Sobre un tema apasionante y terriblemente actual, y con dos actores que pueden ser realmente buenos, la cinta no lograr convencer, por falta de ritmo y de real compromiso en lo que pretende denunciar. ¡Lastima!
Ficha IMDb
Mae Holland (Emma Watson) tiene entre 20 y 30 años, es linda, sencilla, parece suficientemente inteligente. Es bastante apegada a sus relaciones, sus padres (Glenne Headley y Bill Paxton) y su amiga Annie (Karen Gillan). Se aburre en un trabajo de call center, mal pagado, mientras su padre sufre de una grave enfermedad, para la cual los padres no tienen seguro médico.
Finalmente, Annie logra introducirla en lal empresa donde ella trabajo, y sueño de cualquier joven, El Círculo. Mae, feliz de penetrar en el campus del Círculo, lugar de todos los posibles, empieza a trabajar con entusiasmo pero también con demasiada discreción en relación a los estándares esperados.
Una primera junta-espectáculo con el director- gurú de la empresa, Eamon Bailey (Tom Hanks) la deja fascinada, como a todos, con la forma en que este abre las puertas a todos los posibles gracias a la tecnología. En una mezcla de decontracción californiana con una audacia totalmente desprovista de cualquier duda, sobre sí mismo, su empresa, y las posibilidades sin límite de la tecnología, este muestra a su público subyugado una nueva mini cámara, llamada Seechange, que se puede colocar en cualquier parte y permite ver y filmar absolutamente todo sin que nadie se dé cuenta. Obviamente se filma para compartir. Una justificación política a esto: los derechos civiles. Cualquier ataque a las libertades personales podrá ser denunciado. Los regímenes dictatoriales ya no podrán esconder sus malas acciones.
Esta misma noche, Mae quien practica kayak regularmente y sola en la bahía de San Francisco, está a punto de naufragar. Pero una cámara del Circulo esta ahí, y la vienen a rescatar. A partir de ese momento, Mae será el conejillo de indias, voluntaria designada, para poner su vida en total transparencia para todos. Equipada con una mini cámara en la solapa, ofrece su vida, su intimidad, sus amigos, sus papas, como alimento a los curiosos. O sea a toda la gente conectada en el Círculo. O sea a todo el mundo.
Ella ya no tiene intimidad pero tampoco los que ha arrastrado a esta experiencia. Cuando su amigo Mercer (Ellar Coltrane), quien fabrica unas lámparas con la cornamenta de unos venados, que él no ha cazado, es criticado, insultado en la red, decide retirarse en una cabaña. Cuando sus padres se ven sorprendidos en su intimidad, después de ser mostrados como un ejemplo de la generosidad del Círculo que o incluyo en un seguro médico, deciden desconectarse. Pero Mae está ya demasiado comprometida, al punto de llegar a un nivel de decisión muy alto en la compañía y de proponer ideas que van a hacer de esta el único acceso a cualquier decisión personal, desde comprar hasta votar.
Ahora, es ella quien habla en el escenario, en lugar de Bailey. La red social llega a un nivel más eficiente: ahora se va a usar para rastrear a personas que huyen de la justicia y la eficiencia de la solidaridad de los buscadores es impresionante. Pero cuando el sistema se aplica a la búsqueda de un amigo perdido de vista, y tomo como ejemplo a Mercer a petición del público, todo acaba de forma trágica.
La intervención de Jared (Mamoudou Athie) , real inventor de todo el sistema del Circulo, robado por Bailey, entra entonces en acción, secundado por Mae, para llevar a los usuarios a sublevarse.
Novela de ciencias ficción de 2013 de Dave Eggers, que podía sorprender hace algunos años, El Circulo nos habla actualmente de una situación muy presente. Amalgama de los grandes que nos dominan, Google, Facebook, Twitter, Instagram y demás, el Círculo tiene la potencia de todos reunidos. Es la consecuencia de la adicción al teléfono celular, algo inimaginable hace apenas 10 años. La telaraña de la comunicación nos ha atrapado. En cada esquina, a la vuelta de cada página Internet se esconde una aplicación. Cada vez nos ofrecen más, cada vez nos piden más información, bajo pretexto de facilitarnos la vida. Cada vez les damos más. Más tiempo, más dinero, más atención, mas energía (en todos los sentidos de la palabra)
Si está un poco más adelantada que nuestra realidad, es tal vez solo en la superficie. Quien de nosotros no se ha tocado, al inscribirse a una nueva aplicación, con que sus datos ya estaban conocidos, ya que todas las redes de perfiles se comparten. Es algo angustiante darse cuenta que una inscripción tomada en un extremo del mundo es comunica con una empresa del otro lado.
Nuestra libertad, nuestros gustos, nuestra intimidad están vigilados.
