Una historia de reencuentros entre
hermanos, que a veces parece más una promoción para el vino y los viñedos de Borgoña.
Da la vuelto a un año y al proceso de fabricación del vino, mezclándolo con las
relaciones personales de los tres y sus conflictos.
Ficha
IMDb
Después de varios años, Jean (Pio Marmaï) vuelve a la casa de sus
padres. El motivo de su regreso es la muerte inminente de su padre. En la casa
de la explotación vinícola, sigue viviendo la hermana Juliette (Ana Girardot),
ahora responsable dela producción, ayudada por Marcel (Jean-Marc Roulot). El hermano
menor Jérémie (François Civil) acepta difícilmente el regreso de su hermano
mayor ya que nunca contestó a la carta que le anunciaba la muerte de su madre y
no se presentó al funeral. Jérémie está ahora casado con Océane (Yamée Couture),
hija de unos viticultores muy ricos, en casa de quien viven con su bebe, bajo
el constante desprecio del suegro, Anselme (Jean-Marie Winling) y la
posesividad de la suegra Chantal (Florence Pernel).
Jean, después de recorrer el mundo, s e estableció en Australia con
Alicia (Maria Valverde) con quien explota un viñedo y tuvo un hijo. La situación
con Alicia no está clara y Jean s e la pasa peleando por teléfono.
Después de la muerte del padre, se presentan los problemas de la sucesión,
en particular los impuestos y las dificultas financieras. ¿Vender o no vender?
¿Como? ¿A quién? ¿Que?
A lo largo de un año, los hermanos van a tratar de encontrar las respuestas
a todas sus preguntas, las personales, las familiares, las económicas, las
fraternales. Al mismo tiempo, manejan, juntos, la explotación, cosechan,
fabrican el vino del año.
Klapisch, al contrario de su famosa trilogía, se interesa por una
familia existente y tal vez a punto de desaparecer, no a unos jóvenes que se van
constituyendo como una familia, complicada, pero voluntariamente escogida. Y,
en realidad no funciona muy bien porque todas las situaciones son de lao más predecibles.
El regreso del hijo prodigo, los celos del hermano menor, la hermana mayor que
lleva la voz cantante y las responsabilidades. Las figuras totalmente
estereotipadas, casi caricaturescas, de los suegros, del vecino abusivo, de los
jóvenes de la vendimia, esta acumulación de clichés llega a aburrir. No hay
nada inventivo en esta historia, ni en la narración, ni la la forma de filmarla.
la fiesta de fin de vendimia esta filmada con las mismas técnicas que la fiesta
en el entro en L’Auberge espagnole (2002). Los flashbacks parecen de revista psicológica barata.
La voz off de Jean, que además no parece en forma regular, sino en algunos
momentos donde es más un truco narrativo burdo, así como la unión en la misma
imagen de las dos generaciones, para enseñar bien el regreso del protagonista a
la vida familiar y su reconciliación con la figura paterna, suenan igual de
falsas como la lectura de la carta del padre, encontrada en el bolsillo de su
chaqueta.
Hay que reconocer que las imágenes son muy cuidadas. Los créditos iniciales,
muy hermosos, elegantes, que juegan con los colores de las cuatro estaciones y
el paso de tiempo en el mismo lugar, crean expectativas, en cuadros divididos,
equilibrados que recuerdan a Kurosawa, que no serán satisfechas. Porque sueñan
artificiales los planos cercanos a copas de vino, a hojas de vid, a racimos de
uvas y cubetas llenas. las escenas de catas en las bodegas. Parecen imágenes de
promoción turística o gastronómica. Reúnen todos estos clichés de la nueva moda:
saber beber vino, conocer los términos técnicos es ahora una obligación.
La cinta difunde esta idea de que cualquiera puede hacer su vino, bio, además,
y que con cuatro personas se puede llevar una explotación agrícola, que crear
un “grand cru” es trabajo sencillo.
Los diálogos son bastante indigentes, hasta estúpidos: Juliette le
pregunta a Jean cuantos años tiene su hijo cuando el acaba de justificar su
ausencia en el entierro maternal por ser el momento preciso del nacimiento del
bebe ¡las disputas con el vecino, con los vendimiadores, podrían aparecen en
cualquier telenovela.
La única buena idea son los diálogos de los dos hermanos cuando inventan
las palabras de una escena que ven sin oír nada, imitando voces y vocabulario de
los protagonistas.
El título es un juego de palabras: “lie” es el verbo que significa
reunir, raíz de la palabra religión, y algo hay de dionisiaco en la fiesta de
fin de vendimias. Pero también es el nombre del sedimento que se deposita en el
fondo de los barriles. Esta capa amarga puede ser eliminada o conservada para darles
más complejidad a los vinos en particular los blancos. Este depósito tarde en
sedimentarse, como las relaciones entre las personas. Es decir, en caso de que
el espectador no lo haya entendido todavía, es el tiempo que hace los buenos
vinos y afianza las relaciones verdaderas entre los personajes
Todo eso sueña fácil, superficial. Algunas imágenes inclusive no tienen
sentido. ¡Como imaginar que, en medio una de la zona de viñedos más famosos en
el mundo, no haya taxis para ir de la explotación a la ciudad más cercana! ¡O que nadie pueda llevarlo en coche!
Pero la
Borgoña es hermosa en su paz de tierra ancestral, entre colinas y pueblitos,
que desgraciadamente no aparecen en la cinta.