Basada en una novela de Tom Clancy, uno de los grandes autores de la guerra fría, presenta un personaje principal, el analista de la CIA Jack Ryan ,intelectual que se ve de repente mezclado a situaciones reales de violencia política, Donde se topa con un "hombre de verdad", aquí un comandante ruso con todo el peso de Sean Connery. Suspenso, mucha agua, eficiencia con pocas palabras.
Ficha IMDB
Mostrar que los estadounidenses son mejores es fácil: son más inteligentes, y saben intuir los movimientos del oponente. Tienen mejores técnicos, que saben detectar los movimientos del enemigo. Son más listos y saben manejar la mentira oficial y descifrar la mentira ajena. La de los malos, O sea de los Rusos.
Total que hasta los mejores del otro lado quieren ir a vivir en el "Nuevo Mundo".
Situada en los últimos años de la guerra fría, antes de que Gorbatchev le quite al cine y a la novela de espionaje toda una línea de inspiración, la novela de Clancy presenta al personaje de Jack Ryan , analista de la CIA. Un intelectual, un hombre de papeles y de reflexión. Es la primera película donde aparece, interpretado por Alec Baldwin. Lo veremos en otros dos películas, interpretado por Harrison Ford, quien con su historial de Indiana Jones, lo hace ver más como hombre de acción: Juegos de patriotas (Patriot Games ,Phillip Noyce -1992), en el marco de la guerra civil irlandesa, y Peligro inminente (Clear and Present Danger , Phillip Noyce 1994) en el marco de los carteles colombianos de droga, y filmada en parte en México .
Decíamos que, en la época de la guerra fría, los gringos eran, en su cine obviamente, los buenos. Pero, avanzando los años, el maniqueísmo se vuelve una posición cada vez más difícil de guardar y los cineastas sabrán manejar para cada campo momentos de gloria, como aquí cada comandante podrá sucesivamente poner su talento al servicio de las dos elites reunidas bajo el mismo techo, o sea en el mismo submarino.
Porque el asunto de todo esto es pasar al otro lado un submarino nuclear, último grito de la tecnología rusa ( en eso se les concede ser superiores), equipado de un revolucionario sistema silencioso de propulsión magneto hidrodinámica. ¿Cómo justificar la decisión de comandante Marko Ramius? Es Ucraniano y ya no soporta la dominación rusa sobre la Unión Soviética (históricamente el imperio soviético está a punto de explotar). Y, bajo su apariencia fuerte , insensible y taciturna, algo se ha roto en su vida con la muerte de su esposa hace un año. Así que ya no tiene nada que perder. Asistido del fiel capitán Vasili Borodin (Sam Neill), decide escapar.
Lo oye un técnico en sonar, Seaman Jones (Courtney B.Vance) , con más talento natural en sus oídos que todos los radares. La información llega a la CIA, y a Ryan . Primera interpretación, la oficial: los rusos atacan. Pero, basándose en detalles ínfimos (verlo unas vez en una reunión), y totalmente desproporcionados con la situación, el analista intuye las (nobles) intenciones del comandante ruso.
El Octubre rojo se ve atrapado entre dos fuerzas, enemigas entre sí: una que no quiere dejarlo escapar, y una que lo considera como enemigo. Porque los militares gringos se van a lo obvio. No se puede esperar de ellos la fineza sicológica de Jack Ryan .
Este encontrará las astucias necesarias para que los oficiales de Octubre Rojo puedan desertar, con todo y submarino obviamente, pero sin comprometer a la tripulación. Y tendrá que tomar riesgos físicos, como bajar de un helicóptero sobre un submarino americano, el Dallas, que será el punto de partida de los últimos movimientos en la captura-rescate, con la ayuna de su comandante, Bart Mancuso (Scott Glenn).
Lindos uniformes, hermosas voces de los coros rusos, tomas impresionantes de las profundidades abisales. Sean Connery, imperturbable, impresionante (y seductor) navega entre arrecifes submarinos, mentales y políticos. Toma riesgos enormes. Y se gana una estancia en Estados Unidos. Solo su pobre segundo, fiel hasta el final, soñando con Montana y viajar libremente de un estado a otro, se muere a un paso de la costa. Para que el final no sea demasiado triunfante.
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