Aunque la historia no sea la más original, cuenta con buenos actores, la narración es ágil y tiene una persecución con enormes trailers que da miedo.
Ficha IMDb
En el sur oeste de Francia, Henri Savin (Yves Montand) administra una compañía de transporte. Es honesto, trabajador, no permite que se usen sus vehicules para transportes ilícitos. Su defecto es tener un carácter un tanto irascible. Antes de vivir ahí, ha pasado tiempo en Canadá, Vancouver más precisamente, haciendo el mismo trabajo y viviendo con Dominique Montlaur (Marie Dubois) dueña de la empresa.
El problema es que Dominique quiere seguir con la relación cuando Savin ya ha pasado a otra, con Julie Manet (Carole Laure,a quien le quitaron su acento quebequense), más joven y menos adinerada.
Loca de celos, Dominique le propone a Julie un trato: mucho dinero para que se vaya y deje a Henri. Cuando esta se niega, Dominique,desesperada y tal vez un poco para molestar a los dos tórtolos, (Julie Le anunció que estaba embarazada), se avienta al acantilado.
Obviamente, todas las evidencias llevan a sospechar de Julie. El inspector en turno, el comisario Waldeck (Jean-François Balmer) no sabe bien si creer a la culpabilidad de la linda joven, quien lo enternece.Henri siembra las evidencias para que las sospechas se dirijan hacia él. Y huye hasta Canadá.
Mientras Julie,liberada, espera a su bebe, da a luz y vuelve al trabajo, él consigue un empleo de conductor de tráiler en la región de Vancouver.Ahí organiza su desaparición para volverse a encontrar con su amada en Melbourne. Para eso, finge ser atacado por el criminal que ya ha matado a varios conductores. Por segunda vez, toma el lugar de un asesino; la primera vez, no hubo asesino; la secunda, sí existe uno. Eso va a perder a Henri porque no contaba con la solidaridad de los camioneros quienes deciden tomar la justicia en sus manos.
Lo interesante reside sobre todo en la última parte de la cinta. Ya desde el momento en que Savin idea su plan para salvar a Julie, y se pone a ejecutarlo, todas las escenas se vuelven sin dialogo. Actúa solo, no tiene que hablar.Esta característica se acentúa cuando está en Canadá. Vive solo, trabaja solo. Dispone, una después de la otra, las piezas del puzzle de su desaparición. No tiene contacto con nadie.
Solo lo acompaña la música, un jazz triste de Gerry Mulligan, que desaparece cuando los ruidos exteriores, como el motor de los enormes camiones, acaparan toda la atención. Vuelve a aparecer en las tomas dentro del pequeño coche. Porque, después de lanzar su tráiler al abismo (y las montañas alrededor de Vancouver son muy escarpadas, como lo muestran muy bien unas tomas aéreas), cambia de coche en varias ocasiones hasta acabar en un diminuto Volkswagen. Es ahí donde la cinta se torna espectacular. Una persecución entre David y Goliath, con la diferencia que hay varios Goliaths, absolutamente enormes, y que ellos van a ganar. Juegan con el pequeño Volkswagen, se lo lanzan como pelotita, lo obligan a ir a donde quieren, para acabar aplastándolo en una escena al ralentí espantosa y magnifica.
Esta última secuencia vale todas las posibles persecuciones con efectos especiales. No ha perdido su efecto angustioso. Y eso que tiene ya casi cuarenta años.
La historia no es nada inventiva: una historia de celos, de amor, de sospechas y un buen plan para escapar. La dirección de actores no es original. Los actores, por cierto, tienen un talento sólido. La fuerza de Montand se equilibra bastante bien con la fragilidad de Carole Laure, y la pasión de Marie Dubois, quien sirve muy bien su personaje de mujer rica, dueña de una empresa y una hermosa mansión en medio de los viñedos, nacida en una familia burguesa , terrateniente, habituada a que se cumplan sus deseos.Jean-François Balmer, joven todavía, no desmerita, en su papel de comisario atento a los detalles, deseoso de establecer la verdad pero sensible a sutilezas que lo hacen dudar.
Sin embargo, la cinta plantea la pregunta de la validez de las evidencias en una investigación policíaca y,por consecuencia, en un juicio y una sentencia. La significación de las evidencias depende de quien las ve. Siempre se podrán mal interpretar.
El suspenso de la felicidad de Julie, subiendo hacia el avión con su bebe, feliz de saber que el plan funcionó, ya que tiene en las manos el periódico que anuncia la muerte de su amante, constituye una nota final desesperantemente irónica.