Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Thursday, September 20, 2012

12 Angry Men (Sidney Lumet, 1957) – 9/10



Un clásico en blanco y negro. Un tema siempre actual: la libertad de dudar y no someterse a la opinión mayoritaria. Una puesta en escena magistral y interpretaciones memorables, dominadas por Henry Fonda.

Ficha IMDB


Reginald Rose, autor de la obra de teatro original y del guion adaptado participó como jurado en un asunto parecido a este.

El punto de arranque es dado de una forma muy didáctica y teórica por el juez (Rudy Bond): los doce jurados deben llegar a un acuerdo unánime. Si los doce consideran al acusado culpable, se le sentenciará a muerte .Un siimple movimiento de cámara y Lumet nos da el aspecto humano: la cara del joven acusado ( John Sacova). Dieciocho años, expresión asustada, perdida. N0 se trata de un debate de ideas, se trata de una vida humana.

Después, la sala de deliberación, en la cual estaremos encerrados con el jurado durante hora y media, para un debate filmado casi en tiempo real. Una vez dentro, el director se toma el tiempo necesario para instalar todos los elementos de las condiciones materiales: el calor ("Parece que va a ser el día más caluroso del año."), con un ventilador que no funciona, (y que aparecerá muchas veces en segundo plano a lo largo de la película) las ventanas que hay que abrir para, tal vez, conseguir algo de frescura. Los sacos que hay que quitar. Pero estamos en los 50’s y no está bien visto estar en mangas de camisa. O al menos en ciertos estratos sociales. O con cierta educación, o cierto miedo a ser juzgado, cuando uno no se siente bien aceptado y no quiere hacerse notar.

Pero tienen prisa, todos, ya están aburridos por esta tarea impuesta a los buenos ciudadanos que son. Hablan un poquito de todo y nada. Uno se queda apartado, el único vestido de blanco. Es alto y muy derecho. No se integra al grupo. No le vemos la cara. Él será la manzana de la discordia, el aguafiestas. El diablillo en las consciencias.

Cada uno de los doces representa a un oficio o profesión. Hay un entrenador de futbol en una escuela (Martin Balsam), que quiere terminar rápido porque tiene entradas para un juego, un empleado bancario ( John Fiedler), un empresario (Lee J. Cobb ),el más encarnizado, un corredor de bolsa ( E. G Marshall),un desempleado ( Jack Klugman ) un pintor de brocha gorda (Ed Binns), un representante comercial ( Jack Warden), un arquitecto (Henry Fonda, el numero 8)un jubilado (Joseph Sweeney ), el dueño de un taller automotriz ( Ed Begley), un relojero emigrado de Europa del este ( George Voskovec), un publicista ( Robert Webber). Todas las edades. Ninguna mujer. Ninguna minoría racial. Aunque vayan a juzgar a un joven latino. Pero, estamos en los 50’s.

Cada uno vive en la comodidad de su concepto de la familia, de la sociedad , de los papeles y valores que mantener. En estas certidumbres, el acusado es culpable. Y punto.

Pero el hombre de blanco va a sacudir el confort de los once. Los va a obligar a ver de otro modo. Para ver al sospechoso, van a tener que mirar con atención las evidencias, los testimonios, los testigos, y, por ende, verse a sí mismos.

Henry fonda y Sydney Lumet no sueltan al espectador, así como el octavo jurado, llamado Davies, no suelta a sus compañeros de jurado. No hay descanso. Acaso si hay algunos momentos de distracción, para ir al baño, o cerrar las ventanas cuando la tormenta se abate, sirven para que intercambien algunos detalles reveladores sobre sus vidas, su educación, para se revelen de forma más intima.

Lumet filma cada vez de más cerca, sin piedad, a esos once hombres que van poco a poco cayendo del lado de la duda. Observa el estremecimiento del cambio, el disparador en su razonamiento y en su consciencia. El momento en que dejan de sentirse seguros de si mismos. Conforme avanzan en la perdida de sus certidumbres, Lumet va cambiando la focal de su camara, haciendo que el fondo parezca acercarse a los actores. El segundo plano se acerca, los encierra. Entre el fondo y la cámara, ya no hay espacio. Ni para respirar.

Con un ritmo implacable, se intercambian argumentos, ataques personales, amenazas, casi golpes. En un momento u otro, cada uno va a dejar ver a los demás algo muy personal, muy intimo, hasta secreto, vergonzoso tal vez., sobre sí mismo o su pasado. La fuerza de esta película y de las actuaciones es tal que, hasta después de ver distintas adaptaciones, en pelicula para televisión (William Friedkin – 1997, con Jack Lemmon, Courtney B. Vance, actor negro), en series (varias  han basado uno de sus episodios sobre la misma idea), de verla en el en teatro, uno se queda fascinado.

No se trata de un cuestionamiento del sistema de justicia. No se trata de un alegato contra la pena de muerte. Es la demostración de las limitaciones del juicio humano. Cada uno tiene sus prejuicios, ciertamente muy bien fundados por su historia personal. Y nadie tiene la verdad absoluta porque cada uno tiene acceso a una verdad parcial, dada por testigos y abogados. Lumet recuerda a cada uno de sus jurados, y a cada uno de nosotros, la pequeñez de la condición humana. Que estamos encerrados en una jaula claustrofóbica como la sala de deliberación.
A esta tensión sicológica y casi filosófica se suma la tensión de las condiciones de rodaje: 21 días. Al público no le gustó mucho pero a la crítica le encantó. Y Lumet obtuvo el Oscar al mejor realizador. A Henry Fonda, también productor, no le gustó verse pero de lo poco que vio, dijo a Lumet : "Sidney, it’s magnificent!"

Que más se puede decir? … Uno de los grandes filmes de la historia del cine.

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