Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, September 29, 2017

Ce qui nous lie (Cédric Klapisch, 2017) – 6/10

Una historia de reencuentros entre hermanos, que a veces parece más una promoción para el vino y los viñedos de Borgoña. Da la vuelto a un año y al proceso de fabricación del vino, mezclándolo con las relaciones personales de los tres y sus conflictos.

Ficha IMDb

Después de varios años, Jean (Pio Marmaï) vuelve a la casa de sus padres. El motivo de su regreso es la muerte inminente de su padre. En la casa de la explotación vinícola, sigue viviendo la hermana Juliette (Ana Girardot), ahora responsable dela producción, ayudada por Marcel (Jean-Marc Roulot). El hermano menor Jérémie (François Civil) acepta difícilmente el regreso de su hermano mayor ya que nunca contestó a la carta que le anunciaba la muerte de su madre y no se presentó al funeral. Jérémie está ahora casado con Océane (Yamée Couture), hija de unos viticultores muy ricos, en casa de quien viven con su bebe, bajo el constante desprecio del suegro, Anselme (Jean-Marie Winling) y la posesividad de la suegra Chantal (Florence Pernel).

Jean, después de recorrer el mundo, s e estableció en Australia con Alicia (Maria Valverde) con quien explota un viñedo y tuvo un hijo. La situación con Alicia no está clara y Jean s e la pasa peleando por teléfono.

Después de la muerte del padre, se presentan los problemas de la sucesión, en particular los impuestos y las dificultas financieras. ¿Vender o no vender? ¿Como? ¿A quién? ¿Que?

A lo largo de un año, los hermanos van a tratar de encontrar las respuestas a todas sus preguntas, las personales, las familiares, las económicas, las fraternales. Al mismo tiempo, manejan, juntos, la explotación, cosechan, fabrican el vino del año.

Klapisch, al contrario de su famosa trilogía, se interesa por una familia existente y tal vez a punto de desaparecer, no a unos jóvenes que se van constituyendo como una familia, complicada, pero voluntariamente escogida. Y, en realidad no funciona muy bien porque todas las situaciones son de lao más predecibles. El regreso del hijo prodigo, los celos del hermano menor, la hermana mayor que lleva la voz cantante y las responsabilidades. Las figuras totalmente estereotipadas, casi caricaturescas, de los suegros, del vecino abusivo, de los jóvenes de la vendimia, esta acumulación de clichés llega a aburrir. No hay nada inventivo en esta historia, ni en la narración, ni la la forma de filmarla. la fiesta de fin de vendimia esta filmada con las mismas técnicas que la fiesta en el entro en L’Auberge espagnole (2002).  Los flashbacks parecen de revista psicológica barata. La voz off de Jean, que además no parece en forma regular, sino en algunos momentos donde es más un truco narrativo burdo, así como la unión en la misma imagen de las dos generaciones, para enseñar bien el regreso del protagonista a la vida familiar y su reconciliación con la figura paterna, suenan igual de falsas como la lectura de la carta del padre, encontrada en el bolsillo de su chaqueta.

Hay que reconocer que las imágenes son muy cuidadas. Los créditos iniciales, muy hermosos, elegantes, que juegan con los colores de las cuatro estaciones y el paso de tiempo en el mismo lugar, crean expectativas, en cuadros divididos, equilibrados que recuerdan a Kurosawa, que no serán satisfechas. Porque sueñan artificiales los planos cercanos a copas de vino, a hojas de vid, a racimos de uvas y cubetas llenas. las escenas de catas en las bodegas. Parecen imágenes de promoción turística o gastronómica. Reúnen todos estos clichés de la nueva moda: saber beber vino, conocer los términos técnicos es ahora una obligación.

La cinta difunde esta idea de que cualquiera puede hacer su vino, bio, además, y que con cuatro personas se puede llevar una explotación agrícola, que crear un “grand cru” es trabajo sencillo.

Los diálogos son bastante indigentes, hasta estúpidos: Juliette le pregunta a Jean cuantos años tiene su hijo cuando el acaba de justificar su ausencia en el entierro maternal por ser el momento preciso del nacimiento del bebe ¡las disputas con el vecino, con los vendimiadores, podrían aparecen en cualquier telenovela.

La única buena idea son los diálogos de los dos hermanos cuando inventan las palabras de una escena que ven sin oír nada, imitando voces y vocabulario de los protagonistas.

El título es un juego de palabras: “lie” es el verbo que significa reunir, raíz de la palabra religión, y algo hay de dionisiaco en la fiesta de fin de vendimias. Pero también es el nombre del sedimento que se deposita en el fondo de los barriles. Esta capa amarga puede ser eliminada o conservada para darles más complejidad a los vinos en particular los blancos. Este depósito tarde en sedimentarse, como las relaciones entre las personas. Es decir, en caso de que el espectador no lo haya entendido todavía, es el tiempo que hace los buenos vinos y afianza las relaciones verdaderas entre los personajes

Todo eso sueña fácil, superficial. Algunas imágenes inclusive no tienen sentido. ¡Como imaginar que, en medio una de la zona de viñedos más famosos en el mundo, no haya taxis para ir de la explotación a la ciudad más cercana!  ¡O que nadie pueda llevarlo en coche!


Pero la Borgoña es hermosa en su paz de tierra ancestral, entre colinas y pueblitos, que desgraciadamente no aparecen en la cinta. 