El problema que plantea la cinta es real, es grave. Pero parece enfocarlo a la responsabilidad de la empresa y, por consecuencia, de sus directivos. Pero de verdad, es una obligación participar. Es una obligación compartir? La regla de El Circulo, que todos repiten a coro después de su jefe: Compartir es amar, no es válida ya que no se puede poner al revés. Amar no es solo compartir, hay otras formas de amar. De la misma forma el sistema moral que expone Bailey: nos portamos mejor cuando nos sentimos vigilados, significa en realidad la fatal de sistema moral interno. Si hay necesidad de vigilancia, si hay necesidad de temor a un dios que castiga, aun si tiene forma de una mini cámara, es que no hay moralidad.
La multitud presentada en la cinta, los empleados y usuarios del Círculo no tienen ningún respeto del otro. Se ve claramente en la escena de la visita de Mercer a Mae en las oficinas del Círculo. Como la gente lo reconoce, empiezan a sacarle fotos y a compartirlas. ¿No es exactamente lo que pasa en la vida actual? Frente a un accidente, la primera reacción de los presentes es ahora sacar su teléfono, no es ayudar, no es pedir auxilio.
Así que no se puede culpar solamente al Círculo del desarrollo nocivo de sus capacidades tecnológicas. La gente es la responsable. No se puede ver al Círculo como una secta, que lava el cerebro de sus adeptos para sacarles dinero y forzarlos a acciones. Bailey utiliza lo peaor de la gente, nada más.
Ahora, si el tema es sumamente actual y pertinente, la realización de la cinta deja mucho que desear. La narración es lenta, sin ritmo, lineal, sin sorpresas ni suspenso. Algunas tramas secundarias surgen de repente, como el asunto del robo de la tecnología inventada por , y el deseo de venganza de este, que parecen ser más un artífice para prolongar la historia.
Las actuaciones, centradas sobre la buena que se vuelve mala sin querer, o sea Mae, y el malo muy brillante, carecen de relieve. Son desde su primera aparición exactamente lo que seguirán siendo hasta el final. Los padres, el amigo y el genio robado tienen unas escenas que despiertan cierto interés pero este no está aprovechado. La única que parece evolucionar, y pasar del entusiasmo a la preocupación y l cuestionamiento es Annie y su personaje se deja totalmente en un segundo plano, o hasta tercer plano del cual sale solo de vez en cuando.
Con una cinta tan mal armada, no se puede pretender despertar una toma de consciencia de los usuarios de las redes sociales.
Claro, puede ser divertido jugar a las referencias: los grandes directores de empresas, Steve Jobs, Jeff Bezos, Zuckerberg, Bill Gates…, la nueva forma de presentarse en público, de pie solo con su micrófono en la solapa, para explicar con toda sencillez una visión del mundo que la audiencia absorbe como si se tratara de mentores, de filósofos que han llegado a cabo una real y profunda reflexión y búsqueda. Presentan la vida y los negocios en forma sencilla, cuando saben muy que no es nada sencillo. Lo presentan como si no se necesitara trabajo, cuando ellos mismos se han pasado años trabajando como locos para llegar adonde han llegado. Y es cierto que el público va a memorizar frases mágicas, eslóganes mentales “la privacidad es un robo”, Los secretos son mentiras” “Saber es bueno, pero saberlo todo es mejor”. Sean grandes ejecutivos o líderes religiosos o seudo religiosos, los trucos son los mismos.
También se pueden encontrar referencias literarias: obviamente 1984, con su Novolengua, construida a base de fórmulas paradójicas. El ojo siempre abierto de las mini cámaras es el ojo de Big Brother, o de los reality-shows como The Truman Show (Peter Weir -1998) o Los juegos del Hambre.
Pero este tema ya fue analizado, y profundizado de forma filosófica por Jean-Paul Sartre. El Círculo no nos dice otra cosa que “El infierno son los demás” porque cada uno de los usuarios usa su mirada como un arma para sacar a los demás de su intimidad. Y cada uno es víctima de la mirada de los demás.
Hay también referencias visuales también en este campus maravillosos de El Circulo, parecido al campus de Apple o Google, como una suerte de ciudad utópica, donde se concentra toda la vida de los empleados, en un estilo aparentemente « cool », cuando en realidad todos trabajan sin cesar, en una permanente competencia con los demás y consigo mismos.
Retomando el tema de la mirada como arma, la cinta falla totalmente en el mensaje que, tal vez, pretendía dar: Somos víctimas de la mirada de los demás porque somos, como consumidores, pasivos y voyeristas. Nosotros somos los tiranos, no la tecnología, no los directivos de las grandes empresas de Comunicación. Ellos solo dan a los clientes lo que estos piden. Siempre es posible resistir. A condición de tener un código moral propio.
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