Basada en la novela Manhattan Nocturne, de Colin Harrison, una cinta en la mejor tradición del cine noir, con dos intérpretes perfectos.
Ficha IMDb
Porter Wren (Adrien Brody) trabaja para un periódico donde publica noticias de nota roja, escándalos, destrucción y miserias, crímenes despreciables que muestran lo más bajo de la humanidad. De eso vive. Sin embargo, es famoso por haber encontrado a una niña pequeña después de haber sido desaparecida.
En una fiesta muy elegante, organizado por el dueño de su periódico, Hobbs (Steven Berkoff) y sintiéndose un poco desubicado, se cruza con una hermosa mujer, Carolina Crowley (Yvonne Strahovski) totalmente fuera de su alcance, que, sin embargo, parece interesada en él. Argumentando sus dotes de investigador, le pide esclarecer las circunstancias de la muerte de su esposo, Simon Crowley (Campbell Scott) un cineasta muy excéntrico tanto en su obra, como en su vida privada. Pero eso lo descubriremos poco a poco, en unos flash backs reveladores,al mismo tiempo que las relaciones tejidas entre este, su esposa y el dueño del periódico .
Suspenso, ambiente negro, música de jazz a la antigua, una rubia siempre vestida de blanco, peligrosa y muy sensual, un periodista-investigador mal rasurado, todo parece salir de las novelas de Dashiell Hammett y Raymond Chandler. Tal vez Adrian Brody no tenga el encanto feo de Bogart, pero tiene lo suyo….Y su voz en off, profunda y sin esperanza, nos lleva en un largo corredor que parece sin salida, parecido al extraño túnel que llega a su casa, donde esconde lo que podría ser la felicidad familiar con su esposa (Jennifer Beals) y sus dos pequeños hijos, un mundo protegido del mal.
Manhattan se vuelve lúgubre, lleno de escenarios encerrados, donde las mentes retorcidas y manipuladoras montan trampas y mentiras para llevar a cabo sus intrigas de chantaje, incesto, abusos de todo tipo. Las secuelas y heridas del pasado hacen que cada uno de los personajes, desde los más potentes como Hobbs, viejo, gordo y feo, hasta las más seductoras como Carolina, al no ser capaces de enfrentarlas con honestidad, se aprovechan de los demás, usando sus armas, dinero, sexo, crueldad.
El ambiente de toda la cinta, los callejones urbanos y mentales, el ritmo melancólico e implacable, la banda sonora de Joel Douek, crean un mundo noir, desesperante, pero al mismo tiempo previsible, ya que se apega totalmente a la estética de un género que tuvo sus horas más brillantes en los años 40.
Totalmente disfrutable.
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