Tuesday, September 26, 2017

Moka (Frédéric Mermoud,2016) - 7.5/10

Entre psicológico y policíaco, este drama es antes que todo la jornada personal de una madre. Dos muy buenas actrices se confrontan en el ambiente pacifico del Lago Leman.

Ficha IMDb

Diane Kramer (Emmanuelle Devos) escapa de lo que parece ser una clínica, vuelve a escondidas a Lausanne para tomar unas cuantas cosas y de ahí dedicarse a la búsqueda de los automovilistas que arrollaron a su hijo Luc. Con un detective privado ha conseguido algunos datos que le permiten empezar su búsqueda: fue un coche color Moka, de los años 70 conducido por una mujer rubia de pelo largo que iba con un hombre. Hay solo cuatro de esos coches en la región. Tiene los nombres y se lanza sola en su investigación.

Ubica rápidamente al coche y la pareja de los dueños. El coche está en venta y Diane entabla negociaciones con el hombre, Michel (David Clavel). Al mismo tiempo sigue a la mujer, Marlène (Nathalie Baye) hasta el salón de belleza del cual es dueña. Pasará días vigilando, siguiendo, preguntando. Nunca pierde su convicción de que Marlène es la culpable.

 La novela de Tatiana de Rosnay, tambien autora de Elle s'appelait Sarah (Gilles Paquet-Brenner - 2010) permite al director organizar la confrontación de dos mujeres, igualmente fuertes, pero cada una misteriosa. Dos actrices opuestas interpretan dos mujeres cuyas vidas no tienen nada que ver. De Diana, en realidad no sabemos nada: ¿tiene un trabajo, cualquier actividad? La vemos ocupada solo en una cosa: vengar la muerte de su hijo, castigar a la culpable. Está a medio camino de la locura, en su intento obstinado, en la idea firme desde el principio de que tiene a la culpable. Sin maquillaje, sin peinarse, vestida de su chaqueta verde, parece un cazador. Pasa de la meticulosidad a la impulsividad. De la frialdad a la emoción. Por momentos se controla totalmente , por momentos se derrumba sin control. En frente, tiene a Marlène, una mujer dedicada a la apariencia física, la belleza, Se ve superficial, empática, abierta a los demás, tranquilizadora. Con su abundante cabellera pintada, sus tacones y sus blusas estampadas con motivos de leopardo, es la feminidad personificada. Pero esta feminidad está lejos de la seguridad. Siente que su compañero se le está escapando, que su poder femenino ya no funciona. Quiere ser amiga de la que cree una escritora, una intelectual superior a ella que tal vez tiene las llaves para retener a un hombre. Quiere acercarse, entablar una relación personal, compartir confidencias. Resulta amable, un poco frágil y despierta una cierta compasión en el espectador que se pregunta si realmente puede ser el monstruo que arrolla a un adolescente. Y Diane debe forzarse a resistir al acercamiento femenino.

Varios personajes tejen la telaraña entre las dos mujeres: primero la Mercedes Moka del título. Objeto de deseo, elegante pero un poco fuera de moda, es a la vez la culpable y la evidencia del crimen. Como los demás elementos, Diane se la apropia. Es como un juego de ajedrez donde se trata de quitarle sus piezas al adversario. Después vendrán Michel, el compañero, atraído por Diane, y finalmente la hija, quien odia la vida de su madre y sueña con ir a Paris.

En su c amino, Diane cuenta con el apoyo discreto de Simon (Samuel Labarthe) su exesposo, y padre de la víctima y con Vincent (Olivier Chantreau) un joven desconocido a quien ayudó en el ferry durante un control de aduanas.

La situación geográfica es importante: el Lago Leman separa al lugar del accidente con el lugar de la investigación. Evian, ciudad termal francesa entre lago y montañas tranquila, casi vacía, se parece a la mente desolada de Diane. Hay que cruzar varias veces las aguas para llegar a la verdad. Esta verdad no es lo que se esperaba y las reacciones de las dos mujeres sorprenden y agregan una capa más de misterio a sus personalidades, dándoles, tal vez, la paz, al aceptar lo inevitable.

El aspecto policiaco de la intriga no funciona, a causa de muchas torpezas, de una falta de rigor y hace que el espectador preste más atención a la evolución psicológica de los dos personajes y de su relación. Lo que, con el apoyo de dos grandes actrices, es finalmente el punto focal de la cinta.

Sage-femme (Martin Provost , 2017) - 8/10

Dos grandes actrices en dos personajes opuestos nos ofrecen una cinta de primera calidad, sobre situaciones de la vida cotidiana pero conectadas con la realidad profunda de dos experiencias de vida. Una lección de actuación al mismo tiempo que una lección de vida. Uno sale de ahí feliz, un poco más sabio, con una gran tranquilidad del alma.

Ficha IMDb

En una pequeña ciudad de los suburbios de Paris, a la orilla del Sena, una mujer lleva su vida ordenada de partera. Vive con su hijo único, Simon (Quentin Dolmaire) estudiante de medicina. Trabaja en una maternidad, una de esas clínicas a la antigua, donde mujeres atienden a mujeres, siguiendo la antigua sabiduría que ha ayudado a nacer generaciones de niños. Pero la vida cambia y la medicina se transforma lentamente en un negocio y los hospitales en grandes estructuras manejadas como empresas que buscan ser económicamente eficientes. A Claire (Catherine Frot) como a sus colegas le proponen integrarse a esa moderna forma de trabajar.

