Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Thursday, September 24, 2020

American Factory (Steven Bognar, Julia Reichert, 2019) – 9/10

De la esperanza a la decepción, la historia de los trabajadores de una planta en Ohio que perdieron su trabajo cuando quebró General Motors y consiguen nuevos empleos al instalarse una empresa privada china, con condiciones de trabajo y una filosofía laboral muy distintas.


Ficha IMDb

 

En 2008 General Motors cierra su planta de Dayton, Ohio, dejando a 2000 familias sin fuente de ingresos. provocando la perdida de 10 000 empleos locales. Siete años después llega el señor Cao Dé Wàng, dueño de la empresa Fuyao que fabrica ventanas para automóviles. Utiliza el local y contrata a 2000 de los exempleados. Es un alivio para todos. Aceptan con gusto nuevas condiciones de trabajo, salarios inferiores, a veces menos de la mitad, horarios mas largos. Aceptan la llegada de unos 200 trabajadores chinos, en su mayoría jóvenes que no conocen ni el idioma, ni las costumbres. Todo con tal de tener por fin un trabajo.

 

La cinta sigue el orden cronológico de los sucesos : la preparación, el principio de las operaciones, los descubrimientos progresivos de las nuevas condiciones. Dos momentos claves constituyen dos peripecias notables. Un viaje a China inmerge a los trabajadores americanos en la vida de una empresa china, con sus rituales, sus exigencias, sus fiestas. Un culto casi religioso a la empresa muestra claramente una mentalidad de sacrificio : el trabajador tiene que entregar todo su tiempo y su energía al triunfo de la empresa, que significa el triunfo del régimen, que significa la felicidad del pueblo. Trabajar más, más rápido, mas eficientemente, obedecer sin discutir.

 

El segundo momento es la cuestión del sindicato. Cao Dé Wàng lo establece muy claramente: “Si hay sindicato, cierro la planta”. Para preparar las elecciones que decidirán de la constitución o no del sindicato,  contrata el Labor Relations Institute para “informar” a los trabajadores de los peligros de los sindicatos, las juntas tienen lugar durante el tiempo de trabajo lo que las vuelve obligatorias.

 

De la misma forma que el trabajador gringo debe entender la mentalidad china, se espera de los trabajadores chinos en Estados Unidos que conozcan, mas no que entiendan, la mentalidad del gringo en general y del trabajador. Las sesiones de información no están exentas de juicios : los gringos son lentos y flojos, piensan que siempre tienen la razón y son individualistas. Esos jóvenes chinos tuvieron que aceptar dejar su país y sus familias por dos años, sin ninguna prestación especial. Poco a poco se tejen relaciones de amistad, se intercambian costumbres. Porque, la cinta lo deja muy evidente, el problema no está entre los individuos. Está entre mentalidades colectivas, entre sistemas laborales.

 

La personalidad dominante es el dueño, un personaje no muy simpático de entrada. Él decide hasta los mínimos detalles de decoración, el sabe, el exige, el quiere ganar dinero. Es un empresario liberal en toda la extensión de la palabra. Representa un sector de la economía china que no es dominante en el país .

 

Tres años duraron la investigación y la filmación, dando unas 1000 horas de material. Se filmó de cerca tanto el trabajo en la planta, las juntas de todo tipo dirigidas a los gringos, a los chinos o a todos juntos, las visitas de preparación, la ceremonia oficial de inauguración con todo y discurso del gobernador del estado. Puede sorprender la libertad que dejó el dueño al equipo de Bognar y Reichert para que se metan a todas partes y escuchen a todos y para que difundan algunos momentos que parecen inaceptables. Talvez porque vive en una certeza de tener la razón en su intento de hacer su fabrica lo más productiva y rentable posible y que para eso se necesita imponer ciertas condiciones de trabajo y de salario : reducir el número de obreros con el riesgo de disminuir la seguridad, pagar poco, imponer jornadas mas largas, reducir vacaciones. Se presentan retratos entrañables de individuos de orígenes diferentes, con gustos y preocupaciones muy distintas, todos con un acento de autenticidad y sinceridad. Gente de verdad. Gente honesta. Orgullosa de su trabajo, de sus familias, de su país, de su cultura. Aquí hablan todos los puntos de vista, a nadie se le quita la palabra.

 

La cinta logra mantenerse en un equilibrio que no favorece a nadie. No dicen que los chinos tengan la razón o los gringos. Pone en claro que el capitalismo niega las libertades de los trabajadores, que el objetivo de producción y de rentabilidad es incompatible con los derechos laborales : decisión dentro de la empresa, seguridad, horarios compatibles con la salud y la familia. Las empresas privadas funcionan de la misma forma en todos los países y tienen herramientas afiladas para garantizar las condiciones de trabajo que les favorecen. Si bien es cierto que la mentalidad del trabajador es diferente según el país, cosa que vemos también con Europa, con Escandinavia, con Asia en general (puede ser Japón o Corea), Fuyao es una empresa privada antes que una empresa china : allá la mayoría son empresas estatales o cooperativas (por ejemplo, Huawei) y dan a sus empleados condiciones mucho mejores que Fuyao.

 

Así que el tema de The American Factory es, además de la constatación de las diferencias culturales y los problemas de adaptación a otra cultura, modo de vivir y de trabajar, una denuncia de las herramientas utilizadas por la economía liberal.

 

La película es un documental, pero no renuncia a cualidades artísticas. El prólogo es un ejemplo brillante en su ritmo, sus planes cercanos a las máquinas, su música, constituyendo una pequeña sinfonía o un poema lírico en honor a la vida industrial, un baile de maquinas y manos en la precisión y la perfección del trabajo. Conforme avanza la cinta, estas características artísticas van desapareciendo porque las cosas se ponen serias, los problemas no dejan espacio o tiempo para hacer arte.

 

Poco a poco, el documental logra destilar una profunda repulsión por un sistema de explotación infame, una nueva esclavitud, donde los esclavos se consideran felices por tener trabajo y abdicar toda forma de libertad, de movimiento o de pensamiento, de asociación. Choca saber que este sistema enriquece a un capitalista en un sistema comunista. Cuesta trabajo para los adultos actuales entender cómo la austera China comunista se transformó en un mundo de maquinas que tiene como único objetivo la producción invasora y el enriquecimiento de algunos.

 

Pero no deja de asustar la caída de los Estados Unidos y las sociedades “libres”, las del liberalismo que sólo ha sabido propiciar una pauperización creciente. Claro, no hay que olvidar quién produce la cinta (o mejor dicho compró)  : además de fomentar el miedo hacia China, se trata de alimentar la oposición política a Trump . Pero el fracaso de General Motors, causa primera de la situación de los trabajadores de Dayton se produjo durante el tiempo Obama, y de todas formas la caída de la industria automotriz había empezado años antes .

 

La conclusión es que, China o Estados Unidos, capitalismo liberal o capitalismo comunista, quien sufre siempre es el trabajador. Las reglas del capitalismo son las mismas, aunque la concepción del trabajo y del ser humano sean opuestas. American Factory lo muestra con talento pedagógico y estético.

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