Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Monday, April 24, 2017

Les innocentes (Anne Fontaine, 2016) – 9/10

Inspirado por la historia real de un triste episodio, muestra de lo que pueden hacer unos soldados en trance de victoria, unos hombres sin respeto para nada, esta cinta muestra con respeto, solidaridad  y con talento la verdad de las consecuencias sobre unas mujeres inocentes y dedicadas a la paz y la oración. 

Ficha IMDb

En diciembre de 1945, en medio de una Polonia devastada, cuando los combates han terminado., la Cruz Roja francesa sigue un poco para atender a los sobrevivientes franceses antes de ser repatriados. Son los últimos días de la estancia de la joven interna Mathilde Beaulieu (Lou de Laâge), del doctor -coronel (Pascal Elso) , jefe de la estación y de su ayudante Samuel(Vincent Macaigne) , quien mantiene con Mathilde una relación que no se atreve a reconocerse como amorosa. 

Un día llega  a la clínica, como saliendo de ninguna parte, una novicia polaca, quien pide ayuda inmediata: una mujer va a morir. Después de negarse, y viendo a la joven monja rezando desesperada en medio de la nieve, Mathilde decide ir con ella. Lo que descubre: siete de las mujeres ahí enclaustradas están embarazadas, después de sufrir violaciones durante los tres días que se quedaron soldados rusos, en su camino a la victoria contra los nazis. 

Mathilde se hace cargo de los cuerpos de las embarazadas a pesar de la resistencia de casi todas. Entre los votos de estas Benedictinas, esta él de castidad que prohíbe que sus cuerpos sean tocados, ni siquiera vistos por cualquier persona, aun si se trata de una mujer, aun si se trata de una hermana religiosa. Poco a poco, Mathilde logra domesticar miedos y resistencias. Al mismo tiempo, sus conversaciones con la Madre Superiora (Agata Kulesza )y con Sor Maria (Agata Buzek), quien habla un francés perfecto y quien ha tenido una vida laica antes de entregarse a la religiosa, se acerca a un sistema de valores que le era totalmente extraño. Un sistema donde el pecado se asume aunque uno no sea el responsable de la situación. Un sistema de aceptación total, de humildad, de silencio. 

A la sencillez, la desnudez de un mundo de pobreza aceptada deliberadamente para consagrase a lo único importante, el acercamiento a Dios, ha venido a oponerse brutalmente una vida, un cuerpo desbordante, incontrolable. Si las voces en los cánticos siguen igualmente puras y hermosas, los cuerpos se han transformado, se han vuelto deformes, invasivos. El cuerpo que ellas tratan de olvidar está más presente que nunca. Si una lo ignora, y da a luz sin nunca haberse dado cuenta de que estaba embarazada, otra va a descubrir que su vocación esta en ser madre, y renunciará a sus votos. Pero para ninguna de ellas, la maldad humana cambia su fe en Dios, ni el compromiso que han aceptado. Es un compromiso conla vida espiritual, con sus familias, con su jerarquía. La madre superiora, en un intento de hacerles la carga menos pesada, toma la responsabilidad de deshacerse de los bebes. Oficialmente, los lleva en adopción, en realidad los deja, protegidos por el sacramento de bautismo, en el campo, a la voluntad de Dios. Acepta el papel de asesina para que las religiosas no sean culpables de desobediencia a sus votos. 

La trama es muy sencilla, alternando momentos de la vida normal religiosa, con sus rituales, sus cantos pero también sus momentos de convivio, casi familiar o amistosa, con momentos de atención médica y conversaciones que van introduciendo poco a poco una joven mujer intelectual, ateo, racional, a un mundo escondido y nuevo donde mujeres de su edad siguen reglas opuestas a las suyas. 

La cinta avanza en modo cronológico y tiene la delicadeza de nunca mostrar lo que pasó. Pero se aproxima al trauma en dos ocasiones. Primero pone a la joven doctora en la situación de ser casi violada en la carretera por un grupo de soldados rusos y escapar al último momento gracias a la intervención de un oficial. Así siente en carne propia lo que las religiosas han sentido: miedo, asco, horror. Al día siguiente, los soldados se presentan al convento y parece que el terror se va a repetir. Solo la rapidez de decisión de la madre superior y el ingenio de Matilde, pretextando una cuarentena por tifo, logran apartar el peligro. 

Las imágenes son austeras como la vida en clausura, primero tomadas en espacios cerrados, claustrofóbicos como las exigencias religiosas; poco a poco se abren a las calles de la pequeña ciudad, a los campos, como la vida de las monjas se va a abrir a una realidad “normal”, más suave, la maternidad y el cuidado de los niños. El blanco de las novicias y de la nieve responde al negros de las hermanas profesas y de los árboles.

Este mundo cerrado de mujeres religiosas, felices en su fe, aceptando todo el peso de sus compromisos, recuerda al magnifico Des hommes et des dieux (Xavier Beauvois - 2010), inspirado también por una historia real. 

Una meditación sobre la fuerza de los valores a los que uno decide dedicarse, sobre la fuerza que dan a una vida, a pesar del sufrimiento. Una historia de respeto, de comprensión, de aceptación del otro en su mundo, en medio de un mundo enemigo. 

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