Claire tiene un medio sencillo para escaparse de las preocupaciones: su huerta. Como mucha gente de la zona de Paris, que vive en departamentos, tiene una pequeña superficie, no lejos de las vías del tren, junto al Sena. Su vecino de huerta, Paul (Olivier Gourmet) le ofrece un día plantas de papa. Empiezan a hablar. Él es conductor de tráiler, hace grandes viajes en esa nueva Europa sin fronteras, que le permiten traer productos exóticos, y sobre todo sentirse libre. Pero siempre vuelve a su huerta, como Ulises o Jason en el poema de Du Bellay.

Un día, Claire encuentra en la contestadora un mensaje que destruye su equilibrio. Pero acude a la cita. Descubrimos sin explicaciones una mujer más anciana, en el fondo de departamento rico y desordenado. Maquillada, peinada, con ropa interior demasiado lujosa, A pesar de su oposición, Béatrice (Catherine Deneuve) jala a Claire a seguirla, a bajar a la calle, a comer y beber juntas. Literalmente saca a la mujer ordenada de su rutina. Pero cada una tienen una revelación para la otra: el examante de Béatrice y padre de Claire, campeón de natación, se suicidó después de que su amante lo abandonara. Por eso Claire tiene tanto resentimiento contra la que les dio la ilusión de una vida familiar pero no supo quedarse y que además provocó la muerte de su padre. La que finalmente hizo de la joven una mujer eficiente, prudente, una mujer que sabe que puede contar solo con ella misma. La noticia de Béatrice, la revelará después : tiene cáncer del cerebro y debe someterse a una operación que la llena de pavor.

Al filo de los días, las mujeres se van a pelear, juzgar, criticar, reprochar. Pero poco a poco, van a resurgir lo que las unió. Claire se abre a una aceptación de los demás, de su hijo y sus nuevas decisiones de vida, profesional y personal, de Paul y una posible relación amorosa, de las mujeres que vienen a dar a luz, de, tal vez, una nueva forma de trabajar. Con Béatrice, vuelve a hojear los álbumes, a ver las diapositivas de su niñez, donde su padre se parece extrañamente a su hijo. Las edades, los tiempos se unen, se explican.   

Vida y muerte, pasado y presente, generaciones, se comunican. La música y la comida son un puente. Cantar juntos es una forma de acercarse y de apartar por unos instantes las amenazas, las frustraciones.  

En esta cinta, a pesar de la exuberancia de Béatrice, todo es sencillo, normal, sobrio. Es la vida en su naturalidad. Pero todo suena tan justo, tan real.

Si Claire es el centro de la constelación, el punto de encuentro entre los personajes, entre los tiempos, es porque ella lleva la sabiduría. La palabra francesa “sage-femme”, que significa “partera” lleva esta connotación. Porque las parteras siempre han sido portadoras de un conocimiento ancestral, de habilidad, de atención, de paciencia, para ligar con este momento tan delicado del nacimiento, del acceso a la vida. Claire ha construido pacientemente esta experiencia. Pero su desconfianza hacia los demás la ha llevado a un cierto retraimiento. Vive en margen de la vida. En cambio, Béatrice vivió con pasión, se fue, volvió, juega, come demasiada grasa, toma demasiado alcohol, fuma. No hay lugar para la prudencia en su vida.

De todas estas perturbaciones emana una paz extraña. La huerta a la orilla del Sena, de donde se ve la vía del tren y la autopista, vías de libertad posible, es un paraíso, un jardín a la vez domesticado y salvaje, que da flores, verduras y frutas, que hay que disfrutar inmediatamente, porque son frágiles y se van a marchitar. Pero, mientras, ¡cuanto gusto pueden dar !

Es una cinta sobre la felicidad: de ver, de tocar, de comer, de cantar, de recordar. Nos dice que hay ternura en la vida, accesible, cercana. Solo se necesita saber cuáles son nuestros apoyos, a quienes, y que amamos, y quienes nos aman.


Modesta en apariencia, aunque con unas actrices de todo lujo, brillantes y naturales, la cinta de   Martin Provost, con la música de Grégoire Hetzel, es un regalo de delicadeza, como un amuleto para llevar consigo y darnos cuenta de la riqueza de nuestras vidas. 

It (Andrés Muschietti, 2017) – 6/10

Una gran decepción, después de lo intenso y perturbador que pueden ser la novela y la adaptación anterior. Esta no tiene ritmo, se alarga, las imágenes buscan solo asustar sin darle el significado profundo de King. Solo quedan los actores.

Ficha IMDb

La historia es muy conocida: en una pequeña ciudad típica de Maine, durante el verano, siete niños se juntan. ¿Qué buscan en realidad? Cada uno llega con sus debilidades y sus miedos. El nuevo en la escuela, Ben (Jeremy Ray Taylor), hostigado por su exceso de peso, es la cabeza pensante que ha estado investigando sobre la historia de la ciudad y las desapariciones y catástrofes que se producen cada 27 años. Bill (Jaeden Lieberher) está convencido que su hermanito Georgie (Jackson Robert Scott), desaparecido un día de lluvia, no está muerto y se encuentra en alguna parte delas cloacas, Mike (Chosen Jacobs), el chico negro, perdió a sus padres en un incendio y es educado duramente por su abuelo que lo obliga a matar las ovejas del rebaño. Eddie (Jack Dylan Grazer) vive en el miedo de las enfermedades, sobreprotegido por su madre soltera, Stanley (Wyatt Oleff) es judío, Richie (Finn Wolfhard), el cuatro-ojos habla demasiado, Beverly (Sophia Lillis), la más crecida, vive con un padre posesivo, al límite del abuso incestuoso. Frente a ellos, Henry Bowers (Nicholas Hamilton), el hijo del policía, con su hermoso coche y sus amigos seguidores se dedica a hacerles la vida infernal.

