Discovery Channel, en peor. Malick sí transmitía algo, una visión de grandeza del misterio de la vida. Von Trier en Melancholía (2011) impactaba con una hermosura cautivadora. Nada de eso aquí. Hasta Besson mismo ha hecho mejor: los encuadres y el ritmo de León, sin mencionar lo intrigante del personaje y lo complejo de la relación entre el adulto y la niña, un mundo futuro vertiginoso y fascinante en El quinto elemento (1997). Incluso las escenas de batallas de Jeanne d’Arc (1999) tenían algo interesante. Y no se hable de los protagonistas intrigantes y los guiones novedosos de Nikita (1990) y Le Grand Bleu (1988). Malavita (2013), al menos, jugaba con mucho humor el jueguito de las referencias. En Lucy, el director nunca lograr despegar de imitaciones torpes.
Los personajes son superficiales. La Lucy del principio, aterrorizada y totalmente rebasada por la situación en la que se encuentra, tiene algo a la vez miserable y divertido. Pero la Lucy en proceso de mejoramiento cerebral se vuelve un tipo de autómata, enteramente enfocada a su meta. Se coloca en la serie de frágiles heroínas armadas, a veces musas del realizador, Anne Parillaud, Nathalie Portman, Milla Jovovitch, Isabelle Adjani. Pero, a diferencia de estas, es casi estúpida. Si eso es el resultado de tener un cerebro al mucho por ciento, tal vez sea mejor quedarse con el diez por ciento actual. Porque la pobre Lucy no parece reflexionar, saber o disfrutar mucho. En cuanto al famoso Profesor Norman, no parece ni muy sabio, ni muy inteligente. Expone todos sus conocimientos de una forma muy aburrida, y superficial, y el encuentro con Lucy lo deja tan impactado que pierde todo uso de palabra, razonamiento y expresividad.
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