Clásica película de Cayatte sobre un juicio. Un tema de ética, la eutanasia pone frente a frente una acusada sumamente inteligente y un jurado de seis hombres y una mujer con niveles socio económicos , culturales y experiencias de vida muy distintos. A veces excesivamente pedagógico y formal, tiene el valor de levantar una cuestion siempre actual, entonces y ahora. Es de las pocas películas que obtuvieron Leon de Oro en Venecia y Oso de Oro en Berlin.Ficha IMDb
En el tribunal de Versalles, en los años 50, tiene lugar el juicio de Elsa Lundenstein (Claude Nollier), acusada de ayudar a morir su compañero de vida, Maurice Vaudrémont, enfermo de cáncer terminal de la garganta y dos años después de hacerle la promesa de precipitar el final cuando ella lo juzgue oportuno y sin avisarle. Con la muerte, ella hereda 35 millones de francos. La acusada es una mujer superior, por sus estudios, su campo de investigación y su nivel de responsabilidad en la empresa de su amante. Tales mujeres eran poco frecuentes en los años cincuenta en Francia. Su carácter serio, tal vez altivo, y su cara que nunca sonríe tampoco ayudan a que el publico, la gente normal, o los jurados, la sientan cercana. Además, es de origen extranjero, es judía, y los recuerdos de la ocupación alemana, así como el antisemitismo están todavía muy presentes, sin olvidar algunos prejuicios coloniales. La población francesa de esos años no era muy abierta a lo diferente.
La película alterna momentos de las audiencias y momentos de la vida personal de los jurados, cada uno representativo de un segmento de la sociedad de la época, con sus respectivas preocupaciones y valores.
Felix Noblet (Raymond Bussières), jurado número 5, trabaja en el café “ Le Roi Soleil, su novia Lucienne “Lulu” (Annette Poivre) está en primera fila del publico en la sala de audiencias. Es un hombre bueno, sin mucha educación, pero con un gran sentido común, que no duda en hacer preguntas a los testigos, como lo permite el sistema judicial francés.Tal vez represente la posición de André Cayatte.
Evariste-Nicolas Malingré ( Marcel Perès), jurado numero 2, es un campesino. Tiene que tomar el autobús y caminar un buen trecho para volver a su granja en medio de la campiña: unas cuantas vacas, conejos, gallinas. Mientras el está en la ciudad su esposa Marie (Nane Germon) hace el trabajo, ayudada por el trabajador asalariado Amadeo (Marcel Mouloudji) un inmigrado italiano con quien lo engaña.
Marceline Micoulin (Valentine Tessier), jurado numero 4, es una anticuaria muy distinguida, que no se desplaza sin su bastón ni su perrito. En el hotel donde se vino a hospedar, un hombre, Serge Cremer (Michel Auclair), pintor decorador, se le acerca y ella, a pesar de la diferencia de edad, no rechaza unas platicas agradables, en un coqueteo de gente de buena sociedad, como lo es también Gilbert de Montesson (Jacques Castelot), jurado número 1, dueño de unas caballerizas, o Michel Caudron (Jean Debucourt), séptimo jurado comerciante y enamorado de la elegante Marceline
Jean-Luc Favier ( (Jean-Pierre Grenier), dueño de una imprenta, jurado numero n3, tiene que lidiar con un hijo adolescente violento que el director de su escuela privada católica ya no quiere recibir. Con su esposa Béatrice ( Elizabeth Hardy) están en la encrucijada de mandar a su hijo a una institución para enfermos mentales.
Théodore Andrieux (Noël Roquevert), jurado numero 6, es un militar jubilado. Dirige su familia con mano de hierro . Le recuerda a cada rato a su esposa Amélie (Marguerite Garcya) y a sus hijas Danielle ( Juliette Faber) y Monique (Françoise Hornez), obligada a ver a escondidas a su novio Roland (Claude Nicot ) que se atrevió un día a contradecir al mariscal Lyautey. Todo debe hacerse en su tiempo y lugar : comidas, actividades de la casa, salidas de las chicas. Sus reglas y principios no sufren enmiendas. Francia y la sociedad deben mantener el nivel de moralidad y principios que hicieron su grandeza colonial.
Las opiniones que parecían favorables a la acusada mientras los testimonios se quedaban en la cuestión de sí es aceptable ayudar a alguien que vive sus últimos días en medio de dolores abominables, sabiendo que va a morir y rogando por un final rápido, estas opiniones empiezan a matizarse cuando une hermana del fallecido, Nicole (Agnès Delahaie) revela que la acusada tenía un amante y que se lo confesó en una carta. La cuestión cambia entonces : ¿ Se trató de una ayuda a morir bien? Y en este caso el debate es ético. ¿O se trató de un crimen pasional para deshacerse de un amante molesto y hacerse de su fortuna? En este caso, se trata de un vil asesinato.
Cuando Cremer le confesa a Marceline que es el amante de Elsa y que va a testificar al día siguiente y la suplica de estar de su lado en la deliberación, esta se ve en una encrucijada : su empatía con la mujer, su enojo por haber sido usada, sus principios morales, ¿ que posición va a adoptar? Que no se olvide que en Francia la decisión del jurado necesita la mayoría de sus siete miembros, más el voto del juez presidente y de los dos jueces asistentes, no la unanimidad como en el sistema americano. que los debates tienen lugar en presencia de los jueces, y que el jurado dicta la sentencia.
La película , un poco por el estilo muy teatral de los años 50, y mucho por el estilo personal, muy didáctico de Cayatte, abogado de formación, nos parece hoy un poco artificial : planos cercanos que se detienen sobre un jurado cuando expone sus argumentos, diálogos muy escritos. Cayatte se dirige abiertamente a su espectador para darle una lección, insistiendo para que entienda donde está el bien, la decisión correcta. Eso molesta al espectador de hoy porque no le deja forma de escapar a la pegunta : ¿es valida la eutanasia? Las respuestas de los sistemas judiciales y de los individuos han evolucionado, pero todavía no se llega a una posición que satisfaga a todos. Sin embargo, Cayatte tiene la buena idea de puntuar las escenas del juicio con momentos de la vida personal de los jurados, con la tonalidad cómica de algunos, en particular la pareja Raymond Bussières-Annette Poivre, que permiten aligerar el ambiente, muy pesado, del juicio y el hecho que este en juego la vida de alguien, ya que la pena de muerte era todavía en Francia.
Lo que muestra la película es que, en temas tan profundos, lo que tocan a la vida y la muerta, no puede haber consenso, ya que cada uno juzga en función de sus propias creencias, religiosas o. morales, de sus propias vivencias y experiencias. Y los jurados responden a la pegunta en función de si mismos más que de la situación particular y concreta del acusado. Eso nos lleva a lo que fue siempre la posición de André Cayatte : la justica no es justa. El sistema judicial es una maquina construida para evadir el caso personal y actuar siguiendo reglas que se pretenden universales.
No estamos muy lejos de 12 Angry Men (Sidney Lumet - 1957) cinta que, al contrario de Justice est faite, opta por concentrarse en el cuarto de deliberación.
Al final, “se hizo justicia” , como proclama el titulo un tanto irónico ya que …¿Qué justicia?