Primero por separado, después juntos, los siete van a encontrarse con una creatura malvada, el payaso Pennywise (Bill Skarsgård), el payaso bailarín, cuya boca pintada se transforma en un hocico abominable, una máquina de arrancar miembros, destripar y aullar. Su amenaza : ” Vas a flotar” es una alusión al agua que se llevó a Georgie pero también, como lo descubrirán los siete en las alcantarillas, el destino de los niños desaparecidos que flotan eternamente en el aire de los túneles.

La novela de King, publicada en 1986, y adaptada en televisión en los90’s, es, como algunas otras del maestro, muy densa. Su estructura compleja que maneja a las vez dos épocas y varios destinos y puntos de vista , es magistral y mantiene al lector en un suspenso, un deseo de saber que va a pasar después ,porque sabe cortar y pasar a otro momento u otro punto de vista ,en el momento más álgido. También logra revelar poco a poco las situaciones reales de los niños y los adultos, sus vidas cotidianas y el trasfondo de cada acto, palabra, emoción y, por ende, miedo. Todo esto revivido 27 años después, cuando se vuelven a encontrar. Todo eso da una riqueza, una profusión que, con algunos trucos de escritura, crea un mundo, de las dimensiones de la pequeña ciudad de Derry, al mismo tiempo que encierra el lector en él.

¿Qué queda de esto en la cinta? No mucho. Los niños, por muy simpáticos que sean, cada quien, con su miedo, algunos con su medio familiar, resultan finalmente muy cortos. Los dos realmente interesantes son Bill, atormentado por el tartamudeo, totalmente dedicado a la búsqueda de su hermanito, obsesiva por ser llena de culpabilidad, y Beverly, más fuerte y segura de sí misma que los niños. Los demás quedan muy en segundo plano, particularmente Stanley y Mike, y no son realmente descritos. Sophia Gillis, además de su belleza juvenil, sabe interpretar a un personaje de dolor y fuerza con energía y sensibilidad.

Las figuras adultas están casi ausentes de la cinta, lo que quita profundidad al retrato de los niños. En todas las obras de King, la historia de los orígenes es fundamental porque explica las acciones. Sus explicaciones siguen de forma vulgarizada las enseñanzas del freudismo, o de la religión católica. Todo reside en la eterna lucha de Bien y del Mal. Existe un mal innato que llevamos desde el nacimiento (“El niño es un perverso polimorfo” decía Freud) lo que trata de resolver el bautismo cristiano. La educación permite construir un cuadro moral. Siendo el problema que las autoridades, parentales o sociales, no son forzosamente inocentes y honestas. El niño debe, gracias a o a pesar de ellas, fortalecerse para dominar sus miedos o sus tendencias enfermizas.

Todas las novelas de King presentan esta lucha fundamental del género humano en la vida. King sabe sacar a flote lo más sucio de nuestros pensamientos y deseos. Y la adolescencia es un buen momento para que se levanten olas internas poco tranquilizadoras.

Desgraciadamente, en la cinta de Andrés Muschietti , todo eso queda de lado y la lucha se limita a ver un abominable ser lleno de dientes , horrible de ver, en lugares abandonados, sucios, pegajosos.

La cinta empieza bien, hay que reconocerlo, con la complicidad de los hermanos, la preparación del barquito de papel y la aventura del pequeño Georgie feliz bajo la lluvia en su impermeable amarillo. El ambiente encerrado del cuarto de los niños con sus cuatro ventanas que dan a la lluvia, la complicidad tierna, la protección del mayor y el entusiasmo del pequeño. Pero nunca más en la cinta se logrará este ambiente. Todo se vuelve muy efectista, con el único propósito de provocar miedo, usando trucos obvios. los gritos, las sacudidas del payaso, el acercamiento excesivo. Al ser demasiado “gore”, la cinta pierde de vista lo que debería ser su propósito, contar como la unión permite dominar cualquier prueba.

Además, demasiadas escenas están filmadas desde abajo. ¿Por qué? ¿Para dar el punto de vista de los niños? ¡Ya no son tan chiquitos! ¿Para pretender que son vistos desde la alcantarilla? ¡Pero el payaso no está siempre en las alcantarillas!

Hablando del payaso, su maquillaje está bastante bien logrado, pero su voz, su sonrisa, sus expresiones recuerdan demasiado a Jack Nicholson….

Finalmente, la decisión de hacer dos capítulos, además de muy comercial, le quita mucho significado, y ritmo, a la historia.

Y olvidábamos hablar de Derry, el aparentemente inocente pueblo de Maine, donde en realidad se está librando la batalla entre el bien y el mal, donde el diablo se hace presente. King les tiene un amor particular a estas ciudades tranquilas, con su iglesia blanca de madera, de campanario en punta, con su escuela y su biblioteca municipal, sus tiendas ordenadas a lo largo de la calle principal, y las vías del tren en el campo cercano. Un lugar tan familiar, tan lindo… pero que esconde poderes mágicos y maldad. Heaven, Castle Rock de Cujo Bazaar, Dead Zone, Dolores Claiborne, Salem… Tiene una familiaridad perversa que no se siente para nada en la cinta de Muschietti.


