Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Friday, September 29, 2017

Ce qui nous lie (Cédric Klapisch, 2017) – 6/10

Una historia de reencuentros entre hermanos, que a veces parece más una promoción para el vino y los viñedos de Borgoña. Da la vuelto a un año y al proceso de fabricación del vino, mezclándolo con las relaciones personales de los tres y sus conflictos.

Ficha IMDb

Después de varios años, Jean (Pio Marmaï) vuelve a la casa de sus padres. El motivo de su regreso es la muerte inminente de su padre. En la casa de la explotación vinícola, sigue viviendo la hermana Juliette (Ana Girardot), ahora responsable dela producción, ayudada por Marcel (Jean-Marc Roulot). El hermano menor Jérémie (François Civil) acepta difícilmente el regreso de su hermano mayor ya que nunca contestó a la carta que le anunciaba la muerte de su madre y no se presentó al funeral. Jérémie está ahora casado con Océane (Yamée Couture), hija de unos viticultores muy ricos, en casa de quien viven con su bebe, bajo el constante desprecio del suegro, Anselme (Jean-Marie Winling) y la posesividad de la suegra Chantal (Florence Pernel).

Jean, después de recorrer el mundo, s e estableció en Australia con Alicia (Maria Valverde) con quien explota un viñedo y tuvo un hijo. La situación con Alicia no está clara y Jean s e la pasa peleando por teléfono.

Después de la muerte del padre, se presentan los problemas de la sucesión, en particular los impuestos y las dificultas financieras. ¿Vender o no vender? ¿Como? ¿A quién? ¿Que?

A lo largo de un año, los hermanos van a tratar de encontrar las respuestas a todas sus preguntas, las personales, las familiares, las económicas, las fraternales. Al mismo tiempo, manejan, juntos, la explotación, cosechan, fabrican el vino del año.

Klapisch, al contrario de su famosa trilogía, se interesa por una familia existente y tal vez a punto de desaparecer, no a unos jóvenes que se van constituyendo como una familia, complicada, pero voluntariamente escogida. Y, en realidad no funciona muy bien porque todas las situaciones son de lao más predecibles. El regreso del hijo prodigo, los celos del hermano menor, la hermana mayor que lleva la voz cantante y las responsabilidades. Las figuras totalmente estereotipadas, casi caricaturescas, de los suegros, del vecino abusivo, de los jóvenes de la vendimia, esta acumulación de clichés llega a aburrir. No hay nada inventivo en esta historia, ni en la narración, ni la la forma de filmarla. la fiesta de fin de vendimia esta filmada con las mismas técnicas que la fiesta en el entro en L’Auberge espagnole (2002).  Los flashbacks parecen de revista psicológica barata. La voz off de Jean, que además no parece en forma regular, sino en algunos momentos donde es más un truco narrativo burdo, así como la unión en la misma imagen de las dos generaciones, para enseñar bien el regreso del protagonista a la vida familiar y su reconciliación con la figura paterna, suenan igual de falsas como la lectura de la carta del padre, encontrada en el bolsillo de su chaqueta.

Hay que reconocer que las imágenes son muy cuidadas. Los créditos iniciales, muy hermosos, elegantes, que juegan con los colores de las cuatro estaciones y el paso de tiempo en el mismo lugar, crean expectativas, en cuadros divididos, equilibrados que recuerdan a Kurosawa, que no serán satisfechas. Porque sueñan artificiales los planos cercanos a copas de vino, a hojas de vid, a racimos de uvas y cubetas llenas. las escenas de catas en las bodegas. Parecen imágenes de promoción turística o gastronómica. Reúnen todos estos clichés de la nueva moda: saber beber vino, conocer los términos técnicos es ahora una obligación.

La cinta difunde esta idea de que cualquiera puede hacer su vino, bio, además, y que con cuatro personas se puede llevar una explotación agrícola, que crear un “grand cru” es trabajo sencillo.

Los diálogos son bastante indigentes, hasta estúpidos: Juliette le pregunta a Jean cuantos años tiene su hijo cuando el acaba de justificar su ausencia en el entierro maternal por ser el momento preciso del nacimiento del bebe ¡las disputas con el vecino, con los vendimiadores, podrían aparecen en cualquier telenovela.

La única buena idea son los diálogos de los dos hermanos cuando inventan las palabras de una escena que ven sin oír nada, imitando voces y vocabulario de los protagonistas.

El título es un juego de palabras: “lie” es el verbo que significa reunir, raíz de la palabra religión, y algo hay de dionisiaco en la fiesta de fin de vendimias. Pero también es el nombre del sedimento que se deposita en el fondo de los barriles. Esta capa amarga puede ser eliminada o conservada para darles más complejidad a los vinos en particular los blancos. Este depósito tarde en sedimentarse, como las relaciones entre las personas. Es decir, en caso de que el espectador no lo haya entendido todavía, es el tiempo que hace los buenos vinos y afianza las relaciones verdaderas entre los personajes

Todo eso sueña fácil, superficial. Algunas imágenes inclusive no tienen sentido. ¡Como imaginar que, en medio una de la zona de viñedos más famosos en el mundo, no haya taxis para ir de la explotación a la ciudad más cercana!  ¡O que nadie pueda llevarlo en coche!


Pero la Borgoña es hermosa en su paz de tierra ancestral, entre colinas y pueblitos, que desgraciadamente no aparecen en la cinta. 

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