En resumen, el director se quedó en una superficialidad de terror y le quitó mucho a la especificad del universo de King. Por eso su cinta se siente larga, tediosa y decepcionante.

Saturday, September 23, 2017

De plus belle (Anne-Gaelle Daval, 2017) - 5.5/10

Un intento que no logra completamente su objetivo, no por falta de buenos actores, sino por flaquezas en su narración. Lástima porque tenía buenas intenciones, pero es difícil hacer un “feel good movie” sin caer en los estereotipos.

Ficha IMDb


Lucie Larcher (Florence Foresti) vive angustiada, y con mucha razón. Está viviendo el final de un cáncer. Según su oncólogo, Frédéric (Jonathan Cohen), todo está bien. Ya lo venció y puede tratar de volver a una vida normal. el problema es que ella se siente desajustada. ya no es el centro del mundo y de las atenciones como cuando estaba enferma, todo mundo espera que se comporte de forma “normal”, pero ella sigue muy cansada y tiene una extraña relación con su cuerpo, en particular con su pelo que todavía no ha crecido.

Las distracciones de sus amigos la aburren y se defiende con humor del seductor Clovis (Mathieu Kassovitz) que tenía todas las intenciones de ligarse a su amiga en un antro. En un intento de tal vez cambiar de peluca para cambiar algo al color de su vida, se topa con una extraña mujer, Dalíla (García) quien se encarga de maquillarla y peinarla.

Su madre, Yvonne, (Josée Drevon) sigue igual de exigente e indiferente., su hija Hortense (Jeanne Astier) sigue igual de adolescente. Pero Clovis Sigue con su tentativa de seducción en formas inesperadas: una comida en una residencia de ancianos con lecciones de seducción para la tercera edad, y para todas las edades, confesión de compras compulsivas en televisión, y una torpeza audaz que Lucie rechaza al mismo tiempo que la busca.

Es que ha caído en las redes de Dalila y sus clases de aceptación de la feminidad, con objetivo y métodos poco usuales: ni más ni menos que el striptease.

Una recaída y la necesidad de quitarle los dos senos la pondrán enfrente de algunas obligaciones: simplemente hablar con la verdad a cada uno de sus próximos.

Las intenciones de la cinta son muy buenas: enseñar el valor de las que la vida destruye, mostrar la red de apoyo con la que pueden contar, los caminos a veces extraños que toma la resiliencia. Llena dé optimismo, muestra que los más grandes obstáculos, internos y externos, pueden eliminarse si uno lo decide firmemente.

Algunas escenas están bastante bien logradas, tienen una resonancia real, efectiva y emotiva. sobre todo, gracias a la química entre los actores que, de dos en dos, se acoplan bien: madre e hija, hermanas, hermano y hermana. Inclusive una escena de comida dominguera familiar suena totalmente atinada.

Pero se trata de escenas, de momentos. La narración está poco fluida porque está llena de hoyos. ¿Como puede Lucie llegar sin avisar al departamento de Clovis si ese nunca le dio du dirección? Nunca se mencionan más ocupación de unos personajes que parecen totalmente libres en el mundo. La hija, de 15 años, acaba de tener su primera menstruación, hecho que no tendrá ninguna relevancia en la narración posterior. Y, sobre todo, la revelación que el oncólogo es el hermano de Lucie llega a más de la mitad de la historia. Por cierto, cuando todos los estudios decían que ella estaba fuera de peligro, de repente, y sin saber cuándo tiempo pasa, esta tan grave que hay que quitarle los dos senos. por vierte, está peluca parece fuera de lugar si ya se salvó de la enfermedad.

En cuanto al final, con striptease y plumas, es al mismo tiempo demasiado y demasiado poco. ¿Y porque Nicole García habla en inglés? Otro personaje reducido a una superficie, sin explicaciones ni definición.

El espectador se siente al borde de algo que hubiera podido ser interesante pero que no logra mantener una personalidad. Son retazos de intenciones que no logran cuajar en conjunto. Se buscan efectos puntuales, como la escena, bastante bien lograda de clase de seducción en el asilo. El juego con el casco que Julie no quiere quitarse por miedo a arrancar la peluca es divertido un instante, pero aburre al repetirse.

No olvidemos lo inverosímil: un hermano que es el oncólogo de su hermana, una mujer que trabaja (¿) como florista y vive en un magnifico departamento. Por cierto, se tarda un poco en entender que la madre y las dos hijas tienen un negocio de plantas, con todo e invernadero. ¿Pero, donde venden?

Si era atinado empezar la cinta en el momento en que la enfermedad acaba (a pesar de las inverosímiles que acompañan esta situación), parece torpe volver a caer en facilidad de los días y las angustias antes de la operación, tema tratado en tantas películas. Eso lleva a las esperadas escenas de reconciliaciones, aceptaciones, explicaciones, reunión familiar y rencuentro en el último pasillo, con el enamorado que por fin entendió.

Suena un poco a reality show, a comedia gringa fácil, a optimismo forzado. Pasando por las etapas clásicas de la comedia, uno sabe que todo va a acabar bien. El tono general de suavidad y benevolencia es también parte del nuevo discurso hacia las mujeres, que “deben” reconocer su fuerza, aceptarse y tratarse bien, en lo personal y en solidaridad de género.

El tema de la enfermedad, de la aceptación de si y de los demás, merece algo un poco menos previsible y superficial.


Abus de faiblesse (Catherine Breillat, 2013) – 7.5/10

El hecho de que sea una historia real, y, además, autobiográfica, no le quita una dimensión de incredibilidad. Es la historia de un abuso consentido, con la actuación, extraordinaria, de Isabelle Huppert, quien lleva la cinta con toda su intensidad.
Ficha IMDb
Todo empieza en la soledad de una noche, en una cama. Una mujer cae al suelo, se retuerza, grita. Maud Shainberg (Isabelle Huppert) está sufriendo una hemorragia cerebral, muy sorprendente ya que parece todavía joven. De ahí seguirán semanas en el hospital, una reeducación. Hasta que vuelve a su casa y decide volver a su trabajo de directora de cine a pesar de la hemiplejia que le paraliza todo el costado izquierdo. Tiene un proyecto para el cual esta buscando un actor. Una noche, viendo en la televisión la entrevista de Viko Piran (Kool Shen) un hombre que realizó un fraude de millones que lo llevó a pasar algunos años en prisión, tiene algo como un flechazo: es él a quien quiere como actor.

En su casa decorada con mucha elegancia, como la ropa sobria con la cual se viste y las altas botas negras hechas a la medida, la directora recibe al estafador. El impone sus condiciones: nada de ensayos. Directo al trabajo. Pero mientras se pone en marcha el proyecto, el acercamiento se va construyendo y la confianza reciproca se instala. Maud se siente acompañada, apoyada, y Viko se siente valorado al ser distinguido por una mujer tan especial.

Pero poco a poco empieza a aprovechar la situación y a pedir dinero prestado. A partir de este momento, vivirán al ritmo de cheques firmados, promesas de devolución, grandes proyectos para ganar más y reponer el dinero, proyectos que obviamente necesitan mas prestamos. Maud llegará a dar un total de 800 000 Euros, a vender su hermoso departamento y alojarse en una casa en ruinas, a no tener dinero para invitar a su hija a comer, mientras Viko le regala a su mujer una bolsa de 10 000 Euros.

La situación parece incomprensible. ¿Como esta mujer, rica, famosa, hermosa e inteligente, puede dejarse engañar por un hombre que no tiene ni inteligencia ni encanto? Es rudo, mal educado, casi violento. Pero en realidad Maud no se deja engañar, acepta. Todo. No sabe y no quiere salir de la espiral. Protesta, grita, pelea. Y acaba firmando. El comportamiento físico de Maud, tieso, rígido y aparentemente firme, contradice su flexibilidad y falta de estructura. Como si la falta de control del lado izquierdo de su cuerpo fuera la manifestación de la falta de control de su dinero, de su propiedad. Muy delgada, y vestida de negro, Maud es como una planta frágil que no se puede sostener y necesita un tutor. Muchos de los diálogos se limitan a una solicitud de apoyo, un “no me sueltes” angustiado.

El tiempo pasa y Maud parece asistir a su propia decadencia sin querer hacer nada. Ve como Vico le saca dinero, le miente, la abandona, juega con ella.

Se necesitará la intervención del banco y una junta familiar para que hable. Pero todo lo que puede decir es que fue como un desdoblamiento inexplicable de su persona: estaba consciente, pero era ella y no era ella al mismo tiempo. En un larguísimo plano cercano, la mirada de Isabelle Huppert se vuelve ausente y regresa, buscando su fuerza y su fragilidad, explicando sin explicar, entendiendo sin entender.

Lo que explica la cinta, al mismo tiempo que no es comprensible, es que la directora, Catherine Breillat vivió exactamente esta situación: la hemorragia cerebral, la hemiplejia, la preparación de una película Bad Love en Y la decisión de tomar como su actor a Christophe  Rocancourt, condenado por estafar a dos celebridades. El estafador le sacó 800 000 euros en año y medio.En 2009, Catherine Breillat contó su historia en su libro Abus de faiblesse antes de realizar la cinta en 2013. Así que se trata de una historia autobiográfica, de algo que pasó realmente y que la realizadora vivió en carne y hueso.

Isabelle Huppert hace una interpretación muy realista en sus gestual: toma algo de la autora, algo de ella, algo de una descripción medical de la enfermedad. Tiene la pierna tiesa y el andar desbalanceado, tiene un brazo torcido y una mano en forma de garfio. Es fría, la mirada de la cámara no es nada empática. Se limita a describir fríamente. En ningún momento, el espectador puede sentir emoción, simpática, acercamiento. En ningún momento hay explicación alguna, ni siquiera mención de sentimientos.

Las escenas llegan una después de la otra, parece que no hay cohesión entre ellas, al punto que grandes espacios quedan vacíos, todo lo referente a la familia de Maud, sus amigos, sus colegas de trabajo, inclusive su actividad de cineasta.

Y tal vez porque no entiende, porque lo dejan al margen, el espectador queda fascinado. La escena de Maud peleando con un paquete de jamón que no puede abrir con su única mano valida es simbólica de la soledad y la tenacidad de esta mujer anteriormente dominante y ahora victima.

¿Victima? Se trata más bien de una fascinación mutua, una dependencia que tiene más que ver con una relación sado masoquista, un tipo de amor perverso platónico. Al final de la historia, abandonado por su esposa, Viko va a vivir a casa de Maud. Acepta dormir en un cuarto atiborrado de cosas, en una cama sin almohada, con un viejo cobertor. Con Maud en el cuarto de junto. Lega tarde a dormir y ella le hace escenas de celos. Como un viejo matrimonio, como una “vieja amante” título de una película de Catherine Breillat adaptada de una novela de Barbey d’Aurevilly Une vieille maîtresse (2007). La dependencia afectiva es reciproca, inexplicable e inquebrantable. No se trata solo de una situación clasificable en les categorías judiciales donde el abuso de debilidad es claramente definido, (El caso Liliane Bettencourt fue un caso muy sonado en Francia en 2013 ya que el expresidente Nicolas Sarkozy fue imputado, con el objetivo de valorar si abusó de la debilidad de la heredera del imperio cosmético L’Oreal para conseguir fondos para el financiamiento de la campaña que le llevó al Elíseo en 2007).

Aquí se va tejiendo una confianza, una afinidad de elección, una “afinidad electiva” como las llamó Goethe, excesiva al punto que nada bueno puede resultar de ella. La situación de Maud, su incapacidad a veces lucida es trágica. Una fuerza mayor que ella la domina, como las grandes heroínas de la antigüedad. No puede hacer nada a pesar de ver a donde la lleva esa relación. Ella es su propio verdugo. 

Si la narración puede parecer repetitiva, con poca acción, a veces con poca coherencia, lo indiscutible es que la interpretación de Isabelle Huppert es magistral, a la altura de sus grandes interpretaciones trágicas sobe el escenario teatral.

Sunday, September 3, 2017

The Circle (James Ponsoldt, 2017) - 5.5/10

Sobre un tema apasionante y terriblemente actual, y con dos actores que pueden ser realmente buenos, la cinta no lograr convencer, por falta de ritmo y de real compromiso en lo que pretende denunciar. ¡Lastima!

Ficha IMDb

Mae Holland (Emma Watson) tiene entre 20 y 30 años, es linda, sencilla, parece suficientemente inteligente. Es bastante apegada a sus relaciones, sus padres (Glenne Headley y Bill Paxton) y su amiga Annie (Karen Gillan). Se aburre en un trabajo de call center, mal pagado, mientras su padre sufre de una grave enfermedad, para la cual los padres no tienen seguro médico. 

Finalmente, Annie logra introducirla en lal empresa donde ella trabajo, y sueño de cualquier joven, El Círculo. Mae, feliz de penetrar en el campus del Círculo, lugar de todos los posibles, empieza  a trabajar con entusiasmo pero también con demasiada discreción en relación a los estándares esperados. 

Una primera junta-espectáculo con el director- gurú de la empresa, Eamon Bailey (Tom Hanks) la deja fascinada, como a todos, con la forma en que este abre las puertas a todos los posibles gracias a la tecnología. En una mezcla de decontracción californiana con una audacia totalmente desprovista de cualquier duda, sobre sí mismo, su empresa, y las posibilidades sin límite de la tecnología, este muestra a su público subyugado una nueva mini cámara, llamada Seechange, que se puede colocar en cualquier parte y permite ver y filmar absolutamente todo sin que nadie se dé cuenta. Obviamente se filma para compartir. Una justificación política a esto: los derechos civiles. Cualquier ataque a las libertades personales podrá ser denunciado. Los regímenes dictatoriales ya no podrán esconder sus malas acciones. 

Esta misma noche, Mae quien practica kayak regularmente y sola en la bahía de San Francisco, está a punto de naufragar. Pero una cámara del Circulo esta ahí, y la vienen a rescatar. A partir de ese momento, Mae será el conejillo de indias, voluntaria designada, para poner su vida en total transparencia para todos. Equipada con una mini cámara en la solapa, ofrece  su vida, su intimidad, sus amigos, sus papas, como alimento a los curiosos. O sea a toda la gente conectada en el Círculo. O sea a todo el mundo.

Ella ya no tiene intimidad pero tampoco los que ha arrastrado a esta experiencia. Cuando su amigo Mercer (Ellar Coltrane), quien fabrica unas lámparas con la cornamenta de unos venados, que él no ha cazado, es criticado, insultado en la red, decide retirarse en una cabaña. Cuando sus padres se ven sorprendidos en su intimidad, después de ser mostrados como un ejemplo de la generosidad del Círculo que o incluyo en un seguro médico, deciden desconectarse. Pero Mae está ya demasiado comprometida, al punto de llegar a un nivel de decisión muy alto en la compañía y de proponer ideas que van a hacer de esta el único acceso a cualquier decisión personal, desde comprar hasta votar.

Ahora, es ella quien habla en el escenario, en lugar de Bailey. La red social llega a un nivel más eficiente: ahora se va a usar para rastrear a personas que huyen de la justicia y la eficiencia de la solidaridad de los buscadores es impresionante. Pero cuando el sistema se aplica a la búsqueda de un amigo perdido de vista, y tomo como ejemplo a Mercer a petición del público, todo acaba de forma trágica. 

La intervención de Jared (Mamoudou Athie) , real inventor de todo el sistema del Circulo, robado por Bailey, entra entonces en acción, secundado por Mae, para llevar a los usuarios a sublevarse.

Novela de ciencias ficción de 2013 de Dave Eggers, que podía sorprender hace algunos años, El Circulo nos habla actualmente de una situación muy presente. Amalgama de los grandes que nos dominan, Google, Facebook, Twitter, Instagram y demás, el Círculo tiene la potencia de todos reunidos. Es la consecuencia de la adicción al  teléfono celular, algo inimaginable hace apenas 10 años. La telaraña de la comunicación nos ha atrapado. En cada esquina, a la vuelta de cada página Internet se esconde una aplicación. Cada vez nos ofrecen más, cada vez nos piden más información, bajo pretexto de facilitarnos la vida. Cada vez les damos más. Más tiempo, más dinero, más atención, mas energía (en todos los sentidos de la palabra) 

Si está un poco más adelantada que nuestra realidad, es tal vez solo en la superficie. Quien de nosotros no se ha tocado, al inscribirse a una nueva aplicación, con que sus datos ya estaban conocidos, ya que todas las redes de perfiles se comparten. Es algo angustiante darse cuenta que una inscripción tomada en un extremo del mundo es comunica con una empresa del otro lado. 

Nuestra libertad, nuestros gustos, nuestra intimidad  están vigilados.

El problema que plantea la cinta es real, es grave. Pero parece enfocarlo a la responsabilidad de la empresa y, por consecuencia, de sus directivos. Pero de verdad, es una obligación participar. Es una obligación compartir? La regla de El Circulo, que todos repiten a coro después de su jefe: Compartir es amar, no es válida ya que no se puede poner al revés. Amar no es solo compartir, hay otras formas de amar. De la misma forma el sistema moral que expone Bailey: nos portamos mejor cuando nos sentimos vigilados, significa en realidad la fatal de sistema moral interno. Si hay necesidad de vigilancia, si hay necesidad de temor a un dios que castiga, aun si tiene forma de una mini cámara, es que no hay moralidad. 

La multitud presentada en la cinta, los empleados y usuarios del Círculo no tienen ningún respeto del otro. Se ve claramente en la escena de la visita de Mercer a Mae en las oficinas del Círculo. Como la gente lo reconoce, empiezan a sacarle fotos y a compartirlas. ¿No es exactamente lo que pasa en la vida actual? Frente a un accidente, la primera reacción de los presentes es ahora sacar su teléfono, no es ayudar, no es pedir auxilio. 

Así que no se puede culpar solamente al Círculo del desarrollo nocivo de sus capacidades tecnológicas. La gente es la responsable. No se puede ver al Círculo como una secta, que lava el cerebro de sus adeptos para sacarles dinero y forzarlos a acciones. Bailey utiliza lo peaor de la gente, nada más.

Ahora, si el tema es sumamente actual y pertinente, la realización de la cinta deja mucho que desear. La narración es lenta, sin ritmo, lineal, sin sorpresas ni suspenso. Algunas tramas secundarias surgen de repente, como el asunto del robo de la tecnología inventada por , y el deseo de venganza de este, que parecen ser más un artífice para prolongar la historia. 

Las actuaciones, centradas sobre la buena que se vuelve mala sin querer, o sea Mae, y el malo muy brillante, carecen de relieve. Son desde su primera aparición exactamente lo que seguirán siendo hasta el final. Los padres, el amigo y el genio robado tienen unas escenas que despiertan cierto interés pero este no está aprovechado. La única que parece evolucionar, y pasar del entusiasmo a la preocupación y l cuestionamiento es Annie y su personaje se deja totalmente en un segundo plano, o hasta tercer plano del cual sale solo de vez en cuando. 

Con una cinta tan mal armada, no se puede pretender despertar una toma de consciencia de los usuarios de las redes sociales. 

Claro, puede ser divertido jugar a las referencias: los grandes directores de empresas, Steve Jobs, Jeff Bezos, Zuckerberg, Bill Gates…, la nueva forma de presentarse en público, de pie solo con su micrófono en la solapa, para explicar con toda sencillez una visión del mundo que la audiencia absorbe como si se tratara de mentores, de filósofos que han llegado a cabo una real y profunda reflexión y búsqueda. Presentan la vida y los negocios en forma sencilla, cuando saben muy que no es nada sencillo. Lo presentan como si no se necesitara trabajo, cuando ellos mismos se han pasado años trabajando como locos para llegar adonde han llegado. Y es cierto que el público va a memorizar frases mágicas, eslóganes mentales “la privacidad es un robo”, Los secretos son mentiras” “Saber es bueno, pero saberlo todo es mejor”. Sean grandes ejecutivos o líderes religiosos o seudo religiosos, los trucos son los mismos.

También se pueden encontrar referencias literarias: obviamente 1984, con su Novolengua, construida a base de fórmulas paradójicas. El ojo siempre abierto de las mini cámaras es el ojo de Big Brother, o de los reality-shows como The Truman Show (Peter Weir -1998) o Los juegos del Hambre.

Pero este tema ya fue analizado, y profundizado de forma filosófica por Jean-Paul Sartre. El Círculo no nos dice otra cosa que “El infierno son los demás” porque cada uno de los usuarios usa su mirada como un arma para sacar a los demás de su intimidad. Y cada uno es víctima de la mirada de los demás. 

Hay también referencias visuales también en este campus maravillosos de El Circulo, parecido al campus de Apple o Google, como una suerte de ciudad utópica, donde se concentra toda la vida de los empleados, en un estilo  aparentemente « cool », cuando en realidad todos trabajan sin cesar, en una permanente competencia con los demás y consigo mismos. 

Retomando el tema de la mirada como arma, la cinta falla totalmente en el mensaje que, tal vez, pretendía dar: Somos víctimas de la mirada de los demás porque somos, como consumidores, pasivos y voyeristas. Nosotros somos los tiranos, no la tecnología, no los directivos de las grandes empresas de Comunicación. Ellos solo dan a los clientes lo que estos piden. Siempre es posible resistir. A condición de tener un código moral propio.